La botánica ha sido históricamente una rama de la biología cuya presencia trasciende lo meramente científico. La incorporación de elementos vegetales es una constante en todas las disciplinas: arquitectura, arte, urbanismo o la propia decoración. Sin embargo, mantener el buen estado de las plantas no siempre es tarea sencilla. Requiere horas de dedicación y cuidados... O no. ¿Qué pasaría si un grupo de estudiantes de la Universidad de Málaga metieran en una coctelera todos estos elementos? Que saldría como resultado Ecodecs, la startup malagueña que han creado estos jóvenes emprendedores.
Ignacio Colombo, fundador y CEO de la empresa, explica que este proyecto nació durante aquellos meses de 2019, poco antes de que todo el país tuviera que encerrarse en sus casas. Ante la necesidad de redecorar su habitación, encontró en los terrarios la fuente de inspiración que buscaba para crear un producto que tuviera la vida como principal ingrediente: "Analizamos el mercado y nos dimos cuenta de que estos elementos estaban considerados como objetos de lujo para frikis de los reptiles, dispuestos a pagar tres cifras".
A partir de ahí, comenzó una labor de deconstrucción del mito. Alejado de esa idea preconcebida, llegó a la conclusión de que las tendencias actuales oscilan en torno a la naturaleza y a la sostenibilidad. Conjugando esas dos premisas, este joven emprendedor obtuvo el resultado con el que hoy comercializan: pequeños ecosistemas autosuficientes y asequibles a todos los bolsillos.
"Queríamos alejarnos del concepto tradicional, así que nos dimos cuenta de que ir a volumen es clave para poder popularizar el producto. Nos hemos especializado en grandes eventos gracias al merchandising (como la presentación de la tienda Bumpers el pasado lunes). Al tener una pirograbadora láser, con una inversión pequeña, podemos personalizar la marca. Esta semillita, nunca mejor dicho, nos está permitiendo crecer de forma exponencial", subraya.
De las distintas creaciones que ofrecen en el catálogo, el miniterra es la estrella: "Mantiene toda la esencia, pero con un precio de venta al público muy asequible, seis euros". Está compuesto por varias láminas de arena natural que sirven como depósito de agua, sobre la que se coloca una capa de musgo danés y un mineral decorativo. Víctor Muñoz, ambientólogo, es el encargado de elaborar a mano estos trabajos.
Además, se le añade microfauna para completar la cadena trófica: "Eso nos permite llamarlo ecosistema como tal. Lo bueno que tiene es que es apto para todo el mundo. Incluso aquellos que son algo más dejados, ya que se pueden despreocupar de cuidarlo. Es ideal para los que queremos plantas, pero no podemos estar pendientes".
Lo único que necesita es una cucharada pequeña de agua una vez al mes: "Está preparado para que el cliente más negligente lo tenga y tarde hasta tres meses en morirse. Aunque eso sí, si lo cuidas, vive para toda la vida. Tiene un crecimiento muy lento, así que no hay ningún problema, pero no es el plan ideal para quien quiera cultivar musgo para el belén", bromea.
Hablando de su vinculación con este sector, Ignacio explica que su hermano (seis años mayor que él) siempre había tenido reptiles -serpientes, geckos... -, pero que él se había mantenido al margen. En cambio, sí que sentía especial interés en la botánica: "Es una especialidad muy fuerte dentro de los terrarios, así que hacía allí nos hemos dirigido".
Toda la experiencia ha sido una búsqueda constante de sinergias entre sus aficiones y sus estudios: "Estoy en cuarto de ADE, así que los conocimientos que he ido aprendiendo los he aplicado en mis gustos. Aunque eso sí, he aprendido más con la empresa que en la carrera. Lo que me ha dado ha sido los conocimientos básicos de cada una de las áreas en las que hemos ido profundizando".
Un proyecto universitario
Estos emprendedores fueron uno de los ganadores en el Hackaton organizado por Link by UMA-ATech: "El impulso que se le está dando al emprendimiento en Málaga, gracias a los trabajadores del Rayo Verde y Link es tremendo", añade Ignacio.
Emilio Sánchez, estudiante de segundo de marketing y al frente de este departamento, recuerda que su adhesión a la empresa llegó gracias a este Hackaton, un encuentro maratoniano de emprendimiento de alta intensidad. Igual que en los caucus estadounidenses, los participantes tienen 45 segundos para exponer una idea y, a partir de ahí, formar un equipo con el que trabajar durante dos o tres días "a tope": "Tuvimos jornadas de 15 horas sin parar", subraya.
Ignacio y él se conocieron antes de la exposición: "Comenzamos a hablar para identificar cuáles eran nuestras necesidades". Desde ese momento, han conformado un equipo integrado por cuatro personas (estructura, estrategia, fabricación y diseño, con Alejandro Sánchez al frente de este último departamento): "Un perfil fuerte es importante, pero las ganas y el sacrificio están por encima".
Tras varios días de creación, consiguieron el resultado esperado: "En la categoría individual, gané un viaje a la universidad de Berkeley, California, para participar en el Berkeley Method of Entrepreneurship Bootcamp, gracias al premio liderazgo", cuenta Ignacio.
Sin embargo, la clave está en el tercer premio de la categoría grupal: un año de oficina de 30 metros cuadrados en una incubadora de ProMálaga I+D: "Se dice pronto, pero nos ha dado unos recursos brutales. En un mes hemos conseguido facturar lo mismo que en dos años. Gracias a estar aquí, hemos podido participar en la feria Natura con un estand gratuito. Una vez que consigues meter cabeza, el mercado te acoge", relata el CEO.
Afirma que todavía no han entrado en verde, pero todo lo que han ido ganando lo han acabado reinvirtiendo en la empresa: "Después de la feria Natura, que fue un éxito, tuvimos rotura de stock, así que lo celebramos comiéndonos un sushi. Cositas pequeñas para mantener la cordura", ríen.