Málaga está de moda, vale; pero, ¿cómo se llega a Málaga? La pregunta no es baladí. Mientras el ecosistema tecnológico de la Costa del Sol no deja de copar titulares a nivel nacional, a los actores de Madrid o Barcelona interesados en sumar sus fuerzas al proyecto malagueño les cuesta saber de primeras por dónde meterle mano al hub. Los propios protagonistas del auge de la ciudad andaluza se han dado cuenta de la carencia y no han dejado de impulsar iniciativas para hacer el aterrizaje más suave a las piezas que vienen de fuera para completar el puzle de un panorama local todavía en construcción.
En los últimos días, son varias las actividades que han apuntado a una aceleración en dirección. La más reciente, este martes con la presentación ante la prensa del Uppery Club, una sede para altos directivos y empresarios a medio camino entre el centro de negocios y el club social en la zona de Guadalmar, que calcula contar para junio con más de la mitad de sus socios foráneos, es decir, residentes fuera de la ciudad.
"Es una puerta de entrada a la inversión", defendió el presidente del club y CEO de Innventuur, Francisco Espinosa, que explicó que habrá permeabilidad entre el ecosistema de empresas emergentes o startups de Málaga y el selecto grupo de ejecutivos e inversores de toda España asociados al club. Se trata de ponerles un pequeño cebo en forma de resort social en la turística Costa del Sol, pero con sala de juntas y lugares de trabajo, para que acaben inevitablemente involucrándose también con las compañías del lugar en el que se sienten a gusto.
También la comunidad joven de emprendedores Málaga Tech ha fijado entre sus objetivos el sumar agentes de fuera que faltan en el ecosistema. Su primer evento Outstandings sirvió como presentación de las startups locales al despacho de abogados especializado Delvy; mientras que las siguientes ediciones han hecho lo propio con los inversores tinerfeños de Kaudal y los financieros madrileños de The Startup CFO, "empresas que vienen a aportar y a ayudar a hacernos crecer", según las definió uno de los impulsores del colectivo, Juan Antonio Tejada (CEO de Kaikoo).
Uno de las prioridades para este tipo de movimientos es la conexión entre las ideas de los emprendedores de Málaga con el dinero de los inversores de fuera. El grupo Málaga Startup Community organizó el pasado 7 de febrero un encuentro con el "ángel inversor" Tom Horsey, uno de los que ha logrado mayor rentabilidad del mundo y residente entre Andalucía y Malta. El hombre del más de medio centenar de empresas también expresó su entusiasmo por la pujanza malagueña y lo ejemplificó en las varias decenas de personas que se habían reunido para escuchar su ponencia.
Más espectacular todavía fue la bienvenida al también business angel Jesús Alonso Gallo, un concurso de pitchs organizado por la inversora de talento Demium en el que el inversor mostró la ilusión de un recién fichado: "Me vengo a vivir a Málaga porque creo que aquí van a pasar cosas que no van a pasar ni en Madrid, ni en Valencia, ni en Bilbao. Quiero ser testigo de eso", dijo entonces.
Todo esto, sin olvidar el importante rol de otro de los financiadores de empresas más importantes de la Costa del Sol, el alemán Andreas Mihalovits. No son pocas las voces dentro del ecosistema que reclaman una mayor conexión entre el turista empresario europeo que veranea en Marbella, donde entre ciertos estratos no falta el dinero, con las ideas más pujantes de la capital provincial, donde sí hay carencia de capital riesgo.
Si el CEO de VirusTotal y artífice de la llegada de Google a Málaga, Bernardo Quintero, afirmaba que se debía preguntar a las empresas que venían qué iban a aportar a la ciudad, en estos casos es el propio ecosistema el que identifica sus necesidades y lo busca fuera de casa. Y, especialmente para los inversores en las compañías locales, intenta hacer de su aterrizaje un pelín más suave.