¿Hay negocio en el mundo de las franquicias en estos tiempos de incertidumbre por la Covid-19?
Sí, hay negocio, pero afinando mucho el tiro. Ahora en la época postpandemia, hay mucho negocio y mucha franquicia que están KO. A algunas les ha costado salir, otras no han salido y otras que ni se han enterado de que había una pandemia… En nuestro caso, con todas las líneas de negocio que tenemos, nos ha pasado eso. Con algunas de nuestras líneas hemos ganado bastante más, otras nos han estado costando el dinero hasta hace dos días y otras que nos siguen costando dinero. Pero eso es normal.
En el mundo de la franquicia hay oportunidades de inversión, porque estamos en un momento en el que se están convirtiendo muchos modelos porque el mundo ha cambiado y eso tiene que asumirse ya. Por ejemplo, el cliente exige cada vez más que el proceso esté digitalizado en su mayor parte.
Un mes antes de la pandemia, Grupo MEI entra en el negocio de los centros dentales. Después de la gran cantidad de malas experiencias que ha habido con este tipo de franquicias, ¿cómo dan el paso?
Lo damos teniendo en cuenta una diferencia: hay poca gente seria que haga las cosas bien en las franquicias dentales. Nosotros no jugamos a “tu implante por X euros”. Nuestro concepto es el de calidad, con otro tipo de clínicas. El objetivo es tener primero una red propia de seis centros y cuando la tengamos bien asentada, entonces, en 2022 saldrá la franquicia. Y esta franquicia irá dirigida a gente seria, médicos, personas del sector y en otro escalón diferente al de tirar los precios o hacer negocio con la financiación. Hay franquicias dentales que han jugado con el dinero de sus clientes y los han dejado sin el servicio. En nuestro caso vamos a fomentar sobre todo las franquicias locales, pero no a lo loco ni agresivo. Vamos a hacer bien lo que sabemos hacer bien en el mundo de las franquicias.
De Málaga han dicho que vamos camino de convertirnos en la segunda ciudad de España. ¿Qué tiene Málaga para que desde fuera nos digan eso?
Málaga, aparte de lo que todos sabemos, su encanto, su gente… Tiene unas ganas de crecer y de que se le reconozca tremendas. Ahora estamos teniendo mucha relación con gente de Cataluña y me decían una cosa hace unos meses: “Málaga es la Barcelona de hace 10 años, de antes de la historia política. Se ve esa alegría”. Tenemos el potencial de crecimiento de Barcelona hace una década, somos una ciudad luchadora, con ganas de captar gente que quiera hacer cosas nuevas. También el ambiente que nos rodea, ¿dónde mejor que aquí para que se instale Google? ¿Dónde va a encontrar mejores condiciones de trabajo?
En ese caso, quitando lo político, ¿qué tiene que hacer Málaga para no llegar a ser la Barcelona de hoy de la que han salido empresas?
Precisamente, lo que tiene que hacer Málaga es seguir fomentando que lleguen estas empresas y este talento. Quitando lo político es muy complicado, pero si se fomenta desde al ciudad todo esto, el malagueño de por sí es muy emprendedor y con los espacios como las oficinas del puerto o el PTA es como se fomenta. El turismo que siga llegando, por supuesto. Políticamente hay que ayudar.
Por supuesto, todo esto sin creernoslo tanto. Tenemos que seguir siendo humildes y acoger a los que vengan para crecer y situarnos. Si podemos hacer negocio juntos, mejor.
Entrando en el turismo, ustedes abrieron una nueva línea de negocio a las puertas de la pandemia. Es cierto que ha sido en turismo rural, uno de los sectores más beneficiados.
Esa es una línea que se analizó mucho durante los meses previos a la Covid-19. Habíamos invertido en tres propiedades de turismo rural, fue una apuesta personal. Ya las teníamos apalabradas antes de la pandemia y teníamos que firmar las compras entre abril y junio de 2020. Fue una decisión complicada, porque queríamos ir ahí, porque conozco el mercado y porque antes de la pandemia ya era un sector muy rentable. Claro, en ese momento íbamos a ciegas y teníamos que tomar decisiones. Confiamos y creímos que el sector del turismo iba a virar al rural... De hecho, estamos empezando a ver que no sólo es turismo a familias, sino cada vez más a empresas. Fue una apuesta que nos va a dar muchísimas alegrías.
Otra de sus líneas de negocio es la de ser concesionario de la desconocida marcha de coches china DFSK.
Algunos compañeros míos de sector me dirían que soy muy atrevido. Yo vengo de ese sector, antes de montar Grupo MEI me he dedicado a trabajar en una consultora junto con Roberto Muñoz. Y con él hemos estado en los mayores grupos de automoción de Andalucía. El Grupo Cabello, con el que compartimos aventura, es un grande del sector.
DFSK es una línea de negocio por la que hemos apostado. No por lo que es, sino por lo que viene. A finales de 2020 era una marca que tenía un 7 plazas, pero entramos aquí porque el 80% de su gama va a ser electrificada. La gama Seres llegará para competir directamente son Tesla. Es uno de los principales productores de coches del mundo y hemos apostado por esto. Ahora mismo nos está costando dinero, pero como vengo del sector, sabemos cómo acompañar el lanzamiento de esta marca. Cuando lleguen los eléctricos estaremos posicionados, esta no es una inversión a corto plazo.
De la mano de Cabello en DFSK, pero también de la mano de Miguel Aldana, de Torcal, con la formación... Ese sí que es un mundo que se ha revolucionado en la pandemia.
Ha cambiado y sigue cambiando todos los días. Esto de ir de la mano con otros es algo que va en el ADN. Yo creo que sumando es como mejor se avanza. El grupo nació sólo conmigo, pero a los pocos meses sumé a Juan Gil, que es uno de los socios fundadores del grupo, y con él entramos en el ámbito de las peluquerías. Yo ya llevaba con Torcal desde 2012, en la época mala por la caída del negocio, pero a partir de 2014 fue una época mejor, con crecimiento y desarrollando el modelo de franquicia. Yo soy una esponjita y aprendo de todo lo que ellos saben. Somos de sumar y me encanta tener socios que sumen a ese nivel. Y por eso en 2016 sumamos a Juanma Leiva, que viene del mundo de la banca.