Una institución que remonta su origen al año 1884. Ese fue el momento en que llegaron a Málaga capital las primeras integrantes de las Hermanas Hospitalarias, dedicada a la atención de personas con problemas mentales. Inicialmente, mujeres.
La centenaria agrupación puso su primera piedra en unos terrenos del camino de Casabermeja, levantando en 1889 la que fue la primera institución psiquiátrica de Málaga, conocida como Manicomio de Hijas Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús. Ahora, mira de frente al siglo XXI, con un complejo que da cabida a unos 330 pacientes, muchos de ellos llegados de fuera de Andalucía.
Ahora, ante la necesidad de aumentar su respuesta ante un incremento evidente de la demanda, la orden acaba de activar un ambicioso proyecto de ampliación de sus actuales instalaciones. Los números dan buena muestra de la envergadura de la operación: más de 12 millones de euros en inversión con los que generar unas dependencias capaces de atender a 120 nuevos pacientes, así como un centro de estancia diurna con 20 plazas.
"Nuestro objetivo es poder empezar las obras a finales de este año", explica a EL ESPAÑOL de Málaga Federico Donaire, gerente del centro, que se levanta en la zona de Segalerva. A partir de ese momento, unos dos años de trabajo. El objetivo, reseña, es que estas nuevas dependencias puedan estar operativas a finales de 2024 o principios de 2025.
Más allá de los parámetros económicos que rodean la iniciativa, Donaire pone el acento en el objetivo que se busca con la misma: crear unidades funcionales. "Es lo interesante del proyecto; viene a ser algo equivalente a un hogar, con ocho plazas cada una", precisa.
A esto se suma que, aunque de inicio están pensadas para pacientes con discapacidad intelectual, la mayoría de ellos con un grado de dependencia máxima, el modelo a desarrollar tiene carácter polivalente, de manera que en caso de necesidad también permitiría albergar a otro tipo de residentes.
"Por cada ocho plazas se disponen zonas comunes (a lo que sumar las medidas de seguridad necesarias); es como si alguien estuviese en un apartamento", destaca el gerente del complejo, quien apunta que si a las nuevas instalaciones se le quitan las puertas automatizadas se puede incluso generar una unidad hospitalaria convencional. "No conozco ningún centro que esté montado de esta manera", valora.
Y todo ello completado por salas de estar, comedores, cocinas-oficio, despachos, almacenes, salas de terapia, talleres, patios, solario, jardín terapéutico, gimnasio, piscina, pistas deportivas… La institución sanitaria ya ha activado la cuenta atrás. De hecho, hace un par de semanas fue aprobado inicialmente el estudio de detalle que permite ordenar la intervención por la Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de Málaga.
La ampliación del centro se completará con un espacio de estancia diurna con 20 plazas. Aunque no son todos los casos, hay pacientes que por sus condiciones siguen pasando determinadas franjas del día e incluso periodos con sus familias. Y disponer de una plaza en estas instalaciones "les permite tener un respiro diario o durante las vacaciones".
Respuesta ante la pandemia
Donaire cifra en unas 260 las personas que actualmente trabajan en el centro. Una de sus particularidades es que todos los servicios se prestan de manera interna, es decir, no se contrata a ninguna empresa externa.
Como todas las instituciones sanitarias, no se libró de la Covid. "Tuvimos la mala suerte de que nos entró la primera ola cuando nadie sabía nada del tema", lamenta el gerente. Pese a ello, el equipo del complejo reaccionó e incluso se anticipó en la toma de decisiones.
"El 6 de marzo, un viernes, contraté a cuatro costureras; el estado de alarma se decretó el 14. Dejamos a los chinos (en referencia a los bazares) de Málaga sin tallas quirúrgicas, habíamos seguido lo que pasó en Italia", recuerda. A pesar de las acciones, el coronavirus estuvo detrás de la muerte de un paciente de oncología.
En total, en esa primera ola, 40 casos, con seis fallecidos. "Hicimos lo contrario de lo que nos decían; nosotros dispersamos a todos, abrimos el gimnasio, la sala de actos… Eso nos libró de que fuese peor", relata.
Incluso, rememora con satisfacción la colaboración que les prestaron desde fuera, "Hubo mujeres de Pedrera, un municipio de Sevilla, que se pusieron a hacer mascarillas, dejamos el Decathlon sin gafas para buceo; y acabamos los delantales para pescadería"...