El reencuentro de Málaga con los ricos y destacados restos romanos descubiertos bajo el Museo Thyssen está cada vez más próximo. El impulso dado por el Ayuntamiento de la capital a los trabajos de adecuación arquitectónica del sótano del edificio cultural permite prever que en menos de un año será posible visitar la zona donde se localizan estas piezas arqueológicas.
Pero ¿qué es lo que encontrarán los futuros visitantes? Las excavaciones que los especialistas realizaron entre 2005 y 2010, en el marco del proyecto del museo, sacaron a la luz piezas de gran valor de lo que era una antigua villa romana, piletas de salazones de pescado y, sobre todo, de un ninfeo (una fuente) decorado de peces (varios atunes, un voraz, entre otros) y paneles pintados.
Una estructura que los expertos arqueólogos subrayan como única en la ciudad. Según relataba Pedro Sánchez Valdés, uno de los especialistas vinculado a las tareas de excavación, una de las particularidades de esta rica pieza es que funcionó durante casi 300 años, entre los siglos II y V.
Según los arqueólogos, en el recinto soterrado del Thyssen se constatan varias líneas temporales. La más tardía, correspondiente al periodo entre finales del siglo I y finales del siglo III, corresponde a las piletas de salazones. Pero al mismo tiempo se observan restos de una domus romana construida en el siglo III y que funcionó hasta mediados del siglo IV.
Esta construcción se levantó sobre una estructura anterior y coetánea con las primeras piletas. Uno de los apuntes de la investigación destaca que mientras el dueño utilizó elementos rudimentarios en la casa, no escatimó en mármol y otros materiales en la fuente. En otro punto del recinto se cree que hubo una tienda de venta de los salazones, lo que supone un valor añadido al descubrimiento.
La información precisa que la villa se emplazaba en la periferia de la urbe, diferenciándose claramente la zona residencial y la zona industrial de fabricación de salazones. Sobre una primera instalación del siglo I d. C., se van produciendo remodelaciones del espacio industrial y residencial que permiten realizar una lectura de las variaciones constructivas durante varios siglos, que culminan en la segunda mitad del siglo V con el cese de la producción y su abandono.
Zona residencial
En la zona residencial, se distinguen hasta catorce habitaciones, identificándose espacios como la cocina, las letrinas, la letrina o baño, organizadas de forma ortogonal en torno a un patio circundado por alineaciones de pilares a modo de pórtico, en el que destaca un ninfeo o fuente monumental en un excepcional estado de conservación.
La fuente conserva un programa decorativo con figuras de peces, resueltos con gran realismo: figuras de colores muy vivos y contrastados, sobre fondo neutro que las resaltan. Único ejemplo hasta el momento en la ciudad de este tipo de decoración.
Finalmente, en la línea de la calle Compañía, se documentó un espacio delimitado por dos muros de sillares en opus quadratum, que conforman un aparejo muy vistoso y de cierta monumentalidad, de los que se conservan 7,25 metros lineales y el arranque de una escalera. Esta alineación del muro de sillares se traduce en cartografía como el posible origen de la calle al exterior.
La distribución del conjunto cambia para el período tardorromano, realizándose importantes reestructuraciones: la zona doméstica se desplaza, en una construcción de cierta importancia que conserva parte del pavimento de mosaicos con motivos geométricos blanco y negro, el ninfeo eleva la cota de las fuentes y se añaden nuevas piletas a las ya existentes, etc.
En el siglo V se abandona completamente el lugar y será ya en momentos bizantinos (siglo VI) cuando se reutilizan sus estructuras como necrópolis, encontrando las inhumaciones directamente sobre los mosaicos de la villa
Recorrido y puntos de observación
El proyecto incorpora una simulación de recorrido, así como de puntos clave para la mejor observación y comprensión de los restos. A los mismos se accede mediante plataformas suspendidas.
El punto de partida será una plataforma de recepción, concebida como un preámbulo donde se ofrecerá información general sobre el yacimiento, su evolución en el tiempo y las claves de su estructura arquitectónica.
Desde ahí, la ruta de descubrimiento seguirá por la zona de tránsito que separaba la cetaria de la domus. "Desde este ítem se ofrecerá una perspectiva de las instalaciones y las estructuras productivas vinculadas: una batería de cuatro piletas para la salazón del pescado".
Los técnicos precisan que la potencia conservada de los muros que delimitan el antiguo vial "no permite que la pasarela pueda salvarlos, de tal manera que las piletas se observarán desde la zona de tránsito mediante la disposición de un techo suspendido de acero inoxidable pulido espejo".
La siguiente parada en el recorrido llevará al visitante hasta el centro del patio de la parte residencial del complejo. "Ofrece una perspectiva de la casa desde uno de sus grandes espacios rectores: el patio", se destaca. Ahí se explicará la evolución de la domus y su relación con la zona productiva.
El itinerario incorpora en esta zona una pasarela sin salida. La misma tiene el objetivo de permitir la visualización de una fuente monumental o ninfeo con decoración mural a partir de motivos figurativos de alto valor artístico. "Se trata de una estructura destacada, tendente a la monumentalidad y de carácter suntuoso, con entidad propia", se subraya.
Desde el siguiente punto podrá observarse la cocina, el almacén a modo de despensa, la leñera o similar entre la cocina del complejo y uno de los viales que lo acotaba por el norte y la zona de letrina o baños. La siguiente parada permitirá ver el viario que perfilaba toda la edificación por el norte. Se ofrece una perspectiva de parte de la trama urbana del sitio desde, al menos el siglo I d. C., su evolución y las redes de servicios asociados.
El siguiente punto de observación se asocia a una dependencia fundamental para entender todo el complejo, como era una posible taberna, una pescadería con una amplia portada abierta a la calle, en la que se vendería el producto extraído de las piletas de salazón. Incluso, la visita permite explicar la posible taberna desde el interior.
También será posible ver la nueva factoría de salazones construida en la segunda mitad del siglo IV, ajustada al perímetro de una edificación preexistente. Habrá una zona de exposición de una selección de objetos recuperados durante los trabajos arqueológicos.
El siguiente punto va a ofrecer al visitante un recorrido por las zonas residenciales del complejo, tras su refundación durante la segunda mitad del siglo IV. Se trata de una zona con excelentes cualidades arquitectónicas, incluyendo retazos de un pavimento musivo que recrea, con teselas bícromas, motivos geométricos.
"El discurso expositivo concluye con información sobre los usos funerarios documentados en la zona una vez se produjo el colapso definitivo de la ocupación romana en la zona", agrega el informe.
Una particularidad que se recoge en la propuesta es que, a la espera de medidas más concretas, el máximo de personas que puede permanecer en el sótano es de 26. Es previsible que los grupos sean más reducidos, fijándose un máximo de tiempo por recorrido para mejorar las condiciones de conservación de los restos. El recinto tiene una superficie total de 618,3 metros cuadrados, si bien sólo serán accesibles a la visita 132,26 metros.