Málaga

El Jardín de la Concepción es por méritos propios una de las grandes joyas botánicas que hay en España. Su riqueza vegetal es comparable a otros muchos vergeles nacionales e, incluso, europeos. Y eso es algo que no muchos malagueños parecen conocer. De hecho, en los últimos meses, este emblemático espacio ha sido noticia no por su riqueza arbórea, sino porque va a ser epicentro de uno de los focos de atracción navideña que la capital de la Costa del Sol va a ofrecer a sus visitantes. 

Las Luces del Botánico, se llama el espectáculo de luz y sonido que hasta el próximo 9 de enero tiene lugar en el interior del parque, configurando un escenario completamente novedoso en la Navidad malagueña.

La apuesta municipal por este evento busca, según cuentan sus principales promotores, abrir el jardín al conocimiento de muchas familias que hasta la fecha bien ignoraban de la existencia de este Bien de Interés Cultural (BIC) bien eludían su inclusión en su agenda particular. 

Pero más allá de que finalmente la experiencia, que tiene vocación de mantenerse en el tiempo de la mano de la empresa Proactiv, sea exitosa, el movimiento permite situar el foco sobre este paraíso, situado a pocos kilómetros a las afueras de la ciudad

Imagen de archivo de los orígenes del jardín.

¿Cuál es el origen del Jardín Botánico de La Concepción? La respuesta está llena de romanticismo. Porque, en esencia, su creación es fruto de la historia de amor de Jorge Loring Oyarzábal y de Amalia Heredia Livermore. Integrantes de dos de las grandes familias de la época. 

"Surge cuando Jorge se casa con Amalia; eran personas cultas y educadas, y deciden hacer el viaje de novios por Europa, visitando los grandes jardines", explica Mariano Vergara, uno de los mayores conocedores del jardín. Abogado de profesión, viene dedicando muchos años de su vida al estudio no solo del emplazamiento, sino también de sus principales responsables.

Vergara confirma que durante ese periplo por el viejo continente, el matrimonio noble "fue creando un sueño, que convirtieron en realidad algunos años más tarde, que era hacer un jardín maravilloso". "En una zona que era un secarral crearon el bosque que hay ahora; en su regreso empezaron a comprar pequeñas fincas colindantes y como tenían mucho dinero crearon este vergel". 

La literatura oficial destaca que en la configuración del espacio, la pareja contó con la colaboración de un jardinero francés, Jacinto Chamoussent, que fue el encargado de seleccionar y aclimatar las plantas exóticas.

El papel clave de Amalia

Admitiendo que el proyecto fue conjunto, Vergera subraya el papel de Amalia. "Fue la auténtica creadora de ese vergel", subraya, elevando el papel de una fémina que se alejó de estereotipo de la mujer de la época. "Decidió hacer cosas", enfatiza. Y de hecho le atribuye también el surgimiento del Museo Loringiano, que estuvo asentado en La Concepción.

Los acontecimientos ocurridos en aquellos años permiten introducir una historia complementaria, que tiene que ver con el modo en que Málaga descubrió la Lex Flavia Malacitana, bronce que contiene las leyes romanas que regían Málaga en el año ochenta.

"Eran unos años en los que empezaron a hacerse muchas excavaciones", recuerda, apuntando como responsable de ello a Manuel Rodríguez de Berlanga, que acabó casándose con una hermana de Amalia y que se hizo "íntimo" de Jorge Loring. 

Imagen de Amalia Heredia y Jorge Loring.

"Era abogado, pero su gran afición era el mundo clásico romano; de hecho, se carteaba con los grandes romanistas de Europa", precisa. Y en este proceso de excavación, en la zona de El Ejido apareció el bronce de la Lex Flavia Malacitana. Nadie se percató del extraordinario hallazgo hasta que Rodríguez de Berlanga le siguió el rastro. 

Del punto en el que fue encontrado, fue llevado directamente a una especie de hojalatería de la calle Compañía donde iba a ser fundido. Ante el valor de lo hallado, Rodríguez de Berlanga avisó a Jorge Loring y compraron la pieza. Ese fue el inicio del Museo Loringiano, cuyos fondos fueron enriquecidos con el paso de los años, en buena medida, gracias a Amalia.

Pero la dimensión de La Concepción va más allá de su condición ambiental y cultural. Es incluso histórica. Porque, según cuenta este experto, fue escenario de algunas de las "conspiraciones" políticas que se realizaron en aquellos años en el intento de traer la Monarquía a España y el sistema de la restauración. 

"De hecho, Cánovas del Castillo, que era malagueño, estaba en La Concepción el día en que fueron a avisarle: 'Don Antonio, ya no podemos lanzar el manifiesto porque el general Martínez Campos se ha sublevado en Valencia y ha proclamado Rey a Alfonso XII'", enfatiza Vergara.

"Los Gobiernos de España se creaban allí" 

Otra de las figuras políticas del momento que disfrutaba de los encantos de La Concepción era Práxedes Mateo Sagasta. "Iba constantemente y cuando llegaba el verano, los gobiernos de España se creaban allí", apunta. Cánovas y Sagasta estaban al frente de los partidos conservador y liberal, respectivamente.

Vergara vuelve a poner en valor a Amalia. "Se da cuenta de que a sus hijos toda la colección de arqueología le importa un bledo. Lo que hicieron fue, para salvarla, venderla al Estado. Por eso tenemos todo lo que hay en el Arqueológico Nacional, incluida la Lex Flavia, y lo que hay en la Aduana”, destaca.

La muerte de Jorge en 1900 y de Amalia en 1902 supuso una ruptura en el jardín. Sus hijos mantuvieron la propiedad durante algunos años más, hasta que en 1911 lo vendieron a un matrimonio de Bilbao: Rafael Echevarría y Amalia Echevarrieta. Ellos fueron los responsables de la ampliación del jardín con nuevas zonas como el arroyo de la Ninfa, la Avenida de Palmeras y el Mirador hacia la ciudad. 

Fallecido el matrimonio vasco, La Concepción pasó a manos del hermano de Amalia, Horacio Echevarrieta, quién conservó la hacienda en perfecto estado hasta 1963, año en el que falleció. A partir de entonces la finca entró en decadencia. Y en 1990, la finca fue adquirida por el Ayuntamiento de Málaga por 600 millones de pesetas (3.606.073 euros al cambio). Hubo que esperar a 1994 para que abriese al público como hoy lo hace.

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