Como el final del partido, con Alfonso Herrero los últimos minutos jugando en el área del Nàstic intentando rematar, como la forma en la que llegó el ascenso, anárquica, así fue la fiesta en el césped y en los vestuarios del Nou Stadi de Tarragona una vez que finalizó el partido y el Málaga CF se convirtió en equipo de Segunda División.

Con el silbato final, el equipo y la grada continuaron con la esquizofrenia que se había desatado con el gol de Antoñito Cordero, con los jugadores yéndose a la esquina donde estaba la afición del Málaga festejando lo que acababa de vivir en las gradas del estadio grana. Por allí aparecieron, desatados y dando brincos, Kike Pérez y Loren Juarros, de traje, contagiados de la locura.

Los jugadores locales, por su parte, estaban derrumbados y rociados por el césped, entre ellos el exmalaguista Álex Mula, llorando desconsolado como muchos compañeros. Entonces, la afición del Nàstic decidió invadir el césped para arropar a los suyos y los futbolistas del Málaga se fueron retirando para continuar la fiesta en los vestuarios, donde bañaron a Pellicer que entró al vestuario dando brincos al son de "la gitana loca", el hit de la temporada, que sonó varias veces cuando los malaguistas regresaron al césped. Después se quitó la camisa azul que ha lucido todo el playoffs empapada y, con ropa de entrenamiento del Málaga, encendió un puro y dejó un selfie con Roberto, Kevin y Dani Sánchez, el flow del vestuario. "Pellisex", escribía Roberto en las redes sociales.

Antes, los locales fueron abandonando poco a poco la hierba mientras los malaguistas seguían en las alturas. Hasta que las fuerzas del orden decidieron quitar las barreras para que bajaran y saltaran al césped a celebrar el ascenso, mientras unos operarios de la RFEF colocaba un arco conmemorativo del ascenso para hacer marca de la competición.

El césped se fue tiñendo de blanquiazul mientras fueron apareciendo de nuevo los héroes, con Antoñito Cordero a la cabeza. Nada de barreras, de dos bandos, una piña con la afición fiel reflejo de todo lo que se ha vivido esta temporada. Algunos salieron cerveza en mano, como Nelson o Dioni, exultante y el que abrió la lata… de los goles también.

De nuevo el repertorio del malaguismo y, de pronto, un cántico espontáneo: "¿Dónde están los balones? ¿Los balones dónde están?". Quizás eso había cambiado la historia, cuando el colegiado paró el partido en la segunda parte de la prórroga por el espectáculo que se desató con los balones desde la grada de animación del Nàstic.

La afición y los jugadores del Málaga CF cantan "¿Dónde están los balones?" Antonio Trujillo

Hubo manteos a Roberto y a Pellicer, al de Puente Genil se le pidió que se quedara en el Málaga CF. La mayoría de los jugadores, entre selfie y selfie, se iban separando de la masa para llamar a sus familiares, muchos no pudieron ir a Tarragona, y estaban repartidos por el césped con sus teléfonos móviles.

Todo era una fiesta improvisada, en la que Antoñito Cordero, con su nombre ya escrito en letras de oro en la historia del Málaga, era de los más solicitados. Seguía la jugada de cerca Izan Merino, que no dudaba en disparar a su compañero de la cantera: "Mira este porque ha metido un gol cómo se pone con las fotos, po sigue siendo igual de malo, que lo sepas", bromeaba el internacional con las categorías inferiores de España.

"Una gitana loca..." en el césped del Nou Stadi Antonio Trujillo

Las reflexiones de Pellicer, los bailes de Genaro, Dani Sánchez y Haitam

Y entre selfie y selfie, los de Pellicer se fueron retirando de nuevo a los vestuarios para la primera ducha como jugadores de Segunda División, mientras el de Nules, descansando sobre la pared, reflexionaba con algunos medios sobre la fe de los suyos, la unión de la plantilla, y lo duro que había sido el año. "Cuando marcó Alfonso en San Fernando se lo dije a los chicos. Ascendemos. Ha sido muy duro". Daba la sensación de haberse quitado de encima una mochila con kilos y kilos de encima. Por allí pasaba Loren Juarros para felicitarlo una vez más, antes de la foto de ambos en el autobús.

Poco a poco, los jugadores fueron salieron del vestuario para dirigirse al autobús donde le esperaban cajas de pizzas y camisetas conmemorativas del ascenso. Los últimos en aparecer, Genaro, Haitam y Dani Sánchez bailando al son de la música que salía del altavoz que colgaba de la cintura de este último. Una música que seguramente haya servido para hacer más inquebrantable esta ‘Familia’, que junto con la otra mitad de la familia malaguista, los 500 que representaron a los miles y miles que invadieron las calles de Málaga, se preguntaban por los balones. Uno de ellos lo mandó Antoñito Cordero a la red, cuando se moría la noche, para darle una vida extra en Tarragona. 

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