Tras el despropósito de inicio de partido contra el Albacete en La Rosaleda en la cuarta jornada de liga, cuando los manchegos ya iban ganando a los seis minutos de juego por 2-0, el Málaga CF salió en El Alcoraz con una idea de juego más contenida, menos vertical de lo que intenta aunque no termine de cuajarle. El resultado, el mismo, otra derrota, la cuarta en cinco partidos.
La primera decisión de Pablo Guede fue intentar abrochar atrás con Escassi como acompañante de Juande en el centro de la zaga, sacrificando de esta forma a Genaro tras su mal partido contra el Albacete. La manija se la dio a N'Diaye y Febas.
Aunque nada más empezar el choque Huesca tuvo dos acercamientos peligrosos, los blanquiazules intentaron domar la pelota con calma, sin arriesgar los pases, girando y volviendo atrás para empezar de cero desde la defensa en muchas ocasiones.
Eso llevó al Málaga a tener más posesión que el Huesca, un 61,4 por ciento, para mantenerlo lejos de la portería. De hecho, es el partido de los cinco jugados hasta el momento en el que los de Pablo Guede más la han tenido.
En la primera mitad los locales tuvieron una ocasión muy clara en el minuto 26. Un cabezazo de Escriche que sacó lo mejor de Manolo Reina. Fue una jugada a balón parado. Los malaguistas le habían cerrado los caminos al Huesca.
En la segunda mitad, los locales solo tiraron una vez a puerta, porque el Málaga CF había salido con el mismo plan de masajear la pelota de un lado a otro, esperando su momento, que no llegaba. Pero ese tiro fue entre los tres palos, lejos del alcance del portero de Villanueba del Trabuco, y supuso el 1-0 definitivo obra de Juan Carlos.
Y frente a esa efectividad del Huesca, el Málaga solo presentó inoperancia en ataque. Andrés Fernández solo detuvo un tiro a puerta de un equipo en el que arriba jugaron los noventa minutos Rubén Castro y Fran Sol.
Pablo Guede defendió en rueda de prensa que se generaron situaciones de peligro sin concretar el último pase. La realidad es que el Málaga no encontró los caminos para inquietar al portero local. Pero solo una jugada en cada parte tuvieron peligro real. Una triangulación entre Fran Villalba y Rubén Castro que el valenciano, en lugar de disparar a portería se la dio atrás a Juande, y el tiro fue taponado por defensa. La otra, un centro envenenado del joven Haitam, que entró para darle energía al ataque malaguista, y se marchó por poco.
No encontró el Málaga CF en ningún momento al jugador bandera de este proyecto, Rubén Castro, y así es como se está condenando el equipo en este inicio de temporada, que está minando la ilusión de la parroquia blanquiazul.