Hace un año se vivió la misma escena. Pero con el pabellón lleno. El Unicaja de Málaga acababa de caer contra un Barcelona inabordable en las semifinales de la ACB y se quedaba sin final, que hubiese sido un premio mayúsculo. Pero este miércoles 5 de junio el varapalo había sido tremendo, en el quinto partido UCAM Murcia había apeado a los de Ibon Navarro de la final tras acabar campeones de la liga regular. El ambiente era más de resignación que de otra cosa, la decepción era tremenda, era una final, por mucho que la temporada haya sido de ensueño con un título, que no se podía escapar. Pero se escapó.
Pero hubo unos pocos de miles de cajistas que decidieron no moverse de sus asientos hasta que los jugadores volviesen a la pista. Y así lo hicieron para dar la vuelta saludando a los aficionados. Cuando acabaron la vuelta escucharon el himno del Unicaja en el centro de la pista. No era la emoción de hace un año, era compartir el dolor y el sufrimiento por haber dejado escapar una oportunidad que a saber cuándo se repite, con el escenario con equipos como Real Madrid y FC Barcelona que no dejan ni las migajas.
Los jugadores volvieron al túnel y el público agradecido que se quedó para brindar el último aplauso desfiló escaleras arriba, rumiando la derrota y la gran oportunidad perdida.