Como si de un Gran Hermano espacial se tratara, la atmósfera de la Tierra está llena de cámaras. Son satélites que proveen imágenes que nos permiten pronosticar el tiempo, ofrecer rutas para llegar de una dirección a otra o simplemente ver nuestra casa desde arriba... pero que también pueden actuar como cámaras de seguridad de gran alcance, monitoreando y detectando posibles amenazas al planeta.
Esto es lo que propone Coolx, una herramienta de software que se encarga de asegurar mediante imágenes satelitales que las cadenas de suministro de determinados productos no estén produciendo tala de árboles. Es alta tecnología con un impacto social y ambiental inmediato, y se ha hecho desde Málaga.
"Imagínate que estás montando algo a lo que vas a dedicar todas tus energías y todo tu poder mental durante los próximos diez años. ¿Qué quieres hacer?", se pregunta en una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga el CEO de Coolx, Bruno Domínguez: "Claro que somos un negocio, pero eso por sí solo no nos motivaba". Querían ir más allá del impacto económico, querían que su herramienta hiciera posible un mundo más verde.
Para ello, la legislación europea está jugando a su favor: "Ha entrado una nueva ley en vigor en Europa que exige a este tipo de empresas que meten el producto del mercado europeo que demuestren la libre deforestación del producto. Por ley, tienen que demostrar con datos que sus productos no tienen deforestación asociada", explica Domínguez: "Las empresas nunca han tenido que hacer esto, y ahora sí. No están acostumbradas a gestionar este tipo de datos y necesitan una herramienta que les ayude".
Con todo, esta startup no nació inicialmente con ese propósito. Cuando comenzó su andadura en abril de 2022, comenzaron a enfocarse en el mercado del carbono. No obstante, un año después de su creación, el proyecto pivotó para enfocarse en la exigencia comunitaria de estar libres de deforestación: "Si te estás tomando un café o una tableta de chocolate, nosotros somos capaces de medir toda la cadena de suministra para saber si se han talado árboles", resume Domínguez.
"Lo hacemos a través de tecnología, sobre todo. Utilizamos imágenes satelitales para poder irnos hasta allí y las analizamos para ver si las plantaciones son respetuosas o no con el medio ambiente", explica el CEO de Coolx: "También podemos ver el histórico de qué ha pasado en esa plantación y trabajamos con las empresas que importan o exportan esos productos y les pedimos muchos datos".
Y, aunque su vocación tecnológica de impacto ambiental no ha cambiado, ese enfoque en monitorizar la deforestación ya les ha hecho trabajar "con instituciones muy importantes" a partir de la nueva ley europea: "Es un mercado más abierto y más maduro. Las cadenas de suministro están más claras. Hay empresas con recorrido de décadas, gigantes que mueven proyectos a nivel social y medioambiental enorme. Sabes dónde ir a atacar y qué propuestas de valor hacer", compara Domínguez con su anterior enfoque.
Él no está solo en Coolx, sino que tiene como socios a Cristian Jiménez (jefe de tecnología, CTO); Emilio Muela (jefe de operaciones, COO) y José Antonio Sánchez (jefe de producto, CPO). Se encuentran hasta febrero del año próximo dentro del programa valenciano de aceleración de startups Lanzadera, también cuentan con sede en la incubadora de la sede espacial europea en Madrid; pero el origen del proyecto estuvo en Demium Málaga.
Su momento actual es de tratar "con los primeros clientes" y de estar "muy enfocados en el producto". "En cuanto empiece a traccionar la herramienta, ya empezaremos a incorporar a nuevos perfiles al equipo", adelanta Domínguez. Mientras, cerraron a comienzan del año una ronda de inversión en fase presemilla de 155.000 euros, a lo que han ido sumando distintos tipos de financiación como los fondos ENISA o la apuesta por ellos de la propia Agencia Espacial Europea.
Eso sí, una de las cosas que más celebra Bruno Domínguez es que cada se habla más de los fines sociales o ambientales de las startups. "Ahora, el impacto es sexy. Siempre ha habido proyectos de ese tipo, pero en los discursos de los emprendedores no se utilizaba la palabra impacto", plantea: "Ahora, cuando estás montando una startup, hay mucha más gente que desde el principio piensa que o tiene que ayudar al planeta, a la sociedad; o no lo monta".