Málaga

El empresario malagueño José Luis Ramos, copropietario del restaurante de los Baños del Carmen, acaba de cerrar el acuerdo de compra del antiguo Cortijo Bacardí. ¿El objetivo? Utilizar el emplazamiento para la organización de bodas, congresos, eventos y conciertos. 

El inmueble, según las referencias históricas, fue levantado por los frailes franciscanos entre los siglos XVII y XVIII sobre una parcela de unos 20.000 metros cuadrados. La parte edificada, según el nuevo propietario, dispone de unos 1.900 metros de techo. El propio operador destaca que una de las salas permite congresos de cerca de 200 personas.

De acuerdo con la información urbanística existente, cuenta con protección arquitectónica lo que limita las posibles intervenciones sobre el mismo. "El cortijo está en muy buenas condiciones, lo que tenemos es que limpiar, porque está cerrado desde 2008", ha explicado el empresario a EL ESPAÑOL de Málaga.

Patio del cortijo.

Unas labores a las que sumar el adecentamiento todo el espacio exterior, uno de los principales atractivos del complejo, y realizar labores en los jardines. Ramos ya se encuentra en conversaciones con el Ayuntamiento de Málaga para reactivar la licencia de uso del espacio. Opta por la prudencia a la hora de fijar un calendario de apertura.

En el Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) de la ciudad se describe como edificación de carácter rural organizada en torno a un patio central con pozo pétreo y pórticos de pilares y arcos de medio punto rebajados. "De su recia fábrica sobresale la característica torre mirador, estructura de planta rectangular y dos alturas", se añade.

En cuanto a su origen, se destaca que estaba asociada al cultivo de la caña de azúcar, exclusivo de la vega del Guadalhorce y de la cercana del Guadalfeo. Los técnicos ponen en valor las actuaciones de rehabilitación llevadas a cabo en el inmueble.

Otro de los detalles de la edificación.

Este simbólico espacio del pasado industrial de la capital de la Costa del Sol fue noticia hace ahora algo más de un año cuando el grupo de inversión Aquila se hizo con buena parte de la finca para el desarrollo de un gran centro logístico. La operación, sin embargo, no afectaba a la totalidad de la finca.

El movimiento de Ramos, que llevaba en conversaciones desde hace meses con Bacardí, sí supone la desvinculación definitiva de la marca de la que fuera su propiedad en la ciudad, donde mantuvo activa una fábrica de bebidas.

Noticias relacionadas