Tercera planta subterránea del aparcamiento municipal de la Alcazaba. Escondido, desahuciado junto a una plaza de estacionamiento más se encuentra lo poco que queda de un enterramiento fenicio que data del año 550 antes de Cristo. Pocos malagueños son conscientes del valor del hallazgo, sacado a la luz durante la construcción de un parking por el que a diario pasan cientos de vehículos.
El abandono que padece el yacimiento supone una mancha en el reciente reencuentro de Málaga con su historia. Tras décadas en las que la labor de los arqueólogos era motivo de suspicacia y controversia, en las que la aparición de cualquier vestigio era causa de recelo y temor, la ciudad parece ahora sensible a valorar en su justa medida el valor del pasado oculto.
Ya sea por presión social o por decisión propia, son evidentes los pasos dados por instituciones como la Junta de Andalucía, dispuesta a crear un espacio museístico para parte de los restos encontrados en la traza del Metro, o del Ayuntamiento, que acaba de activar una web que permite visitar hasta 35 grandes yacimientos en la zona del Centro histórico.
Gestos reseñables que, sin embargo, no esconden el ostracismo al que se ven sometidos determinados descubrimientos de relevancia para entender lo que fue la Malaka fenicia, la Malaca romana y la Málaga musulmana. Lo que sigue sucediendo en torno al hipogeo fenicio de la Alcazaba es fiel episodio de esta asignatura pendiente.
El edificio se levanta a apenas metros de la plaza de la Merced y de la parcela de los antiguos cines Astoria y Victoria, objeto de interés en los últimos años como consecuencia de la aparición de restos romanos, árabes y cristianos. Pero los focos que durante meses se han posado sobre el solar municipal han obviado por completo el enterramiento del parking.
Ahora al menos se rescata su referencia en la ruta arqueológica impulsada por la Gerencia de Urbanismo. En la documentación incorporada, se apunta la existencia de un proyecto para su puesta en valor y conservación. Sin embargo, poco o nada se sabe de los planes reales para intervenir sobre esta pieza.
Alejandro Pérez-Malumbres Landa fue el director de la intervención realizada sobre el yacimiento, tarea en la que también participó Juan Antonio Martín Ruiz como codirector. Es, por tanto, uno de los especialistas que mejor conoce el hallazgo.
"Es una tumba más conocida en el ámbito de la investigación del mundo fenicio que en Málaga, porque está olvidada, en la planta de residentes, en una esquina, sin iluminación, sin un vallado adecuado; son unas condiciones lamentables", denuncia, resaltando las condiciones de humedad que le afectan.
Este especialista subraya que fue un descubrimiento inesperado tanto por la ubicación como por la profundidad. "La propia arquitectura era una cámara enterrada pero tenía por encima varios metros de arcilla", recuerda. Lo que ahora se mantiene es una parte de lo que realmente había. ¿Qué ocurrió? Que las máquinas que participaban en la construcción del aparcamiento, pese al control arqueológico existente, se llevó por delante "la mitad de la tumba y probablemente más".
"Debían ser personajes muy importantes de la Malaka fenicia del siglo VI a. C., aunque el último puede ser del final del V o principios del IV por el ajuar"
El valor de lo que allí se encontró es sustancial. Según Pérez-Malumbres Landa el enterramiento pertenecía, probablemente, a una misma familia. Se llegaron a hacer pruebas de ADN para confirmar la identidad de los individuos encontrados, pero las muestras se encontraban muy deterioradas. "Debían ser personajes muy importantes de la Malaca fenicia del siglo VI, aunque el último puede ser del final del V o principios del IV por el ajuar".
"Cada uno de ellos tenía pendientes de oro, tanto los masculinos como las mujeres", enfatiza. En el caso de la fémina, las joyas eran algo más grandes y decoradas, pero los dos hombres que estaban enterrados en la fosa inferior, la principal, también tenían. A estos elementos, algunos de los cuales están en el Museo de Málaga, hay que sumar cerámicas de origen griego.
Detalles al que sumar otro ciertamente peculiar. "Un dato curioso al que le dimos importancia después: la aparición del esqueleto de un pequeño perro quemado pero no consumido en la cimentación del hipogeo. Se trata de un sacrificio ritual, documentado en alguna otra necrópolis y santuario fenicio, que se remonta a tradiciones orientales descritas en el Antiguo Testamento", relata.
La información incluida en la web municipal destaca la existencia de cinco pendientes de oro, restos de cerámicas griegas e ibéricas y restos de banquetes u ofrendas alimenticias rituales. De las cuatro tumbas sólo se conserva la número 4, que es la que presentaba la cota más baja y la que presentaba un mejor estado de conservación.
El especialista llama la atención sobre un hecho que no debe pasar desapercibido. "Malaka no era tan importante como Gadir, pero sí era de las más importantes", y éste fue el primero de los hipogeos encontrados. Pérez-Malumbres Landa vincula este enterramiento con el encontrado en Campos Elíseos, al otro lado del monte Gibralfaro.
En ese enterramiento se ha comprobado que la gente era más humilde. "La población de Campos Elíseos no sobrepasaba los 40 años; todos mueren entre los 20 y los 40; en el caso del hipogeo de la Alcazaba uno alcanzó los 50 años. Eso constata la calidad de vida que tenía", destaca.
"Cuando hablamos de los hipogeos tenemos la Tumba del Guerrero en la Aduana, otro en calle Mármoles, pero hipogeos fenicios no hay muchos. Te puedes ir a Algarrobo, a Ibiza, a Cartago. Lo que tenemos en Málaga es una joya", apostilla.
Otro experto advierte de que los hipogeos no aparecen de manera aislada, sino que suelen formar parte de una necrópolis más amplia. Y recuerda la aparición de otros enterramientos al otro lado de la ladera. "Los fenicios solían buscar unas ubicaciones concretas para los enterramientos, querían que los cuerpos estuviesen en espacios frescos, donde pasase cerca un río; cuando buscas necrópolis fenicias no salen un hipogeo en medio de la nada", añade.
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