Bajo el mismo suelo que pisan a diario cientos de turistas atraídos por las pinturas y obras que lucen en las paredes del Museo Thyssen, se esconden restos de la Málaga romana. Era el siglo I y el mar tocaba casi la que hoy es la calle Cisneros.
Las excavaciones ejecutadas hace ahora más de una década para conformar una de las grandes pinacotecas de la capital de la Costa del Sol sacaron a la luz piezas de lo que era una antigua villa romana, piletas de salazones de pescado y, sobre todo, de un ninfeo (una fuente) decorado de peces (varios atunes, un voraz, entre otros) y paneles pintados.
Una estructura que los expertos arqueólogos subrayan como única en la ciudad. Según relataba Pedro Sánchez Valdés, uno de los especialistas vinculado a las tareas de excavación, una de las particularidades de esta rica pieza es que funcionó durante casi 300 años, entre los siglos II y V.
Este descubrimiento es uno de los 35 de épocas fenicia, romana y musulmana incluidas por el Ayuntamiento en una ruta de hallazgos a la que ha dado forma a través de una página web. Se trata además de un emplazamiento que, según los planes en los que viene trabajando desde hace años el Consistorio, se quiere abrir al público, de manera que los visitantes del Thyssen tengan la oportunidad, además, de conocer de primera mano lo que hay en el subsuelo.
A falta de fechas ciertas, las previsiones de la Gerencia de Urbanismo apuntan a la posibilidad de que la antigua villa y el ninfeo sean visitables a lo largo de este año. Eso sí, las condiciones de acceso estarán muy medidas, de manera que se proteja en todo momento el resto. A modo de ejemplo, se apunta a que los grupos no podrán exceder de las 10 personas y por un tiempo limitado.
El concejal de Ordenación del Territorio, Raúl López, confirma la intención municipal de activar la licitación de los trabajos necesarios, valorados en unos 300.000 euros, en los próximos meses. A partir de ese momento, quedará afrontar la ejecución de los mismos. El edil opta la prudencia y por da plazos, dada la sensibilidad del escenario en el que se desarrollarán las actuaciones.
Para avanzar en esta posibilidad, Urbanismo viene realizando desde hace años actuaciones para lograr controlar los niveles freáticos del subsuelo, un verdadero quebradero de cabeza desde el inicio de los trabajos del museo. Esta labor ha incluido la construcción de cuatro pozos y la instalación de bombas de bombeo para actuar en caso de necesidad.
Según los arqueólogos, en el recinto se constatan varias líneas temporales. La más tardía, correspondiente al periodo entre finales del siglo I y finales del siglo III, corresponde a las piletas de salazones. Pero al mismo tiempo se observan restos de una domus romana construida en el siglo III y que funcionó hasta mediados del siglo IV.
Esta construcción se levantó sobre una estructura anterior y coetánea con las primeras piletas. Uno de los apuntes de la investigación destaca que mientras el dueño utilizó elementos rudimentarios en la casa, no escatimó en mármol y otros materiales en la fuente. En otro punto del recinto se cree que hubo una tienda de venta de los salazones, lo que supone un valor añadido al descubrimiento.
Detalles de la villa
La información contenida en la nueva web municipal precisa que la villa se emplazaba en la periferia de la urbe, diferenciándose claramente la zona residencial y la zona industrial de fabricación de salazones. Sobre una primera instalación del siglo I d.C, se van produciendo remodelaciones del espacio industrial y residencial que permiten realizar una lectura de las variaciones constructivas durante varios siglos, que culminan en la segunda mitad del siglo V con el cese de la producción y su abandono.
En la zona residencial, se distinguen hasta catorce habitaciones, identificándose espacios como la cocina, las letrinas, la lavatrina o baño, organizadas de forma ortogonal en torno a un patio circundado por alineaciones de pilares a modo de pórtico, en el que destaca un ninfeo o fuente monumental en un excepcional estado de conservación.
La fuente conserva un programa decorativo con figuras de peces, resueltos con gran realismo: figuras de colores muy vivos y contrastados, sobre fondo neutro que las resaltan. Único ejemplo hasta el momento en la ciudad de este tipo de decoración.
Finalmente, en la línea de la calle Compañía, se documentó un espacio delimitado por dos muros de sillares en opus quadratum, que conforman un aparejo muy vistoso y de cierta monumentalidad, de los que se conservan 7,25 metros lineales y el arranque de una escalera. Esta alineación del muro de sillares se traduce en cartografía como el posible origen de la calle al exterior.
La distribución del conjunto cambia para el período tardorromano, realizándose importantes reestructuraciones: la zona doméstica se desplaza, en una construcción de cierta importancia que conserva parte del pavimento de mosaicos con motivos geométricos blanco y negro, el ninfeo eleva la cota de las fuentes y se añaden nuevas piletas a las ya existentes, etc.
En el siglo V se abandona completamente el lugar y será ya en momentos bizantinos (siglo VI) cuando se reutilizan sus estructuras como necrópolis, encontrando las inhumaciones directamente sobre los mosaicos de la villa.