La compañía de tecnología financiera Ebury tiene en Málaga su principal centro de operaciones a nivel global, con unos 260 empleados y unas flamantes instalaciones recién inauguradas en la Plaza de la Solidaridad de 2.400 metros cuadrados desde donde dan soporte a toda su red mundial de trabajadores y clientes. Aunque nacida y con sede en Londres, esta fintech apostó desde muy pronto por la capital de la Costa del Sol y comenzó situando hace más de diez años una primera oficina en antiguo PTA y actual Málaga TechPark, de donde pasaron al Centro.
Actualmente, esta tecnológica duplica su valor cada tres-cuatro años y factura unos 400 millones de dólares anuales: son cifras de unicornio, es decir, de tecnológica de rapidísimo crecimiento con valoración de más de mil millones... pero lo mantienen con mucha discreción. Su cofundador y co-CEO, el ingeniero español Juan Lobato, asegura en un encuentro con periodistas que él está a otras cosas y prefiere situarse "bajo el radar".
En cualquier caso, la inauguración este miércoles de su nueva sede en el entorno de El Perchel a pie de calle con dos plantas y terraza le da mayor empaque y visibilidad a este referente de éxito para el ecosistema de la ciudad: "Ebury es un cohete y Málaga es el corazón del cohete. Esta inversión es para consolidar esto", subraya la directora financiera de la compañía, Ana Muñoz.
La inversión en cuestión es de más de 1,2 millones de euros para restaurar y acondicionar parte del Edificio Indocar y situar en él un total de 300 escritorios de trabajo, incluyendo una amplia azotea de 250 metros cuadrados abierta a la ciudad, auditorio o espacio de cafetería y futbolín para los empleados. Según han reiterado desde la compañía, la búsqueda de una oficina tan amplia cerca del Centro de la ciudad, una condición que han situado como indispensable para seguir captando talento, ha tenido gran dificultad por el déficit de este tipo de infraestructuras en la zona.
La previsión de la empresa es de que, tan solo a lo largo de 2024, más de 500 personas procedentes de las 33 oficinas que tienen por todo el mundo visiten las instalaciones y se confirmen, así, como el principal centro de formación de su red global de oficinas. Actualmente, cuentan con unos 1.600 trabajadores en distintas latitudes y han ayudado a más de 49.000 clientes. Su labor es, fundalmente, la de facilitar los pagos internacionales y el cambio de divisas a otras empresas y entidades.
"Para nosotros, fue importante que el aeropuerto tenga un montón de vuelos con el resto de Europa, la conexión que pudimos conseguir con las universidades de Andalucía y el hecho de que la primera inversión que recibimos fue de la Junta", explica Lobato sobre el porqué de la apuesta por Málaga: "Somos españoles y queríamos crear el empleo en España".
Él recuerda que, cuando situaron su primera sede en la capital de la Costa de la Sol, "la ciudad estaba muy distinta". "Empezar en plena crisis económica fue bueno para nosotros porque nos permitió encontrar gente. Al principio no había muchas opciones de empresas tecnológicas", rememora el cofundador de Ebury. Actualmente, en un contexto de feroz lucha por el talento en la gran mayoría del ecosistema tecnológico de la ciudad, encuentran más "complicado" alcanzar ese talento, pero siguen captándolo a buen ritmo y no es una de sus principales complicaciones: "Siempre estamos reclutando gente".
"El problema de Málaga es que no tiene oficinas grandes en el Centro", analiza Lobato. Ese desafío que, pese a situarse la sede social de la compañía en Londres, la oficina de Málaga le puede igualar e incluso superar en tamaño y número de empleados. La tercera mayor oficina de Ebury está en la ciudad brasileña de Sao Paulo y ya, en cuarto lugar, se sitúa la de Madrid: "A nosotros nos ha funcionado mejor Málaga que Madrid", resume.
"Aquí encuentras muchas segundas generaciones de gente internacional que se mudó, debe ser una de las ciudades más internacionales de España. Es una cosa impresionante que nos ha ayudado mucho", valora. La sede en Málaga, de hecho, cuenta con personas de 31 nacionalidades distintas y Lobato considera el optimismo y la sociabilidad como habilidades clave para caer de pie en ella. Respecto a formación, asegura, les vale prácticamente de todo.
Ebury sigue creciendo a una velocidad endiablada. La previsión es que en 2030, dentro de siete años, hayan podido triplicar el número de empleados hasta rozar los 900 en Málaga si sigue a este ritmo. "Los últimos diez años han sido muy buenos y creo que los próximos diez van a ser igual de buenos", reflexiona el cofundador de la fintech.
Desde que Santander adquiriera poco más de la mitad de la empresa en 2020, pese a lo cual se han mantenido independientes, han logrado multiplicar por cuatro su facturación anual hasta los 400 millones actuales. Su próximo gran hito, ya atisba Lobato, será sacar la compañía a Bolsa dentro de dos o tres años. Es de suponer que, para entonces, su corazón seguirá en Málaga.