Habrá quien haya salido del Martín Carpena fastidiado. Lo habrá porque el público rozó con sus manos la victoria, pero hoy se ha asentado la base de lo que puede ser un gran equipo en el futuro próximo. El Unicaja ganó, remó y acabó perdiendo con el corazón en la mano ante el Real Madrid (91-92). Todo lo que pueden salir después de este partido son buenas noticias porque volvió el gran juego y la unión entre equipo y afición. Después de tanto y después de tantos. Volvió el baloncesto de altura en el estreno brillante de Ibon Navarro al frente del banquillo cajista.
Porque sí. El Unicaja jugó el mejor partido de los últimos meses e incluso de la temporada. Reboteó, asistió, anotó y, más importante, defendió. Nadie le pedía que, de repente, fueran como el mejor club de la NBA y pudieran ganarle al Real Madrid, líder de la Liga Endesa. Nadie lo pensaba antes de empezar, pero lo que sí se pedía con fuerza era que todos los jugadores volvieran a sudar la camiseta, luchar por este escudo y a competir. Y de eso, este domingo, no cabe duda. Tanto fue así que todos los jugadores pisaron la pista anotaron.
Muy poco había que tocar en este equipo para mostrar una imagen mejor que la presentada durante las últimas semanas e incluso meses. Aunque Ibon Navarro no ha podido hacer milagros cuando solo ha entrenado con sus nuevo jugadores desde el jueves, hay cosas sobre las que se ha observado una clara mejoría. Por mínimas que sean, son pequeñas promesas de cara a un futuro cercano. El vitoriano se mostró muy dialogante con el banquillo y con el quinteto. Sufrió como todos y animó cualquier acción defensiva que acababa con éxito.
El primer experimento, y sorprendente, fue colocar a Nzosa en la posición de ala-pívot, como primer elemento de la rotación. Ya después entró Carlos Suárez. No tuvo que quedar del todo satisfecho, al menos este domingo, puesto que no volvió a ocurrir más allá de los primeros 15 minutos. La segunda pudo ser el quinteto del tercer cuarto: Alberto, Bouteille, Barreiro, Abromaitis y Kravic, mucho más alto de lo habitual.
El Unicaja jugó de tú a tú frente al Real Madrid imponiendo velocidad desde el principio y consiguiendo la primera ventaja en el marcador (11-8) en los primeros cinco minutos. Sin embargo, los cambios en el quinteto no respondieron. Los de Pablo Laso se pusieron por delante (13-18) e Ibon Navarro pidió su primer tiempo muerto. Aunque los malagueños demostraron carácter y unos buenos minutos de Matt Mooney y Francis Alonso llevaron la diferencia a solo dos puntos al final del período inicial (23-25).
El principio del segundo cuarto fue más lento. Ciertamente hubo más faltas, más pitadas en contra del Unicaja. Nzosa y Abromaitis llegaron a mediados del período. Pero si algo demostró esta tarde el equipo fue honor y orgullo. No se descolgaron del marcador, supieron ir a remolque y también liderar. El partido se convirtió en una locura. Hoy más que nunca, jugadores y afición fueron uno. Pelearon juntos, sufrieron juntos y le pusieron corazón juntos. El coraje se impuso a la calidad (42-39) y Pablo Laso no sabía cómo frenar a los locales. De hecho, no lo consiguió. El partido se marchó al descanso con un resultado de 49-47.
Es más, siguió sin poder hacerlo. Un parcial 8-3 a la vuelta volvió a hacer que el entrenador blanco parara de nuevo el encuentro. Alocén fue uno de los pocos madridistas que consiguió desarmar el entramado defensivo cajista. El partido se hizo un tanto espeso. La anotación bajó considerablemente. Los de Ibon Navarro no pudieron mostrar la alegría ofensiva vista anteriormente. Al final, cuando solo quedaba un minuto de cuarto, el Real Madrid volvió a ponerse por delante en el marcador (62-63). Aunque poco le duró. Un triple de Brizuela dio aire a un Unicaja poco fresco (65-65).
Y el Real Madrid no es el líder por cualquier razón. Pisó el acelerador y los malagueños no pudieron igualar el ritmo. La desventaja igualó la decena de puntos. Volver partido fue complicado. Los jugadores pasaron menos el balón y dio la sensación de que mentalmente desconectaron. El partido llegó al minuto y medio final con 80-87. Sin embargo, dos puntos de Brizuela y un triple de Alberto lo igualaron todo. Pero no pudo ser. Se intentó, se luchó y no se logró. No fue por falta de coraje ni de nada.
Todo lo que puede quedar después del incansable esfuerzo es la esperanza de volver a ver un buen baloncesto en Málaga.
FICHA TÉCNICA
UNICAJA CB 91: Alberto Díaz (8), Darío Brizuela (18), Jonathan Barreiro (13), Tim Abromaitis (11), Rubén Guerrero (10) -quinteto titular- Matt Mooney (8), Mario Saint-Supery (-), Francis Alonso (5), Axel Bouteille (7), Carlos Suárez (4), Dejan Kravic (6) y Yannick Nzosa (1).
REAL MADRID 92: Thomas Heurtel (16), Fabian Causeur (16), Adam Hanga (7), Guerschon Yabusele (7), Edy Tavares (5) -quinteto titular- Williams-Goss (4), Carlos Alocén (5), Sergio Llull (8), Alberto Abalde (11), Trey Thompkins (2), Anthony Randolph (-) y Vincent Poirier (11).
ÁRBITROS: Fernando Calatrava, Javier Torres y David Sánchez.
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 22 de la Liga Endesa en el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena ante 6.257 espectadores.