Alfonso Miranda Páez (Málaga, 1947) lleva viviendo en el centro desde hace medio siglo. Desde entonces, este vecino ha observado en primera persona la evolución del barrio donde cada vez hay menos comercios locales y más franquicias. A día de hoy, muy pocos establecimientos de proximidad resisten allí, entre otros motivos por el elevado precio del alquiler, los pisos turísticos y el desembarco de multinacionales.
El expresidente de la Asociación de Vecinos Centro Antiguo ha luchado contra y viento y marea para mejorar la zona, atestada de turistas la mayor parte del año, desde noviembre de 2017. Se va "satisfecho", cuenta en una entrevista con el ESPAÑOL de Málaga que tiene lugar en una terraza de calle La Bolsa, al ceder el testigo a Carlos Carrera y a una nueva directiva dispuesta a luchar por sus derechos.
La asociación con 25 años de vida casi se disuelve hace cuatro años porque los tenían "aburridos". "Otra vez se ha levantado cabeza. Tenemos un equipo estupendo. Se ha hecho un buen trabajo. Hay que luchar por convivir en condiciones y no esperar a que venga alguien para que nos salve", reconoce Miranda, que espera que la agrupación vecinal continúe remando para que sigan bien y se pueda convivir en armonía.
Deja de ser presidente de la Asociación de Vecinos Centro Antiguo después de cuatro años. ¿Cuál es el balance?
El balance lo deberían hacer los socios. Creo que es positivo. Cogimos la asociación en un momento muy crítico. La propuesta que había encima de la mesa era la disolución. Nos juntamos unos cuantos y formamos una gestora. De ahí salió la junta. Cambiamos el chip. Los tiempos pedían otra cosa. Si quien está al cargo de mantener el orden, no lo hace, tendremos que pasar a la acción. Lo que está pasando es culpa directa del Ayuntamiento. No hay intermediarios. El Consistorio no hace cumplir las ordenanzas municipales. Ellos hablan con todo el mundo y le dicen a los medios que hay que buscar el equilibrio. Cuando hablan de buscar el equilibrio lo que están diciendo es: "Vamos a retorcer ley para que parezca que la cumplimos". El equilibrio está en la ley.
Durante su mandato han conseguido una victoria: la sentencia de la plaza Mitjana contra la inactividad del Ayuntamiento para controlar el ruido.
Ha sido un punto de inflexión. Todo lo relacionado con los ruidos judicialmente hay que hacerlo en grupo. La asociación no puede representar a nadie. Deben ser grupos con nombres y apellidos. Estos vecinos han ganado el juicio. El Ayuntamiento, lejos de pedir perdón de alguna manera a los vecinos, recurre y pone a los vecinos otra vez de malos. Ellos tienen la razón y hay que aplaudirle. Nosotros nos cansamos de esa historia. Hemos estado en 200 mesas de negociación. Siempre ha sido una tomadura de pelo.
También han denunciado el tema de las terrazas frente al Mercado de Atarazanas. ¿A la sentencia de Mitjana le van a seguir otras?
Sí. Esto va a ser una cascada. La gente ya se ha animado. Ha visto que se tarda tiempo, pero que finalmente merece la pena. Ya es triste que tengas que defenderte como ciudadano a golpe de sentencia contra los que te representan. Ya dijimos en varios plenos lo que iba a pasar con Mitjana y ni caso. La declaración de la Zona Acústicamente Saturada (ZAS) ya estaba lista y se intentó echar para atrás. No me sentaría en ninguna mesa de negociación con el Ayuntamiento en la que no se levante acta.
¿Cómo se podría conseguir un equilibrio entre los turistas que nos visitan y el bienestar de los vecinos?
Es muy fácil: haciendo cumplir las ordenanzas municipales. A tal se cierra, pues se cierra a esa hora. No se puede gritar, pues no se puede. Y todo el mundo contento. Pero resulta que si se cumple la ley hay un grupo grande que dice: "No me gusta y no la voy a cumplir". Y el Ayuntamiento le aplaude. Por eso hemos llegado a dónde hemos llegado. Pasarán más cosas... El centro está masificado de tal manera que algún día ocurrirá una desgracia. Cada vez viene más gente. Ese es el éxito del Ayuntamiento...
Cada vez viene más gente y hay más terrazas.
Las terrazas en casi todos los sitios no se cumplen. Hay un exceso en general. Los excesos no son buenos para nadie. Incluido el que se cree que teniendo más mesas gana más dinero. Llega un momento en que se tropiezan unos con otros. El vecino es un enemigo para el Ayuntamiento y si es del centro debe irse a vivir a otro sitio.
Hace unos 12 años residían en el centro más de 25.000 personas frente a las 5.000 que hay hoy día. Menudo éxodo...
El Ayuntamiento va cumpliendo objetivos. Una cosa es lo que pregona y otra su verdadera intención: que el centro sea distinto a un barrio, que sea un parque temático donde cabe todo aunque no quepa donde todo sea fiesta. Después está el consumo. La masa de gente lo que trae es consumo, el único objetivo que tiene el Consistorio y por el que se pelea. Claro, el consumo tiene que ver directamente con la hostelería. Hay dos tipos: una buena y otra indeseable. Se llevan el gato el agua los indeseables, los que nunca tienen bastante. Recuerdo hace poco que una señora con un carrito quería pasar por una calle del centro y le dijeron que tirara por otro sitio. Son cosas inadmisibles. El Ayuntamiento lo sabe. Se lo hemos dicho mil veces y mira a otro lado. Se convierte en cómplice de lo que ocurre.
Málaga se ha convertido en otra Magaluf, han dicho en varias ocasiones. ¿La solución es trasladar el eje del ocio nocturno al Cortijo de Torres?
El sitio que lo busque el Ayuntamiento. Es su misión. Podía ser una buena idea. Málaga ha superado a Magaluf. Aquí se permite todo. El único objetivo es que la calle esté llene de gente para que después haya consumo. Se organizan fiestas, se ponen luces. Lo que haga falta. Las luces lo mismo sirve para Navidad que para Carnaval y Semana Santa. La cosa es buscar una excusa para que la gente venga en masa.
El artista Rogelio López Cuenca me comentó que en el centro donde vivió "se podía ir a una exposición, a un museo y a tomar una copa, pero se hacía imposible la vida diaria". ¿Cómo lo ve usted?
Antes se podía hacer. Parecía que el objetivo era la buena convivencia en el centro. Los museos en su momento fueron un anzuelo. Por ahí se fuera se vende el Picasso, el Thyssen. La gente viene esperando otra cosa. Los museos y los cuadros están, pero se encuentran con que no se puede pasar por la calle paseando. Aquí se viene a otra historia. El Ayuntamiento en el árbitro y el árbitro no pita penalti, está vendido.
Reconocerá entonces que la ciudad tiene un gran problema con las terrazas y la ocupación del espacio público.
Sí. Se han dado cuenta hace tiempo que lo tarde de lo público podría ser un grandísimo negocio y le han metido mano a eso. La calle no va a ser un espacio público, sino privado. Si te quieres sentar tienes que pasar por caja. No tienes un banco para sentarte y ponerte a leer. Si no consumes, ¿qué haces en el centro?
Hace poco buscaba un sitio al aire libre para hacer una entrevista en el centro. Acabé en la Plaza de las Cofradías.
Debería haber muchísimos más parques por aquí. Al final se ha privatizado lo público y te han quitado un espacio que es tuyo.
Mientras Málaga fija su mirada en Nueva York y sus altas torres, se olvida de los espacios públicos. ¿Faltan zonas verdes y sitios donde estar tranquilamente en el centro sin tener que consumir?
El neoyorquino tiene su espacio y los parques son suyos. No vamos a descubrir ahora Nueva York. Es un sitio turístico cien por cien. Cada uno tiene su sitio. Al neoyorquino no le han quitado su sitio. Se hace compatible organizando en condiciones y haciendo cumplir las leyes. No es nada complicado. Se cumplen las leyes y las ordenanzas, todo el mundo contento.
El centro adolece de servicios. Incluso me cuesta encontrar un sitio donde tirar el vidrio.
Cada comercio local (una papelería, una ferretería) que se cierra es para abrir un bar o un bar de copas. Te das un paseo y donde antes había una papelería o una tienda de telas ahora un bar.
El Soho y el Puerto se han convertido en una extensión del centro. ¿Qué opinión tiene de esto?
Es como una mancha de aceite. Si se va para allá la cosa no es para diluir esto, sino para ampliar el tema. La intención sigue siendo la misma: el vecino estorba. Llegará un momento que estorben allí y en el barrio que se metan. El concepto de lo público no es no lo que tengan claro, es que lo han pervertido. El Ayuntamiento es cómplice al no hacer cumplir las ordenanzas. Si mira a otro lado... Nosotros hace años como asociación le pedimos una entrevista al alcalde. Estamos esperando todavía. Eso sí, otros entran al Ayuntamiento como Pedro por su casa, a cualquier hora.
¿A qué agente de la ciudad le interesa que se construya una torre en el Puerto?
Al que la construye. Aparte de eso a muy poca gente. No es que no sea necesario, es que es un disparate. Hay intereses económicos de por medio y se vela por eso. Lo que hay que hacer es, por ejemplo, potenciar el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), crear buenas comunicaciones y que la gente vuelva a recibir en el centro personas con buen poder adquisitivo. Que la gente que estudia aquí no se tenga que ir a otro sitio. Que el trabajo aquí no se limite a la hostelería y punto. O la construcción. Si queremos ser una gran ciudad debemos pensar en más cosas.
El Consistorio ha ordenado el desalojo de la Casa Invisible. ¿Qué perdería la ciudad si cerrara este espacio cultural y social?
La Casa Invisible no ha hecho absolutamente nada por el barrio. No le ha interesado. Entonces el barrio tampoco ha respondido al desalojo. Si vais por libres, vais por libres. No es que vaya a aplaudir esta decisión. No son un ejemplo a seguir como vecinos. No hablamos de ideologías.
La pandemia frenó el crecimiento desaforado de pisos turísticos en el centro. Pero otra vez vemos que crecen como setas.
Es una injusticia como la copa de un pino y una laguna legal tremenda que perjudica al ciudadano de a pie y a los hosteleros. Se trata de una competencia desleal hacia los hoteles tremenda porque a ellos no se le exige todo lo que le piden a un hotel: en tema de controles, seguridad. Hay varias administraciones que tienen la culpa. No de usted ningún tipo de permiso porque puede haber daños a terceros. Se te mete un grupo en tu bloque y empiezan a liar el follón y no puedes hacer nada. La Policía viene y no puede entrar en el domicilio. Tú vas a un piso turístico y te puedes encontrar a 14 personas metido en uno. Vienen a lo que vienen en el 90% de los casos: a pasárselo bien y a divertirse porque aquí se puede hacer todo lo que quiera. El Ayuntamiento podría hacer algo y provocar que otras administraciones se sentaran a arreglar el asunto. El vecino que tiene en su bloque varios pisos turísticos está vendido. En época de pandemia se ha visto que los pocos turistas que han venido lo han hecho sin control ninguno. En un hotel no ocurre eso.
Muchos han criticado las aglomeraciones en torno a las luces navideñas del centro. ¿Deberían haber optado por no montarlas otro año más para evitar contagios?
Naturalmente. Yo con la edad que tengo recuerdo la Navidad como una cosa más entrañable, natural y familiar. El centro se llenaba de gente. Era otro ambiente. No era el ambiente de voy a provocar la masa de gente para el consumo. Cada fiesta tiene lo suyo. No hay que tener permanentemente el tema previsto para que si no hay fiesta, nos la inventamos. Esto tiene que estar lleno al cien por cien. El alcalde llegó a decir en plena pandemia que era mejor que los malagueños nos quedáramos en nuestras casas para facilitar que los turistas pudieran estar tranquilamente en la calle. ¿Qué concepto tiene esa personas de los ciudadanos? De que sobramos.
¿Cómo se imagina a la Málaga del futuro?
El modelo no es difícil. La convivencia de la sociedad en democracia está marcada por las reglas del juego: la ley. La ley se discutió en su momento. Una vez que está aprobada, hay que cumplirla. Los que salen votados tienen que velar porque se cumplan esa ley, las ordenanzas. El ciudadano se tiene que defender vía judicial, que ya es triste. El centro reventará de seguir así. Esto no es bueno para nadie a excepción del que está ganando mucho dinero con este sistema, protegido y auspiciado por el Ayuntamiento.
El Consejo de Ministros ha aprobado esta semana la candidatura de Málaga a la Expo 2027. ¿Qué le parece?
La Expo no es lo que va a salvar Málaga, quizá sea lo contrario. No es la panacea, ni mucho menos. Una ciudad debe andar por sí sola, no esperar una Expo, un acontecimiento extraordinario, para levantar cabeza. Hay que programar la cosa para que esto ande solo. Mucha gente que ha estudiado aquí se ha tenido que ir fuera. Sólo pensamos en la hostelería y la construcción. Si se ponen en serio con lo de la Málaga tecnológica, quizá haya otra salida más. Y que Málaga sea una ciudad grande pero de desarrollo, no a la espera del turismo. Esas son cosas muy efímeras: vienen o no vienen.