Casi dos años de excavaciones a cielo abierto hicieron de la obra del Metro de Málaga una especie de ventana abierta al pasado de la ciudad milenaria. Por ella se han asomado miles de vecinos en su tránsito por la Avenida de Andalucía, descubriendo el antiguo barrio de los tratantes de la paja o las viejas curtidurías.
Enterrada la zanja antes salpicada por los chalecos amarillos de los operarios y arqueólogos; tapada por el cemento y el alquitrán al que retornaron los coches, se abre de nuevo una oportunidad al reencuentro con una parte de aquello que fue recuperado.
Cumpliendo el compromiso asumido, la Junta de Andalucía da un paso más para que del orden de un centenar de piezas rescatadas del olvido sean expuestas para su contemplación. Muestras de lo que fue el arrabal medieval islámico (con una cronología que va desde el siglo XII al XIV), y de una época moderna (s.XVI-XVIII) y contemporánea (s.XIX-XXI).
Los documentos que acompañan a la licitación del proyecto de ejecución y adaptación del espacio museístico, que no parece pueda estar abierto antes de 2023, permiten imaginar con detalle cómo será esa casa especialmente pensada y diseñada para los restos arqueológicos del suburbano.
Una de las particularidades ahora conocida, es que este espacio cultural será bautizado con la denominación de Enclave Arqueológico de Malaqa, con el objeto de resaltar la presencia de la ciudad islámica con su muralla nazarí conservada in situ y un extenso arrabal con una intensa secuencia de ocupación.
Con esta apuesta, "se podría poner en relación con otros enclaves en la ciudad de Málaga como el teatro romano (visitable) o la mezquita funeraria de la calle Agua (no visitable aunque recientemente musealizada)".
El emplazamiento finalmente elegido tiene unos 2.165 metros cuadrados de superficie, con una altura de 5,2 metros y una anchura media de unos 13. El objetivo de la operación es mantener su actual carácter diáfano, buscando con ello "una integración desplazada de los restos encontrados bajo rasante". La idea, según se indica, es hacer algo parecido "a una cripta arqueológica".
Y en este sentido, desde la Administración regional se incide en que el proyecto de actuación deberá concebirse como una superposición de capas, de manera que cada una complemente y enriquezca a la anterior. Para facilitar su entendimiento, el conjunto estará dotado de un plan museográfico.
"Hacer de este gran sótano un espacio sugerente y espacialmente interesante, debe ser uno de los retos principales del equipo responsable del proyecto", se reclama. Pese a admitir la complejidad de intervenir en un medio subterráneo, desde la Agencia de Obra Pública se fija como valor a añadir en la actuación "la posibilidad de establecer puntos de permeabilidad entre el espacio sobre rasante y la nueva cripta, fomentando las relaciones visuales entre el exterior y el interior y potenciando la entrada de luz natural, mediante hendiduras o huecos practicados en el plano superior".
Detalle de los restos
¿Pero qué se ha rescatado? Dos tramos de muralla nazarí (s. XIV), una vivienda musulmana (ss. XII-XIV), un horno del siglo XI; una calle completa de la época nazarí de los siglos XI y XII; y otra de la época cristiana moderna de los siglos XVI-XVII. A ello hay que sumar elementos de la curtiduría para tratar el cuero de los siglos XVIII-XIX con tinajas y piletas.
Los especialistas subrayan el valor de los bienes. Muestra de ello es que se valora el hallazgo de la muralla nazarí por tratarse "del único vestigio conservado in situ y marca el límite de la ciudad islámica justo en el tramo de la puerta en recodo".
Respecto al conjunto, apuntan que tiene "el valor representativo de ser el único testimonio del arrabal de Attabanim, que se presenta como un gran arrabal marítimo, situado al suroeste de la ciudad y separado de la medina por el río Guadalmedina".
"La tipología de las viviendas concuerda con los prototipos tradicionales de la casa islámica en torno a un patio pero éstas cuentan con la singularidad de que tienen numerosas aperturas al espacio de la calle principal para actividades de tipo mercantil o artesanal", se apostilla en uno de los documentos oficiales.
En el mismo, se enfatiza la importancia de los viales como elemento fundamental de la trama urbana, al organizar la ciudad con un esquema ortogonal que se mantiene, "lo que sugiere la construcción ex novo de su urbanización y por lo tanto una planificación previa".
Reclamo ciudadano
En la memoria de la actuación, se pone el acento en que se trata de una intervención "reclamada por la ciudadanía", consciente de "la sistemática pérdida patrimonial que ha supuesto la ejecución de infraestructuras en la ciudad desde finales de los años 80; este proceso de apropiación patrimonial merece tener correspondencia con un proyecto que no funcione solo como atractor turístico sino como equipamiento urbano que dinamice su vida cultural".
A ojos de los responsables de Cultura, Málaga "no cuenta con un espacio patrimonial que la presente así misma; están sus monumentos (...) pero falta una visión de conjunto que aborde la relación de la ciudad con su propio pasado".
Por ello, consideran que el proyecto museológico actual "es una oportunidad para cubrir esta necesidad y explicitar justamente esta relación inédita que la administración no ha sabido reconocer". Con este fin, la idea central del discurso expositivo que se propone es Un umbral a la historia de Málaga.
La organización del espacio toma como referencia principal la muralla nazarí. A partir de aquí, los demás bienes culturales "se reubican en una secuencia lineal cronológica que se inicia en el siglo XII y finaliza en el siglo XVIII".
Uno de los detalles a tomar en consideración es que los restos arqueológicos son mantenidos con su orientación original, , de manera que, aunque procedan de distintos sectores de excavación, "presentan una continuidad topológica debida a la trama urbana que los relaciona".
Asimismo, aunque sólo es posible la recomposición de los restos conservados, en la planimetría se incluye una referencia al contexto arqueológico de cada uno en su sector de excavación como apoyo al proyecto arquitectónico.
Áreas de la futura zona expositiva
El programa de necesidades dispone la creación de diferentes espacios. El primero de ellos el de recepción, con unos 100 metros cuadrados, en el que se agruparán los visitantes y se establecerá el control de acceso. No se descarta una pequeña tienda a modo de armario equipado, que en un mismo ámbito asuma exposición, venta-cobro y almacenaje. Asimismo, habrá una zona de aseos de unos 50 metros, así como sala de lactancia de 5 metros.
Superado este primer filtro, los visitantes accederán a la zona de difusión. La misma contará con un área de audiovisuales, de unos 80 metros y capacidad para 50 personas (con reserva de espacios para discapacitados). Ahí se proyectarán recursos audiovisuales, pero también podrá dar cabida a eventos de pequeña entidad como conferencias o presentaciones.
Y la joya de la corona será la zona de exhibición, donde estarán localizados los restos. Tendrá unos 1.500 metros cuadrados. La zona estará estructurada en función de un sistema de pasarelas arqueológicas sobreelevadas que canalizarán los recorridos y delimitarán los espacios susceptibles de acceso.