Cuentan que, cuando Google negociaba con Bernardo Quintero la compra de su empresa VirusTotal, la multinacional estadounidense no llegaba a comprender del todo por qué querían quedarse en Málaga. Nada de Silicon Valley, mejor un chalet en la urbanización de El Candado. Una década después, no solo no consiguieron mudar a Quintero de su provincia, sino que el veleño logró que los estadounidenses terminaran por decidir instalar en el barrio de La Malagueta, frente al mar Mediterráneo, el cuarto centro de Google en el mundo tras las sedes en California, Nueva York y Zúrich.

El caso de Quintero no es una raya en el agua, sino uno de los felices accidentes que han hecho que Málaga trascienda su éxito turístico para convertirse en el hub tecnológico de moda: también han nacido en la Costa del Sol -y en ella se han quedado- el mayor banco de recursos gráficos gratuitos del mundo, el líder global en datos de fútbol o una de las grandes tiendas de aplicaciones alternativas a Apple y la propia Google.

El CEO de Freepik, Joaquín Cuenca; su homólogo de Uptodown, Luis Hernández; el fundador de BeSoccer, Manuel Heredia, y el propio Quintero se reúnen en una extensa conversación con EL ESPAÑOL de Málaga en calle Alcazabilla, frente a la Alcazaba y el Teatro Romano, iconos de otras eras de la ciudad. No evitan ningún tema: analizan pormenorizadamente desde sus inicios en un entorno entonces árido hasta su visión actual de qué creen que le falta al ecosistema local tras el aterrizaje de varias multinacionales tech.

Málaga está de moda, pero no es suficiente con que lo esté”, resume en un momento del diálogo Luis Hernández. Los cuatro representantes de la generación dorada de emprendedores celebran el auge de la ciudad en el sector, pero por eso mismo ven necesario ir más allá. Así ven la Málaga tecnológica los desarrolladores que, casi sin quererlo, la colocaron en el mapa.

Los "pueblerinos"

El CEO de Freepik, Joaquín Cuenca Álvaro Cabrera

 

Quintero todavía guarda el primer correo electrónico que recibió de Joaquín Cuenca, al que define como “catalizador” de esta generación de startups malagueñas. “Oye, Bernardo, sé que estarás liado y hasta el culo, pero a ver si tenemos tiempo de tomar un café y tal. Posdata: mi novia es banquera, por si no sabes dónde meter la pasta, que si no, me mata”, recuerda Quintero, para risa del propio Cuenca diez años después.

“Me gustó ese rollo. Días antes había recibido un email larguísimo de un bufete de abogados que empezaba Estimado señor Quintero, invitándome a un colectivo con un programa de eventos todo estructurado, con todo el mundo enchaquetado, un alto nivel… Y en comparación, te llega el email de Cuenca, un tío emprendedor, que había vendido su empresa antes que yo, y te invita a un sitio donde vamos frikis desarrolladores, no tenemos programa y, encima, nos juntamos el fin de semana”, relata el fundador de VirusTotal.

El evento en cuestión al que Cuenca propuso ir a Quintero fue el BarCamp, un concepto exportado de Estados Unidos en el que distintos creadores tecnológicos se reúnen de forma intensiva, informal y casi secreta para tratar trucos, consejos y dudas relacionadas con sus inciativas. Se celebraba en fines de semana porque de lunes a viernes trabajaban en el desarrollo de sus productos. Su trabajo no era participar en eventos.

— Los BarCamp, visto con perspectiva, fueron más importantes de lo que parecía en ese momento. Aquello fue muy improvisado —reflexiona Luis Hernández.

— ¡En aquel momento no parecía importante! —responde Cuenca. 

— Si yo no hubiera estado en esos BarCamp, la empresa a día de hoy no sería hoy lo que son. Te llegaba Joaquín y te decía: "Oye, que los servidores ya no son en esto, son en aquello". Y lo pruebas y funciona. Son cosas que tú solo no las evolucionarías. Ahí pasé seguramente las 24 horas más importantes y más efectivas de la creación de BeSoccer —dirá posteriormente Manu Heredia.

A partir de la invitación de Cuenca, alicantino pero recién llegado entonces a Málaga por amor tras haber sido el primer español en vender una empresa (Panoramio) a Google; se conocieron los jóvenes startuperos en los BarCamp, celebrados anualmente entre 2010 y 2013. Fue el hito fundacional de una promoción de empresas emergentes con rasgos compartidos: carecieron de inversión de capital riesgo, su foco estaba en el producto, plantearon productos de Internet con proyección global… y preferían la comodidad de la camiseta y las zapatillas para programar que los trajes de chaqueta para acudir a eventos empresariales.

Quintero: “Al final son también muchas excepciones, tampoco es que aquí hubiera un caldo de cultivo perfecto. Fue el caso de Cuenca; mi historia, que también es también súper particular; Luis, que sale de la Universidad... Hicimos de la necesidad virtud. Nacimos de cero porque o nacíamos desde cero o no nacíamos

Cuenca: “Antes se enfocaba mucho más  en atraer a grandes corporaciones. Pusimos el foco en otro tipo de personajes, los nuestros. Crecimos a pulmón porque no había otra forma

El CEO de Freepik recuerda el estigma que todavía existía entonces en torno a la programación: se hablaba de “picar código”, “como si fuera la mina, como si no fuera una actividad intelectual”. En una entrevista con este periódico publicada en septiembre, Cuenca definió a los emprendedores de su generación como “más pueblerinos” que las nuevas hornadas: “Éramos más de hacer algo en lo que creíamos e ir creciendo poco a poco”. El fundador de la segunda empresa española adquirida por Google se sintió representado en el término: eran la generación de “pueblerinos”. Y lo cambiaron todo.

El ecosistema

El fundador de VirusTotal, Bernardo Quintero Álvaro Cabrera

Esa construcción desde el cimiento -esto es, el desarrollo del producto- diferencia a Málaga con los ecosistemas tecnológicos de Barcelona o Madrid, donde -según califica Cuenca- hay “mucha más inversión” y se ha construido el ecosistema “de arriba abajo”: “Se ha inyectado pasta a la gente a punta pala, se han ido creando startups y ha resultado otro ecosistema”, dice.

El alicantino matiza que eso no significa que Málaga deba ver la falta de capital riesgo como algo positivo, ya que “no vendría mal que se hiciese una inversión de calidad” en una emergente nueva generación de emprendedores de la ciudad, con los que está entrando más en contacto gracias a la iniciativa Málaga Startup Community: “Hay bastantes empresas emergentes pequeñitas que están saliendo buenas, es un movimiento interesante. Tenía un poco de miedo de que nadie hubiese cogido el testigo. Por eso dejamos de hacer el BarCamp, al final éramos los mismos de siempre”

Heredia y Quintero se declaran más despistados en las nuevas generaciones de emprendedores locales, a los que creen que podrían servir de ayuda como mentores en encuentros de ese tipo, pero Hernández sí quedó gratamente impresionado al charlar con jóvenes tras un evento reciente.

— Hay gente que empieza ahora y tiene motivación para hacer algo como el BarCamp, o se puede articular desde el Ayuntamiento un circuito alternativo al del parque tecnológico. Se trata de comunidades más pequeñas, crear una cultura —plantea Luis Hernández.

— Nosotros podemos ser referentes en cuanto a la visión de producto. Empezamos en un ecosistema prácticamente inexistente, sin inversión, propusimos visión de productos globales y lo sacamos adelante. Ahora el ecosistema ha cambiado a mejor, es más favorable, hay cierta inversión… —reflexiona Bernardo Quintero.

Una de las obsesiones actuales del fundador de VirusTotal es que el aterrizaje de Google, previsto para 2022, no solo sume, sino que multiplique para convertir a Málaga en el referente europeo del sector de la ciberseguridad. Actualmente forma desde la UMA a expertos universitarios en Ingeniería Inversa e Inteligencia Malware y va con cuidado a la hora de elegir personal para que no desmonte ningún equipo de una startup chiquita.

“No vamos a ser un elefante que entra en la cacharrería de Málaga a revolucionar el mercado (...) Si entran aquí grandes corporaciones oportunistas por las mejores condiciones para montar una fábrica de software, pero dentro de cuatro años se la llevan a Bangalore, a la India, pues han hecho un destrozo”, define Quintero: “Sabemos que Málaga te puede dar muchas cosas, pero ¿qué vas a hacer tú por Málaga?”.

No ha sido el único del grupo llamado por la responsabilidad hacia su comunidad: “Yo me siento muy cómodo con mi figura como malagueño y con que las instituciones presten interés a Joaquín o Bernardo. Me encantaría que Joaquín fuera político”, propone Heredia cuando el CEO de Freepik ya ha tenido que abandonar la conversación y no puede llevarle la contraria. Medio en broma medio en serio, los otros secundan la idea: Cuenca for president.

La lucha

El CEO de Uptodown, Luis Hernández Álvaro Cabrera

Luis Hernández plantea un símil a la hora de entender por qué la apuesta tecnológica de Málaga debe pasar por empresas locales disruptivas: “Tanto consultoras como telecos serían para mí como el turismo de borrachera. Está bien, es turismo al menos, es mejor que nada”.

“Si Málaga quiere transmitir un rollo corporativista, va a poder hacerlo, como muchas ciudades en la India, que hacen un desarrollo de p*ta madre, tienen unos equipos mortales y es súper barato. Pero puedes trabajar en un marco distinto: proteger al emprendedor local. La ciudad es pequeña, tiene unas limitaciones a la hora de absorber y tienes que priorizar. No vale el OK a todo”, argumenta el CEO de Uptodown: “Como dice Bernardo, viene una multinacional, te ficha a gente de startups pequeñas, y se carga el ecosistema”.

Quintero le da la razón: para él, estaba claro desde el principio que si Málaga destacara no sería por la llegada de grandes multinacionales, sino por el ecosistema que pudieran crear desde la propia ciudad. Ante la demanda de su colega de Uptodown de más espacios de oficinas en el Centro, responde: “Una Silicon Tower en el edificio de Correos sería genial”.

“Corremos el peligro de que el Manu, el Luis, el Bernardo, que esté empezando ahora, en vez de ponerse a montar algo por su cuenta, termine en una consultora. Ahí te cargas el ecosistema de startup. Muchas veces no es tema de talento, sino de motivación. Si alguien, cuando sale de la Universidad, no tiene la necesidad de ponerse a montar su proyecto de cero, que sepamos que no va a haber muchas más empresas nacidas en Málaga. Lo que estamos haciendo ahí es exportar nuestro talento fuera. Eso va directamente a las arcas de una empresa que tiene la sede en otro sitio”, advierte Manu Heredia.

Según la reflexión de Hernández, es justamente ahora que el ecosistema está “muy avanzado” y posee “una madurez”, es el momento de plantearse ese tipo de cuestiones: “Hasta ahora valía todo. ¿Qué imagen quieres dar de Málaga? ¿Qué tipo de empresas y productos se van a desarrollar aquí?”, se pregunta.

La motivación

El fundador de BeSoccer, Manu Heredia Álvaro Cabrera

El fundador de BeSoccer ha sido el que más tarde se ha incorporado a la conversación, pero no deja por ello de recordar los tiempos de los BarCamp. Dice que la considera la etapa más bonita de su vida. Recuerda cómo Joaquín Cuenca les decía que rechazaran ofertas de compra de su empresa -entonces Resultados de fútbol- por un millón de euros, y ellos pensaban que estaba demasiado flipado: “Pero al final eso te da una confianza en ti mismo y en tu proyecto… Es que te lo está diciendo el p*to Joaquín Cuenca. Ese tío algo sabe”. Le hicieron caso, no vendieron, y actualmente multiplican por varias decenas esa cifra.

— No se te ocurriría un nivel de ambición si no lo has visto antes desarrollado en otra persona —coincide Hernández.

Heredia admite que le ha costado “muchísimo” evolucionar desde ser puramente programador, lo que más le gusta, a adoptar una posición de estrategia dentro de su compañía: “Pero te reinventas y aprendes a disfrutar de otra manera. Es imposible quejarse”.

“Sí es verdad que no quiero perder el ponerme hitos u objetivos cada vez más difíciles. Cualquiera de nuestros perfiles, sin motivación, estaría muerto”, dice Heredia. Esa ilusión para él ha sido fundamental: empezar a disfrutar programando le cambió la vida tras repetir dos cursos en Secundaria por falta de interés.

— Yo ahora no me puedo quejar de cómo estamos. Son etapas diferentes. Igual tengo añoranza de cuando estaba en la cueva solo creando producto. De la noche a la mañana, pasé de estar en mi cueva a ser el que trajo Google a Málaga. De buenas a primeras, todo el mundo ponía atención a lo que yo decía y, oye, yo soy el mismo que hace dos días. Se forma una especie de espiral positiva y ya te pones otro tipo de objetivos —rememora Quintero.

— A nivel de dificultad, nosotros estamos acostumbrados a solucionar problemas y llega un momento en el que, si tienes un problema con un servidor, sabes que eso lo haces fácil. El reto [de crear un ecosistema de ciberseguridad en Málaga] es muy complejo, pero te mantiene súper motivado —replica Heredia.

Quintero asiente. Para poder cuadrar las agendas, la conversación se ha concertado a las 14:00 horas, y ya son casi las 16:00 h. “¡Estoy enmallao!”, dice el Ingeniero Manager de Seguridad de Google, y los tres amigos se van a almorzar.

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