Decía el filósofo José Ortega y Gasset que a las afueras de Málaga estaba el imperio de la luz. Más de un siglo después, su definición puede ser más correcta que nunca: pasado Teatinos, el arte de manejar y manipular la luz se ha convertido en una de las referencias emprendedoras de la Universidad. Se trata de la fotónica, una ciencia cada vez más pujante en la que la UMA se ha hecho fuerte... hasta el punto de crear dos empresas tecnológicas para poder sacar rendimiento a sus propias investigaciones: Bioherent y AGPhotonics.
Claro que todo esto empezó hace más de tres décadas, cuando se creó la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Telecomunicación en la Universidad de Málaga. El entonces veinteañero Íñigo Molina —asturiano de origen y estudiante en Madrid— se sumó al proyecto siguiendo al catedrático Carlos Camacho: "La escuela ha tenido desde su fundación un fuerte componente de gente venida de fuera con un historial en el que la colaboración con empresas es muy típica", explica Molina, hoy también catedrático y punto de partida de la línea de investigación en Fotónica de la UMA.
"Yo me he empapado de esa filosofía de que en las escuelas de ingeniería hay que hacer ciencia, pero también colaborar mucho con empresas. Siempre he tenido esa doble vertiente: la científica, de hacer papers que van a revistas de investigación y a congresos; pero también mantener una puerta muy abierta a la colaboración con la industria avanzada y en la frontera de las cosas prácticas", afirma el catedrático, que recuerda que la colaboración con la escuela es el punto de partida de muchas de las empresas de la Málaga tecnológica.
Molina comenzó investigando en radiofrecuencias y microondas; pero decidió apostar por el campo de la fotónica integrada, "un tema de investigación muy nuevo en el que no había mercado todavía". El tiempo le fue dando la razón: "Comencé con esa línea de investigación, empecé a dirigir tesis doctorales y fuimos montando un grupo que ahora es grande. Pero es lo que se supone que tenemos que hacer en la investigación, abrir temas nuevos", plantea Íñigo Molina: "Al cabo de unos años, aquello empieza de repente a ser viable económicamente, ser atractivo y generar oportunidades".
Pausa. Primero de todo, ¿qué es la fotónica? ¿Por qué es importante la investigación sobre cómo manejar y manipular la luz? "Es el arte de mover y manipular fotones, es decir, la luz; para conseguir funcionalidades concretas", explica el propio Molina: "Lo que soñamos la gente de la fotónica es que con ella se van a poder hacer muchas cosas muy transversales. Igual que la electrónica (el arte de mover y manipular electrones) ha dado lugar a cosas increíbles, aspiramos a que la fotónica tenga un papel muy importante también".
Los fotones, explica, son "receptores y transmisores para las autopistas de la información". Ya sea mediante la fibra óptica o para comunicaciones dentro de centro de datos, los fotones son "excelentes" para esa función. El potencial es, por tanto, gigantesco.
Desde Málaga también se puede
El CEO de Bioherent, Jonas Leuermann, ya andaba trabajando en el campo de la fotónica en la ciudad alemana de Aquisgrán cuando Molina visitó el grupo de investigación de allí para la defensa de una tesis doctoral: "Me dijo que tenían una oportunidad de una tesis doctoral en Málaga con una beca y me gustó la idea", relata Leuermann en conversación con este periódico: "Yo no conocía Málaga, pero sabía que mi profesor hablaba muy bien del grupo de aquí, uno de los mejores a nivel mundial".
En la ciudad andaluza desarrolló su tesis sobre cómo la fotónica puede ayudar a detectar alergias de forma rápida y precisa. De aquella investigación ha nacido Bioherent, una empresa en la que actualmente trabajan unas quince personas del ámbito de la salud, la ciencia y la ingeniería. Se trata de un ejemplo extrapolable a otras líneas académicas:
"En comparación con Alemania, aquí no es tan habitual emprender desde la Universidad y fundar una empresa con base en la investigación que han hecho. Nosotros somos la primera startup de la Universidad de Málaga que ha recibido financiación de capital riesgo. Quizás sea algo que esté empezando a cambiar. Creo que sería muy bueno para la UMA que no solo produzca conocimiento, sino que lo transfiera a la industria", reflexiona Leuermann.
Para él, sería "guay" que la mentalidad de Málaga "se enfocase más en fundar empresas invertir en tecnología: "Eso sería muy importante para la región de Andalucía. Sé que aquí el sector del turismo es muy grande aquí, pero creo que hay muchísimo más potencial para la industria".
La otra compañía nacida en el seno del grupo de investigación de Fotónica de la UMA es AGPhotonics, de la que Pablo Ginel es gerente de estrategia y desarrollo de negocios. Para él, en España hay "un gran nivel técnico de ingeniería" que es "muy bien valorado a nivel europeo y mundial"... pero esto no se traduce en un auge de empresas tecnológicas con mucho valor añadido provenientes de la investigación académica.
"La sensación es frustrante cuando trabajas casi 12 horas al día en un doctorado, pero no estás bien pagado. Eso alienta a que muchos buenos investigadores tengan que salir del país", subraya Ginel: "Falta gente que se quede en el país y que quiera y se atreva a montar una empresa sobre su línea de investigación. Para el tejido empresarial de España, es muy beneficioso que la gente se atreva a hacer su spinoff".
Ginel resalta que, aunque Madrid y Barcelona llevan "cierta ventaja", él ha encontrado aliados en el ecosistema malagueño para desarrollar el proyecto. "El parque tecnológico, por ejemplo, nos ha facilitado mucho las cosas. El salto de la universidad a tener una oficina propia ha sido muy fácil y fluido, muy natural. Ellos ayudan todo lo posible y hay muchas instalaciones disponibles. Yo he visto muchas facilidades y entiendo por qué Málaga está viviendo este boom tecnológico", afirma.
No obstante, al tratarse de una compañía dedicada al hardware, Ginel prevé que cada vez tendrán que ir mudándose a espacios más grandes: "Las empresas que se dedican a hardware necesitan empezar o con un préstamo muy grande o con una inversión muy grande, porque el desarrollo es muy caro. Y más en España, donde la fabricación de chips la tienes que hacer casi toda fuera del país". En el caso de Bioherent y AGPhotonics, ha sido la apuesta económica de los inversores de Bullnet Capital la que está haciendo posible sus proyectos.
"Me di cuenta de que hacíamos muchas cosas pero que no éramos capaces de darle valor. Otra gente le sacaba valor a la gente que formamos y a los conocimientos que tenemos, pero nosotros no"
Íñigo Molina recuerda el momento en el que, tras colaborar con un proyecto de referencia internacional en el que la Universidad de Málaga realizó una parte importante del trabajo, vio claro que desde este punto del sur de España también se podía crear vanguardia a nivel mundial: "Me di cuenta de que hacíamos muchas cosas pero que no éramos capaces de darle valor. Otra gente le sacaba valor a la gente que formamos y a los conocimientos que tenemos, pero nosotros no".
Desde entonces viraron a una visión más enfocada a la empresa, y cree que cada vez más investigadores de la UMA seguirán ese camino: "Estoy seguro de que esto va a promover que otra gente mire el mundo del emprendimiento deep tech. Seguro que mucha gente se va a animar, va a coger confianza y va a ver que es proponérselo", sentencia. Y sin dar ni una hora menos de clase, defiende.