Eran las siete menos diez de la mañana del domingo 23 de enero. El silencio reinaba en la habitualmente concurrida barriada malagueña de La Luz, en la zona oeste de la capital. Sin embargo, un gran estruendo rompió el sueño de los vecinos de calle Gallito y Avenida de Velázquez, que despertaron sobresaltados.
El ruido provenía de la oficina bancaria del número 70 de la Avenida de Velázquez, que coincide que está justo en la esquina de la calle Gallito. Allí, un joven de 23 años, según señalan fuentes policiales, estaba destrozando el cristal y los cajeros con una barra de hierro.
Un día después aún se ve cómo la puerta de entrada tiene roturas por los golpes que propició. Además, en varios cajeros también se encuentran afectadas las pantallas de información y los lectores de códigos. El tamaño de los agujeros es muy similar, por lo que todo apunta a que el detenido utilizó la misma llave de tubo curvada en cada uno de los golpes. Esta medía unos 30 centímetros.
"Al principio creíamos que estaba robando, no entendíamos qué pasaba", cuenta una de las vecinas de la zona a este periódico alegando que el joven estuvo dando golpes durante varios minutos y se marchó. Al poco tiempo, llegaron los agentes de la Policía Local, a los que los mismos vecinos alertaron. En el escenario de los hechos, los efectivos se encontraron, además de los cristales y cajeros rotos, manchas de sangre, pero ni rastro del sujeto.
Los agentes, tras una batida por el barrio de La Luz, localizaron al joven a escasos metros del lucar, en Carril del Conde, a la altura de calle Antillas. Lo hallaron agachado, con intención de ocultarse. El chico intentó huir a la carrera, pero los agentes pudieron interceptarlo sin perderlo de vista.
Tras identificarlo, los agentes vieron que el joven tenía las manos llenas de sangre, entendían que por los cristales que saltaron en cada golpe que propició. Así, el detenido manifestó que lo hizo porque "no le gustaban los bancos".
La Policía Local de Málaga procedió a su detención y este fue trasladado a Comisaría no sin antes pasar por un centro médico para curar sus heridas. Así, la oficina fue precintada por los agentes a la espera de poder informar de los hechos al responsable de esta. Esta mañana, como ha podido comprobar EL ESPAÑOL de Málaga, la oficina estaba en funcionamiento como habitualmente. Esta lleva tan solo unos meses abierta.