Málaga

Como viene siendo ya habitual en los grandes proyectos de la provincia de Málaga, la obra de rehabilitación del antiguo convento de San Agustín y su transformación en sede de la Biblioteca Provincial del Estado ha concitado el interés de las más importantes constructoras del país. 

De acuerdo con la información contenida en la Plataforma de Contratación del Estado, eran en total 17 las firmas que han concurrido a la licitación activada por el Gobierno central para intervenir sobre el inmueble.

De todas ellas, se precisa, ha sido excluida una, con lo que son 16 las que finalmente se van a disputar un contrato ciertamente goloso, ya que roza los 19 millones de euros (incluido el IVA). El plazo de ejecución es de 45 meses.

Entre las principales referencias, cabe citar a Dragados, Sacyr, y OHL, que acude en alianza con Hermanos Campano. Asimismo, es de destacar la presencia de firmas locales como Sando, que acude en solitario.

Las otras propuestas son las de Albaida, Tyg y Osepsa; Asch Infraestructuras y Servicios, en unión a Taller de Construcción TMR; Constructora San José; Edhinor; Ortiz Construcciones y Proyectos; S.A. de Obras y Servicios, junto a Copasa; Antana, junto a Fernández Molina Convento San Agustín; Construcciones Serrot, Sardalla España y Herysan; Ecsa junto a Reca y Bañuls; la UTE de Gyocivil y Actua, y Vías y Construcciones.

Infografía de la obra de recuperación de uno de los patios.

Una de las particularidades de la iniciativa es que el edificio en el que se plantea la biblioteca tiene su origen en el siglo XVI, habiendo sido sede de un convento, del Ayuntamiento, de la Facultad de Filosofía… Y pese a este prolífico legado, durante años ha permanecido invisible, asolado por el abandono y siempre a la expectativa de un destino definitivo.

La operación a desarrollar toma como punto de partida el proyecto del arquitecto Luis Arranz, quien modificó de manera sustancial el proyecto anterior, contratado en 2007 a la empresa Aepo, mucho más lesivo con los elementos originales de San Agustín. "Es un proyecto de restauración en mayúsculas y mantenemos en su integridad la estructura del convento", aseguran los autores de la actuación.

La futura biblioteca tendrá dos accesos. Desde la calle de San Agustín se entrará a la parte que contiene los servicios internos de dirección, administración y trabajo bibliotecario, mientras que desde la calle de Pedro de Toledo se accederá a los servicios de la biblioteca abiertos a la mayoría de los usuarios. Uno de los elementos protagonistas es la construcción de una bóveda acrislatada sobre el patio principal, donde quedará localizada la sala de lectura y préstamo, especialmente pensada para el público.

A este elemento hay que sumar la apuesta por una fachada novedosa en Pedro de Toledo, "que sea malla, tamiz o celosía y que sin definir huecos consiga el efecto de decir que ese edificio es una biblioteca y además decirlo con la dignidad que proporciona una escultura".

La idea pasa por crear una doble piel: al interior con más cristal que macizo y por delante de ésta, una celosía de cerámica con los colores de los barros tradicionales de la región, con seis piezas del mismo tamaño y con las que se busca un efecto escultórico de estantería tradicional repleta de libros.

El pasado reciente y el futuro de San Agustín van de la mano de la Biblioteca estatal, creada en 1835, cuando tras la desamortización recibió los fondos procedentes de los conventos. Este equipamiento vive desde hace 26 años en la Avenida de Europa, sede que iba a ser provisional a la espera de un destino definitivo.

Allí duermen unos 195.000 volúmenes, la inmensa mayoría bibliográficos. Pero no sólo. Porque en los depósitos permanecen ocultos a la inmensa mayoría de lectores, sólo accesibles para los investigadores, un buen número de incunables de siglos XVI o XVII, entre otros.

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