El lunes a las 22:00 horas cuando arranque el Málaga CF-Las Palmas habrán pasado 275 días, 12 partidos, 1080 minutos de juego más los descuentos sin que la afición malaguista celebre una victoria en el estadio de La Rosaleda. Y ya no quiere esperar más.
Desde el pasado 20 de noviembre de 2021 no gana el Málaga como local delante de su público. Ni cuando tuvo la soga al cuello contra rivales como el Oviedo y el Burgos, ese día al borde del abismo, fue capaz el conjunto blanquiazul de quedarse con los tres puntos.
Aquel 20 de noviembre, Sekou Gassama, con un cabezazo imparable, marcaba el 2-1 definitivo de aquel partido. La euforia se disparaba en la afición, con el Málaga rozando puestos de playoff de ascenso a Primera División y con La Rosaleda como un fortín.
Desde entonces, el Málaga CF cayó en picado en la clasificación por méritos propios. Era la jornada 17 y quedaban 25 por delante. Solo fue capaz el cuadro malaguista, nunca mejor dicho, de sumar cuatro victorias más hasta el final de la temporada. Todas lejos de su 'templo'.
Ni dos cambios de entrenadores fueron capaces de enderezar el rumbo de un equipo que dejaba errores groseros atrás y el camino hacia la portería era un Everest sin final. Las prestaciones del equipo eran muy pobres. Tan pobres, que estuvo al borde de irse a la Primera RFEF, sustituta de la Segunda B, de no ser por los deméritos de los rivales.
En el último partido en casa, el 21 de mayo frente a un Burgos sin nada en juego, el Málaga tenía que ganar para amarrar la permanencia. Una valiosa victoria la semana anterior en Tenerife había puesto el champán a enfriar para celebrar algo parecido a la fiesta de fin de curso, certificando la permanencia y poner fin al sufrimiento. Se puso fin, pero por otros resultados, porque ni entonces el Málaga supo ganar y el Burgos se llevó un 0-1 de Martiricos.
La afición despidió al equipo con una sonora pitada, que los jugadores aguantaron como pudieron sobre el césped. El efecto Pablo Guede, ídolo local y tercer entrenador de la temporada, también se había diluido.
Esa imagen final dista mucho de la que aquel 20 de noviembre, con los jugadores abrazados delante de la grada de animación cantando junto a los suyos. El rival aquel día fue la UD Las Palmas. La afición quiere repetir la misma estampa este lunes. Falta hace.