Tienen todo tipo de trayectorias: desde titulaciones universitarias a experiencia laboral en sectores como la hostelería, desde haber migrado de Latinoamérica a haber pasado toda su vida en los barrios más populares de Málaga. Son mujeres que, durante los últimos meses, han dado un giro en su trayectoria laboral para aprender a programar y así poder sumarse a la ola de oportunidades del sector informático. Son las Femcoders y están llamadas a conquistar una Málaga tecnológica que, aunque a veces parezca que no lo sepa, las necesita.
"Se trata de buscar el talento oculto. Son mujeres que tienen mucho potencial y que, por las circunstancias que sean, no han podido continuar ese camino", explica en una conversación con EL ESPAÑOL de Málaga la responsable de esta promoción de Femcoders, Montse Martos: "Ahora, en una edad adulta, ven esta segunda oportunidad de invertir seis meses para recualificarse e introducirse en el sector".
Este programa de formación de 850 horas lectivas dirigido a 24 mujeres en situación de desempleo ha sido impartido por la Asociación Arrabal-AID en el marco de la RedF5 promovida por la Fundación Somos F5. La reciente graduación de estas Femcoders comienza a cerrar una etapa que terminará de culminarse cuando las empresas del ecosistema tecnológico les den una oportunidad: Vodafone Innovation Hub, Sidapan, WindUp o Bosonit ya cuentan con algunas de ellas en sus programas de prácticas.
"Todavía tenemos que seguir tocando puertas", plantea Martos, que trabaja por que haya más compañías que apuesten por este tipo de perfiles: "Hay grandes empresas que ya han hecho colaboraciones similares en otros lugares y tienen la conciencia y las ganas de hacerlo también aquí".
La responsable de la promoción cree que para las tecnológicas, pertenecientes a un sector necesitado de cada vez más talento y diversidad, es una oportunidad contar con ellas: "Al final todas las empresas, ya sean pequeñas, medianas o grandes, necesitan equilibrar los equipos de trabajo. Tener un equipo diverso de hombres y mujeres provenientes de distintas áreas o ramas es un plus".
"Yo ya estoy notando un cambio en el sector, que ya no solo busca talento universitario o ingenieros", reflexiona Montse Martos: "Buscan otros perfiles, por ejemplo, en formación profesional. Les dan otra idea y otra visión que también les ayuda a llegar a una experiencia de usuario más realista".
La formación no solo les han enseñado código; sino que ha contado con visitas a oficinas de referentes del sector, clases magistrales de profesionales del sector o mentorías de autoconocimiento, entre otras dinámicas. En total, han sido ocho proyectos en equipo, dos individuales y otro pedagógico con empresas reales en tan solo seis meses.
"Ha sido una experiencia súper buena, a la vez que llena de inseguridades y miedos. Las expectativas fueron altamente superadas", resumió una de las Femcoders, Blanca González, en el acto de graduación: "Fue una mezcla de emociones que hemos sabido superar mes a mes, proyecto a proyecto. Ha sido una montaña rusa constante que me ha hecho sentirme más capacitada y crecer en lo profesional".
Su compañera Gabriela María Ramos aseguró que han pasado por "un momento de quiebre" durante la formación que lograron superar gracias a "la unidad" y "el apoyo" que se dieron entre ellas: "Este ha sido el comienzo de un futuro brillante que nos toca ahora a nosotras seguir construyendo", planteó. "Me seguiré esforzando día a día, y alguna noche también, para reforzar estos conocimientos y seguir creciendo", añadió la también recién graduada Mercedes Suárez.
"Instituciones, empresas, os animo a seguir apoyando iniciativas como estas", incidió la femcoder Ángela Machado: "Todas las personas en esta sala queremos que nuestras sobrinas, hijas o nietas tengan un abanico de profesiones con la que soñar, incluyendo las profesiones tecnológicas, y que no vean que esto es solo para los chicos. Un mundo en el que no se escuchan las voces de las mujeres es un mundo condenado a perecer".
Ellas no han tenido únicamente que acometer una transformación laboral, sino también que afrontar su propia reinvención a nivel interno y afrontar el síndrome de la impostora que les susurraba que algo así no era para ellas. Pero sí, las oportunidades de la Málaga tecnológica también son para las mujeres de los barrios: "Sería una pena perder todo ese talento que se ha quedado por el camino porque han tenido que hacer frente a otras situaciones de la vida", resume Montse Martos.
"Son mujeres que no se conforman con este bootcamp, sino que lo van complementando con otras formaciones e incluso especializaciones. Ya tienen el gusanillo de no parar y estar en continuo movimiento. Siempre van buscándose la vida para aprender lo que van pidiendo las empresas. Son perfiles súper potentes y con un alto índice de fidelidad con la empresa que les da oportunidad", concluye la responsable de esta promoción de Femcoders.
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