El histórico Café Central de Málaga, cerrado hace algo menos de un año, encuentra nuevo inquilino. Tras meses en el mercado, generando un elevado interés por numerosas firmas, el establecimiento mantendrá su esencia, aunque cambiará su tradicional carta de cafés por cervezas y sidras. Porque en unos meses abrirá sus puertas como taberna estilo irlandés, llamada John Scott's, aunque la firma de referencia es de origen sueco.
Así lo han confirmado fuentes conocedoras de la operación, que precisan la firma de un contrato de arrendamiento de la propiedad con la empresa Kopparberg, que ya dispone de un negocio parecido en Puerto Banús, en Marbella. El dueño, Peter Brosnan, estaba muy interesado por establecerse en Málaga.
Ahora lo hace y a lo grande. Según pudo saber EL ESPAÑOL de Málaga, desde hace algunas semanas se encuentra en proceso un cambio de titularidad de los permisos de apertura en el Ayuntamiento de la ciudad. La reapertura del local habrá de ser objeto de un informe de Medio Ambiente, al estar emplazado en la Zona Acústicamente Saturada del casco antiguo.
En la web del negocio de Puerto Banús se indica que ese era el sexto abierto y el primero de España. Los otros se localizan en Suecia. "Todos los John Scott's son conocidos por su buena comida, cerveza y sidra; puedes comer John Scott's Burger, Fish & Chips, ensalada César y otros platos populares de John Scott's", exponen, al tiempo que informan de que los clientes podrán encontrar la cerveza más vendida en Suecia, entre otras.
El Café Central se hizo particularmente conocido por inventar unos peculiares nombres para pedir los cafés en la ciudad. El entonces responsable del negocio, Rafael Prado, echó la persiana a principios del pasado mes de enero tras no alcanzar un acuerdo con la propiedad, su propia familia para prolongar el alquiler.
Los primeros vestigios que se tienen de la existencia del local datan de 1920 gracias a la publicidad de una revista turística de la época. Sin embargo, no fue hasta 1954 cuando el empresario Pepe Prado adquirió tres céntricos establecimientos de cafetería cercanos entre sí y los fusionó, permaneciendo únicamente el que estaba entre los tres. Prado justificó la decisión en la prohibitiva subida de los alquileres del establecimiento, que hizo que la mayor parte de los beneficios del negocio vaya a la propiedad.