El Málaga CF es una calamidad a dos semanas del inicio del playoff de ascenso. En San Fernando quedará como anécdota el empate conquistado en el último minuto por Alfonso Herrero subiendo a la desesperada a rematar un córner. Lo que se vio antes fue la imagen impropia de un equipo como el blanquiazul para la categoría en la que se encuentra, que sigue sumando jornadas sin ganar, que frente a un conjunto que ya tenía pie y medio en Segunda RFEF fue incapaz de crearle peligro real en todo el partido. 

En los primeros cuarenta y cinco minutos el Málaga no tiró a puerta, y en la segunda el San Fernando pudo cerrar el marcador con un posible 0-2 antes del milagro de su portero, el único hombre que estuvo a la altura del escudo, tan cacareado por Sergio Pellicer. También Antoñito Cordero, que volvió a darle otro aire al equipo cuando saltó al campo. 

Un Sergio Pellicer que introdujo un once novedoso, experimentando a estas alturas del curso, con Herrero y Gabilondo, Moussa, Juande y Víctor García por delante. En la medular se quedó fuera Genaro y formaron Manu Molina y Dani Lorenzo, con Ferreiro y Dani Sánchez en las bandas. Arriba, Dioni y Roberto

La nada más absoluta fue el Málaga en la primera mitad. No pisó el área del San Fernando. No sacó un balón parado que prometiera peligro, nada. Albsolutamente nada. En el 22 llegó el milagro que Alfonso Herrero ha convertido en rutinario jornada en este equipo que también hace aguas atrás últimamente. Moussa se tuvo que retirar lesionado y dio su lugar a Murillo, no a Einar Galilea. El vasco no ha vuelto a jugar desde que se lesionó. Sorprende que Pellicer no vuelva a contar con él para que coja ritmo de cara al playoff. Sin más historia el choque se fue muriendo hasta el descanso, con un Málaga inoperante, incapaz frente a un equipo virtualmente descendido. 

Cordero reactiva al equipo y Herrero obra el milagro

Para intentar arreglar el desastre de primera mitad Pellicer le dio cancha a Genarlo y Cordero por Manu Molina y Dani Sánchez. El de Gerena fue el primer malaguista en todo el partido en animarse a disparar a puerta, se le fue por poco, y el San Fernando reclamó penalti poco después por mano de Murillo. Roberto lo intentó más tarde y disparó alto.

La primera de verdad salió de las botas de Antoñito Cordero, que una situación similar a la Roberto sí fue capaz de sacar un disparo muy peligroso que se iba a la escuadra de Fuoli, que voló para mandarla a córner. En la contra, Herrero evitó el primero del San Fernando en otro mano a mano. 

Volvió a intentarlo Dioni con el interior desde fuera del área. Se le fue cerca del poste. Era otro Málaga, una empresa que no era muy complicada. Rascó algún córner, en uno Genaro remató muy flojo solo dentro del área. Pellicer pensó en Larrubia por Ferreiro para agitar el árbol. Una combinación, esporádica, del de La Luz, con Dioni fue la ocasión más clara del Málaga, que se topó de nuevo con Fuoli. 

Pero lo que estaba preparado era un sainete. Otro balón que se cruzó sólo por medio de los dos centrales y al que Alfonso Herrero no llegó para atajar se quedó en los pies de Yerai  Dávila al borde del área con toda la portería para él. La mandó a la red dando al San Fernando vida para una jornada más y hundiendo al Málaga, un gigante con pies de barro en la categoría de bronce del fútbol español. Una calamidad de equipo en estos momentos. 

Quedaban diez minutos y Biabiany tuvo la oportunidad de ampliar el marcador tras ganarle una carrera a Murillo y tener tiempo para dejarlo atrás con un recorte dentro del área. 

Pero el fútbol siempre tiene reservado guiones inesperados, como el que estaba escrito para el final del partido del estadio Iberoamericano. En el último minuto del partido Alfonso Herrero subió a rematar un córner. Entró al primer palo buscando la pelota puesta por Antoñito Cordero y la mandó para dentro ayudado por un defensa. Sólo así pudo el Málaga salvar una tarde sonrojante, que dejaba a Pellicer y a los jugadores a los pies de los caballos, porque el Málaga hoy por hoy no ofrece ninguna garantía para afrontar los playoffs. Un calamidad de equipo. 

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