José Manuel Leceta: "En Málaga, el sentimiento de periferia ha generado un alineamiento emocional"
Entrevista en profundidad con el director general de Innova IRV, uno de los proyectos de innovación más ambiciosos de la ciudad... y España.
21 enero, 2024 05:00Noticias relacionadas
José Manuel Leceta tiene entre sus manos el que el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, consideró el hito más relevante del ecosistema tecnológico de la ciudad del siglo XXI: la Fundación Instituto Ricardo Valle de innovación, también conocida como Innova IRV. Se trata de una ambiciosa alianza de empresas tecnológicas para conseguir sacar adelante proyectos estratégicos que transformen la industria de todo el país, con un centro de diseño de microchips como primer buque insignia.
En enero de 2023, Leceta se incorporó a Innova IRV como director general tras la salida apenas unos meses después del lanzamiento de la iniciativa de su predecesora. Es doctor ingeniero de Telecomunicación, tiene carrera en el sector espacial en Finlandia, Francia y Japón; ha sido director internacional de la agencia española para la innovación, el CDTI; director del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) y director general de Red.es, la agencia española de transformación digital. Y sigue formándose.
Leceta asegura en esta entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga que la Fundación Instituto Ricardo Valle es el proyecto en el que desembocan todas sus inquietudes y aprendizajes a lo largo de los años; y que, siendo consciente de la importancia del asunto, no puede evitar desearse suerte "porque será la de todos".
¿Cómo te picó a ti el gusanillo de la innovación?
Yo he sido siempre una persona muy inquieta. Mi madre y mi abuelo me lo decían: que era muy curioso y lo quería todo. Hice telecomunicaciones, que es también una carrera donde frecuentemente encuentras gente con gran apetito por el conocimiento. Me especialicé en radiocomunicaciones, una ingeniería un poco más intangible que, por ejemplo, caminos, pero que era la especialidad más física.
Al salir de la carrera, tenía la idea genérica de que tenía que hacer algo distinto y aposté por el sector espacial. En aquel momento, se estaba creando Hispasat y, a su alrededor, todo un sector de tecnología que no existía en ese momento. Entré en Alcaltel Space y de ahí pasé al CDTI. Tenía poca convicción de entrar en un centro público; pero paradójicamente encontré un entorno donde podía hacer muchas cosas y en el que si tenías ganas de complicarte, tenías los mimbres.
El leitmotiv siempre ha sido la innovación. Siempre he estado en entornos de oportunidad pero también de exploración de la creatividad. Cada uno tiene su punto fuerte, y a mí creo que se me da bien anticipar la visión y luego operacionalizarla. La innovación es tener la idea, pero también ejecutarla. Es algo mágico ver que una idea se lleva a término y produce un valor. Si no se ejecuta, es una buena idea o una ocurrencia; pero si no tiene impacto no es una innovación.
Después ya, con la tesis doctoral, he encontrado un terreno muy interesante en las políticas y estrategias de innovación. Es un caleidoscopio a través del cual mirar el mundo, porque finalmente todo es cambio. Ya lo decía Heráclito, que nadie se baña dos veces en el mismo río. Yo encuentro aquí unos patrones de pensamiento que me sirven para iluminar muchos fenómenos. Y eso es lo que me mantiene interesado en todo esto.
Es interesante esa aparente paradoja de la innovación y la creatividad desde organismos públicos. Has sido alto directivo en la Agencia Espacial Europea, en el CDTI, en el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT), en Red.es... ¿Qué has aprendido en ellos?
Lo cierto es que no es Administración pura y dura. Yo nunca he sido funcionario, siempre he estado en organismos de interfaz que son públicos en la función pero privados en la lógica de trabajo. Todos son organismos que persiguen el interés general, pero para ellos tienen que relacionarse con empresas. Hay una dualidad, una tensión: hay que hacer lo debido y, además, lo posible. Haciendo solo lo correcto, que sería ejecutar un presupuesto, seremos unos buenos y obedientes funcionarios. Eso no es suficiente. Hay que hacer también lo posible, que es generar valor e innovar.
Son modelos muy distintos. La Agencia Espacial Europea es la innovación basada en la ciencia, busca masa crítica de recursos para generar ingeniería. Eso es un modelo de big science. Otro modelo es el CDTI, que son alianzas tecnológicas de carácter internacional. Ahí, ampliamos las fronteras geográficas de colaboración con países terceros y lancé programas bilaterales con Japón, China, Corea, Canadá o Sudáfrica. En este momento, España es el país que más proyectos lidera del conjunto de la Unión Europea, un lugar donde debería estar. Se ha operado un cambio cultural y las empresas le han perdido el miedo.El tercer modelo fue el del EIT, que lo que perseguía era movilizar sobre todo a las universidades en su dimensión emprendedora.
"La innovación es un caleidoscopio a través del cual mirar el mundo, porque al final todo es cambio"
Red.es era la transformación digital. Cuando yo me incorporé, Red.es no tenía un plan estratégico. Conseguí que se le dotara de uno y de un plan operativo, y cambié la misión: pasó de ser "avanzar en la sociedad de la información", que sonaba muy rancio, a la transformación digital, que incluso ya suena como un tema que debería estar hecho. Era, por tanto, otro modelo: la transformación digital de los servicios públicos, las empresas y el talento digital. Luego estuve trabajando en el entorno portuario de Alicante, centrado en la innovación sostenible. Es un puerto muy cercano a la ciudad que no solamente tiene que ser ágil y digital; sino muy responsable y sostenible, porque está muy cerca y contamina.
Ahora, lo que estamos haciendo en la fundación, es lo más importante y donde yo espero dejar un legado. Se trata de recoger toda esa experiencia y ponerla en valor aquí. Yo estoy muy ilusionado, me parece que el proyecto es la bomba y que aquí en Málaga hay algo muy único. Quizás la gente que vive aquí no lo ve, pero esta fundación es un privilegio. Hay gente increíble y, quizás por el sentimiento de periferia durante muchos años, se ha generado un alineamiento emocional. Eso lo percibo en el patronato: hay muy buen rollo. La gente aquí no solo es muy comprometida, sino que se lo pasa muy bien y está muy ilusionada con lo que hacemos. Steve Jobs decía que tienes que elegir lo que te gusta porque, cuando vengan mal dadas, vas a perseverar y eso también será necesario para innovar. No solamente hay que tener la idea, hay que perseverar hasta llevarla a término. Creo que el intangible del buen clima, la complicidad y la generosidad para colaborar hace que sea algo único. Y eso nos anima, creo, a que todos los que estamos en la Fundación demos el máximo.
¿Qué ha cambiado en Innova IRV desde enero de 2023, cuando entraste como director general?
Yo ya me presenté a la plaza en 2022. Estando en Alicante, supe del instituto, que se presentó aquí en el Transfiere, y me gustó mucho el diseño. En ese momento optaron por otra persona, pero parece que yo estaba en el segundo lugar. Cuando la directora anterior [Francisca Rubio] salió a finales de 2022, me llamaron y entonces pasé la entrevista con el comité ejecutivo.
¿Qué ha cambiado desde entonces? Yo creo que 2022 fue un año de puesta en común de las voluntades y de recoger compromisos de principio. El 2023 ha sido un año más de estructuración, de consolidación y creo que también de priorización. El patronato ha ratificado la propuesta del comité ejecutivo para enfocar la actividad de la fundación a futuro en cuatro áreas: microelectrónica, donde tenemos evidencia ya de los primeros resultados; inteligencia artificial, ciberseguridad y comunidades avanzadas. En 2022, eran diez áreas; pero quien se dedica a la innovación sabe que durante una etapa tienes que ser muy expansivo y explorar, pero luego llega el momento en el que tienes que enfocar. Las otras seis áreas también las vamos a tocar, pero en un perímetro segundo.
Creo que el mensaje es que vamos a intentar replicar el modelo de microelectrónica en las otras tres áreas: inteligencia artificial, ciberseguridad y comunicaciones avanzadas. Y pensando no ya en Málaga, sino en Andalucía y en España. En Innova ya hay empresas de fuera de Málaga que empiezan a interesarse por esto que está aquí.
Y ese el punto en el que estamos: hemos pasado de una fase expansiva a una de focalización. Los resultados de microelectrónica ya están a la vista y tenemos la convicción de replicar eso en las otras tres áreas; asociándolo además ya no solo al parque tecnológico o a Málaga, sino a toda Andalucía. Tenemos que aprovechar el conocimiento allí donde está y que la fundación tuviera recorrido en el conjunto de la comunidad autónoma sería la demostración del éxito.
"2022 fue un año de puesta en común de las voluntades y de recoger compromisos de principio; 2023 ha sido más de estructuración, consolidación y priorización"
Esa evidencia del éxito en microelectrónica que comentas es la autorización de la Unión Europea al proyecto de centro de diseño de microchips de Innova. ¿Qué pasos quedarían para que terminara de convertirse en realidad?
Ese es un tema que también ha cambiado en este año. Cuando me incorporé en enero, el proyecto estaba todavía en fase de información: se había respondido una petición de información de la Comisión y después han venido otras cuatro. Mi convicción era que teníamos que llegar a que la Comisión Europea diera la luz verde, que es algo que se consiguió en junio. Este es un proyecto ambicioso e instrumental, va a poner en el mapa a Málaga. Además, el proyecto tiene un carácter también integrador, de hecho, hay nueve equipos subcontratistas de otras comunidad autónomas y tiene un interés nacional. Es explica también el impulso y el apoyo de Ametic [la patronal española de la industria digital].
Con su notificación, la Comisión autoriza una ayuda del Estado. La Dirección General de Competencia autoriza al Gobierno de España a dar una ayuda de hasta 74 millones de euros para un proyecto de 121 millones. De hecho, el 26 de diciembre se publica en el BOE el concurso restringido a los tres únicos proyectos que quedan por financiarse. Uno de ellos ya estaba en fase de financiación: es el más importante y se llaman OpenChip, está en Barcelona y nace alrededor del centro de supercomputación de Barcelona. El segundo en importancia es el nuestro.
Ahora tenemos que enviar la documentación y el Ministerio resolverá esa ayuda de Estado en un plazo breve. Eso supondrá la puesta en marcha de una empresa instrumental 100% propiedad de la fundación: es otra particularidad de Innova IRV, no solamente apoya proyectos de colaboración entre empresas establecidas, sino que crea también nuevas compañías. Ahora, estamos trabajando en la financiación complementaria desde los 73 hasta los 121 millones de euros y, de hecho, vamos a empezar a dotarla ya de personal y cuadro directivo. Es probable que estas decisiones se tomen en un plazo breve, porque es un proyecto emblemático para la fundación y nuestra ambición es lograr proyectos de esta naturaleza en los otros ámbitos.
No queremos trabajar solo como lo haría una consultora, a rebufo de convocatorias públicas; sino crear y construir propuestas de valor emblemáticas que ninguna empresa, incluso las grandes, pueda concebir. Ese es un problema también del sistema nacional de innovación, que tiene un tamaño medio de empresas relativamente pequeño comparado con sus homólogos en Europa. Tiene toda la razón de ser que haya una entidad que se ofrezca como un espacio neutral independiente para cocrear este tipo de apuestas. Esta es la primera, pero tenemos otras en cartera.
El patronato ha aprobado un plan de actividad en ese sentido, y creo que es una convicción profunda que en España no existen espacios estratégicos de colaboración en innovación. Existen oportunidades, convocatorias públicas, centros ubicados en determinadas geografías; pero no existe esta dinámica que queremos crear de una colaboración que vaya más allá. Esto también explica que apostemos por temática que estén en la agenda de la Unión Europea. Eso es algo que me gusta mucho, porque es garantía de continuidad. Tener esas apuestas en la agenda europea de soberanía tecnológica te garantiza que, independientemente de gobiernos y ciclos electorales, vayamos a estar en la dimensión internacional. La microelectrónica y la seguridad del suministro de microchips, pero también la soberanía de los datos y la inteligencia artificial, desde luego son temas que están en la agenda de la Unión Europea.
Otra cuestión también es que estamos construyendo desde la demanda de las empresas, lo que explica que la naturaleza de la fundación sea privada. La mayor parte de las políticas de innovación son de oferta, del laboratorio al mercado; pero nosotros queremos recorrer el camino del mercado al laboratorio. Se trata de llevar la demanda a los centros tecnológicos y de conocimiento, a las universidades. La fundación no va a ser un centro de recursos, será un equipo pequeño que va a trabajar en cocrear iniciativas para poner en común las demandas de las empresas.
En las políticas de innovación tampoco se aprovecha que muchas empresas españolas tienen una huella internacional impresionante. ¿Por qué otras apuestas en microchips no han funcionado? Porque no se ha trabajado desde la demanda. Se puso la fábrica de microchips de AT&T en Tres Cantos (Comunidad de Madrid), pero no había un ecosistema ni clientes pioneros. El dinero más inteligente es del primer cliente. En el caso de la fundación, por ejemplo, Grupo Premo [empresa malagueña cuyo CEO, Ezequiel Navarro, preside Innova IRV] te pone millones de microchips en el mercado. Esa esa una fuerza de tracción que no se aprovecha en políticas de innovación, y es justo lo que la fundación quiere encarnar.
¿Se maneja entonces alguna previsión de fecha para el centro de diseño de microchips?
Es un tema que arranca este año sí o sí, en la medida en que está ligado a los fondos europeos de recuperación. Se inscribe en el marco del PERTE Chip y tiene sus plazos en los que tiene que ejecutarse. Ahora en lo que estamos trabajando es en la demanda de empresas tractoras que vean en el producto que se va a desarrollar algo que mejore su propuesta de valor en los mercados. No es un discurso, es lo práctico: Premo es un caso, el Grupo Simon es otro. En España, un mercado con un poder de compra agregado importante es la automoción, por lo que es un sector que queremos cultivar; pero también la salud y otros sectores. Estamos trabajando en agregar la demanda suficiente para que esto tenga vuelo y no sea solamente un éxito técnico, como tantos proyectos; pero no un éxito comercial.
¿Qué impacto tendrá en Málaga y el malagueño medio un centro de diseño de microchips?
La mayor parte de las empresas digitales aquí son del ámbito del software y de servicios. ¿Qué ocurre? Cuando hay ciclos económicos, son empresas vulnerables porque son intensivas en personal y terminan desinvirtiendo en equipos. Por su parte, la inversión ligada al hardware y a las instalaciones físicas de diseño son intensivas en conocimiento, lo que es más fácil de deslocalizar y, por tanto, genera dependencias internacionales que se mantienen en el tiempo independientemente de los ciclos económicos.
Yo creo que esto dará una mayor resiliencia al sector digital de Málaga, que ya tiene una pujanza importante... pero va a tener también resistencia para poder hacer frente a ciclos económicos con mayores garantías de que no va a proveer servicios solamente para el entorno más local, sino a nivel internacional de forma duradera. Quien hace una inversión de ese calado la mantiene en el tiempo, porque hay que amortizarla.
En el encuentro tecnológico de EL ESPAÑOL de Málaga con el presidente de Innova IRV, Ezequiel Navarro, estuvo presente el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, y dijo que la fundación era lo más importante que le había pasado a la Málaga tecnológica en todo su tiempo como regidor, es decir, desde hace casi un cuarto de siglo. ¿Crees que es así? ¿Cómo va a transformar la ciudad?
A mí me gusta mucho cómo está diseñado este proyecto porque recoge muchos aprendizajes: qué es la innovación, cómo se promueve, cuáles son sus diferentes modelos, cómo se activa un ecosistema donde necesitas tantas partes para que participen de una cultura común... Todo esto cristaliza en Innova IRV. A mí me parece el proyecto más interesante que he tenido nunca. Es un modelo muy bien planteado y no hay nada parecido, lo digo con la autoridad del que ha visto unas cuantas cosas. Hay una gran generosidad detrás de todo esto.
También hay que ser humildes y saber reconocer los límites. Vamos a buscar a los mejores allí donde estén, este no es un proyecto condicionado por el localismo. En innovación hay mucho localismo, y es otra tensión inevitable: el conocimiento es global, pero la innovación se pega al territorio. El proyecto es de Ametic; solo que el alcalde levantó la mano y dijo: "Empecemos por Málaga, que tenemos un clima favorable". Pero esto no es el final de la historia. Ametic se propone impulsar el despliegue de una red de institutos, uno por comunidad autónoma, en temáticas complementarias; y que venga a ser el espejo del instituto Fraunhofer alemán.
"En Málaga se va a ir creando un cinturón metropolitano, es el precio del progreso; pero yo creo que la ambición está en el aire"
Esto ahora mismo no existe. Incluso los agentes autonómicos que tienen cierto éxito en proyectos europeos trabajan en la lógica de la cercanía, porque el apoyo público que reciben es para modernizar empresas del territorio. Yo espero que en Innova vean el agente comercial capaz de llevarles negocio y traccionar el ecosistema de conocimiento. Nadie está agregando la demanda y, desde luego, nadie tiene las prácticas de cocreación en lógica nacional. Se están haciendo cosas, pero en lógica local o autonómica. La fundación es de interés general, sin ánimo de lucro, pero privada. Está muy bien orientada y ya te digo que a lo que uno aspira es a estar a la altura. Cuando el alcalde dice que esto es tan importante pues, caramba, uno tiene que dar la talla.
Aquí hay un éxito que también tiene su precio. En Málaga se va a ir creando un cinturón metropolitano, es el precio del progreso; pero yo creo que la ambición está en el aire y eso es muy importante. A veces uno tiene las condiciones mejores en otros lugares, pero no siente la necesidad de ir más allá. Aquí sí, parece que hay una necesidad de ir de una ciudad que ya es destino cultural a un destino de innovación. Ves la ilusión con la que habla la gente de estos temas y eso no se encuentra en todos los sitios. Creo que es un asunto al que ha llegado su tiempo y para que uno desea suerte, porque será la suerte de todos.
Como dice Felipe Romera [director general del Málaga TechPark], vamos a cambiar y estructurar el ecosistema de innovación español. Cuando me incorporé, Ezequiel Navarro me dijo que esto no es solo microelectrónica, no es solo Málaga y no es solo digital. Esto lo tengo muy presente. Es un modelo que está en la frontera del conocimiento, que va a tener otras temáticas además de las digitales, y que va a alimentar a otras comunidades autónomas y a otros institutos. Va a ser fantástico verlo cristalizar en la red de institutos Ricardo Valle en los años que me quedan de profesión. Es un tema al que su tiempo ha llegado.