La calle Puerta del Mar es una de las vías más transitadas de Málaga. La maestría de sus palmeras y los edificios que la cobijan la convierten en un elegante escenario para disfrutar de una de las principales arterias de la ciudad.
Entre los negocios que se encuentran en esta zona, emerge a los pies de un antiguo edificio la farmacia Rico-Nestares, un referente boticario que cuida la salud de los malagueños desde principios de 1830. Su privilegiada posición custodia todo lo que ocurre en la plaza.
El célebre botánico Pablo Prolongo fue el fundador de esta farmacia, que remonta sus orígenes casi dos siglos atrás. Así, en 1882, su sobrino Agustín Prolongo le compró el negocio, ubicado en aquel momento en la calle Salina de la capital. Esta familia de boticarios colaboró en la fundación del primer Colegio de Farmacéuticos de Málaga, cayendo la presidencia en manos de Agustín Prolongo Montiel.
Años más tarde, en 1868, la farmacia se traslada a su ubicación actual: la calle Puerta del Mar, bajo la regencia de la familia Medina-Montoya. Este apellido es ilustre en la ciudad, ya que Francisco Medina-Montoya fundó la Asociación Jacobea de Málaga del Camino de Santiago.
Igualmente, también formaron parte importante de la Semana Santa malagueña, ostentando el puesto de Hermano Mayor de la cofradía del Rocío. Francisco Medina-Montoya se hizo cargo de la reconstrucción de la iglesia de San Lázaro con "el dinero de su bolsillo".
Finalmente, en enero de 1978, la farmacia llega a manos de los actuales dueños, la familia Rico-Nestares. Cristina es ahora la dueña de esta botica, que se encarga de suministrar fórmulas magistrales a aquellas farmacias que no pueden conseguirlas por sus propios medios. El laboratorio es un "no parar" de hacer fórmulas, "apropiadas para cada persona". Por eso es una farmacia referente en Málaga.
Cristina le compró la farmacia a su madre a principios de este siglo. Desde entonces ha mantenido parte importante de la misma plantilla de trabajadores: "Hay personal que lleva toda la vida con nosotros", explica orgullosa. Mientras, una fila de personas espera su turno para ser atendidas.
"Somos el comodín de la gente, siempre vienen después del médico para que le expliquemos qué medicamento les han mandado", exponen desde la farmacia. En muchas ocasiones, llegan personas -generalmente de avanzada edad- que desconocen el nombre del fármaco o qué efecto le va a provocar.
Tras uno de los dos mostradores que hay en la entrada, se aprecia una pared de madera dividida en cajones, donde, por orden alfabético, están colocados todos los medicamentos que suministra la farmacia.
Dentro, la escalera en forma de caracol conduce a la planta superior del inmueble, donde un paraíso de medicamentos absorbe el habitáculo. A escasos metros se encuentra el laboratorio. Allí, el trabajo no cesa; continuamente tienen las manos ocupadas realizando las fórmulas que van llegando. Hay personas que la necesitan de manera inmediata.
Las calles que envuelven la plaza de Félix Sáenz son muy concurridas, por lo que la ubicación de la farmacia ha provocado que este negocio haya servido de emergencia en más de una ocasión: "Nos hemos encontrado de todo lo que te puedas imaginar", cuentan. Dan rienda libre a la imaginación.
Esta botica, que antiguamente estaba abierta 24 horas al día, es uno de los símbolos más icónicos del centro de Málaga. La calidad profesional y humana que existe detrás del mostrador es la mejor invitación para que la farmacia de Puerta del Mar siga protegiendo la salud de los malagueños muchos años más.
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