Ni en el día D ganó el Málaga CF ante su público. Llevaba cinco meses sin hacerlo en La Rosaleda. El hecho de que necesitara los tres puntos para conseguir la permanencia, que el estadio registrara la mejor entrada de la temporada, que los suyos lo recibieran atronando como en los días grandes, que el rival no se jugara nada, que le fuera la vida en ello, no sirvió para que se rompiera una racha nefasta, de las que despegan a la afición de su equipo.
Pero lo de este sábado no fue más, tal y como dijo Luis Muñoz tras el partido, que lo que ha venido siendo todo el año. Desde que el 20 de noviembre de 2021 el Málaga le ganara a Las Palmas en La Rosaleda, la fiel afición malaguista no ha vuelto a celebrar un triunfo. Sí ha sido, en cambio, testigo de varios bochornos. El último, contra el Burgos, que cerró un curso solo empeorado como local la pasada temporada en la historia del Málaga CF en Segunda División.
Sin más partidos en La Rosaleda, el Málaga cerró el sábado una temporada en la que ha sumado 28 puntos, ha marcado 18 goles y ha encajado 24 como local. Bajo la denominación de C.F., solo en la temporada pasada sumó menos puntos como local en los años que ha estado en Segunda. Fueron 25 puntos, con 20 goles marcados y 22 encajados.
Esta temporada ha ganado siete partidos en Martiricos, ha empatado siete y ha perdido otros siete. Por los seis ganados, siete empatados y ocho perdidos la temporada pasada.
En una temporada con un sufrimiento similar a esta, la 2006-2007, el Málaga sumó 35 puntos como local, ganó nueve partidos, empató ocho y perdió cuatro.
A lo largo del curso, ha habido varios momentos que se han quedado de forma negativa en la memoria del aficionado. El primero de ellos, el que cortó la racha de estar invicto en La Rosaleda. La derrota contra el Amorebieta por 1-2. Era la jornada 19 y el Málaga llegaba de caer con claridad y muy mala imagen en Burgos por 3-0. Era la tónica de la temporada hasta ese momento lejos de Martiricos, que era una garantía. Pero ahí empezó la deriva y también José Alberto a escribir su final en el banquillo del Málaga.
La siguiente cita del Málaga ante su público fue otra tarde para olvidar. Una derrota 0-2 contra el Leganés de un equipo inoperante durante 90 minutos. El empate contra el Sporting precedió al primer punto de inflexión.
El recién ascendido Ibiza llegó a La Rosaleda para sacarle los colores al Málaga con una manita, 0-5, y ponerle la puntilla al proyecto de José Alberto.
La etapa de Natxo González no dejó ninguna tarde sonada en el templo malaguista, pero el técnico vitoriano tampoco sumó ninguna victoria. Se rozó el triunfo contra el Cartagena, que se escapó en el último minuto con el gol del empate de Okazaki.
Guede no cambió la dinámica pero sí la imagen y los ánimos. Se tuteó al Valladolid, al que se puso contra las cuerdas, y al Eibar, dejando en el aire la duda de qué hubiera pasado sin la expulsión de Escassi.
Todo estaba preparado para acabar con la mala racha y despedir el año ante la afición con un buen sabor de boca, pintándole una sonrisa en la cara los malaguistas. Pero nada más lejos de la realidad. El del Burgos es otro de los momentos que quedarán marcado en rojo como otro de los petardazos del Málaga ante los suyos. Quizás el más gordo.
Una sonora pitada fue el epílogo a una temporada en la que la afición estuvo muy por encima de sus jugadores.