La personalísima apuesta del alcalde, Francisco de la Torre, por municipalizar la empresa de limpieza de Málaga, la antigua Limasa, enfrentándose incluso al pensamiento del Partido Popular y de buena parte de sus concejales, incluía un elemento clave: los trabajadores debían aceptar que una parte de su salario quedase vinculado a la productividad.
El convenio colectivo redactado para encajar las nuevas condiciones de la sociedad pública incorpora esta precisión. Sin embargo, transcurrido el primer año de vida de la nueva Limasam siguen sin concretarse las herramientas que se aplicarán para medir el rendimiento de los operarios y, de este modo, amoldar el cobro íntegro o parcial de la paga a la que tienen derecho en el mes de enero.
La productividad supone, según los parámetros fijados, el 40% de un pago que ronda los 1.472 euros. El 60% restante se vincula al absentismo, de manera que las faltas continuadas sin justificación redundan negativamente en el salario final. Los resultados hasta ahora conocidos demuestran un descenso importante en las ausencias.
El proceso de negociación entablado por la parte municipal, con la concejala Teresa Porras y el gerente de Limasam, Raúl García Paine, al frente, y el comité de empresa, está confirmando lo complejo del acuerdo. Hasta la fecha son seis los encuentros mantenidos sin que las posturas estén aún próximas al acercamiento final.
El siguiente cara a cara, según fuentes de la empresa, tendrá lugar la semana que viene. Y, a la espera de que se allane el camino, la posición del equipo de gobierno empieza a endurecerse. Porras es clara: "Se sigue con la negociación pero en septiembre sí o sí se aprobarán las condiciones, para que los trabajadores sepan cuáles son las reglas del juego". La aplicación de las mismas se dejará notar en la paga de enero de 2022.
Tomando como referencia la advertencia de la edil de Limpieza, los trabajadores tienen por delante poco más de una semana para suavizar su negativa o el Ayuntamiento acabará imponiendo su propuesta. Según García Paine, el principal motivo de discrepancia se produce por la reticencia de los operarios "a que entre la parte humana en la valoración".
"Lo que dicen es que lo que se tienen que aplicar son criterios objetivos", señala el gerente. Y la posición municipal va por otros derroteros. "Es verdad que un operario no es una máquina, pero se sabe cuánto trabajo puede hacer al día, tanto el que barre como el que recoge contenedores", recuerda, señalando que si bien no es algo matemático "hay parámetros" que se pueden tomar como referencia.
Incluso, alude a la existencia de los coordinadores responsables de vigilar los cuartelillos. A este cargo le correspondía hacer una valoración del desempeño de los empleados, algo con lo que tampoco comulga el comité de empresa.
Según pudo conocer EL ESPAÑOL de Málaga, la idea del Consistorio es que se mida con una valoración de hasta 10 puntos a los operarios. Para ello se tomarían en consideración una serie de parámetro:
- Calidad del trabajo realizado.
- Cantidad del trabajo realizado.
- Capacidad, habilidad y conocimiento para realizar el trabajo.
- Esfuerzo y responsabilidad demostrados en la realización del trabajo.
- Colaboración con compañeros, mandos y usuarios.
- Corrección en el trato y aspectos de personalidad favorables en el trabajo.
- Puntualidad, acatamiento de las normas, aseo personal y uniformidad.