La decisión de la Junta de Andalucía de poner en valor y hacer visitables los restos arqueológicos desenterrados durante la última etapa de la obra del Metro de Málaga no está siendo todo lo sencillo que se podía intuir de un inicio.
Si su primera salida al mercado, en la búsqueda de empresas que asuman la adecuación museística del espacio del túnel del suburbano elegido para la exposición de los hallazgos se topó con la renuencia de las firmas a concursar, en su segundo intento sólo una empresa ha presentado oferta.
Así lo han confirmado a EL ESPAÑOL de Málaga fuentes de la Agencia de Obra Pública de la Junta de Andalucía, que han precisado que la única propuesta sobre la mesa es la de la ingeniería y consultoría Civile ICF.
Antes de completar el procedimiento de adjudicación y formalización del contrato, queda por corroborar que la proposición cumple todas las exigencias plasmadas en el pliego de condiciones, caso de la solvencia económica, el plan de igualdad…
Para avanzar en esta hoja de ruta, la Consejería de Fomento mejoró las condiciones económicas de la licitación, hasta elevarla a 126.603 euros (incluido el IVA), así como el plazo de ejecución del encargo, hasta 4 meses.
Los restos rescatados del olvido y de la destrucción están almacenados actualmente en la que, en pocos meses, será su casa definitiva, situada en el primer nivel de túnel bajo la Avenida de Andalucía.
La elección de este emplazamiento no ha sido baladí, por cuanto se ha querido aprovechar que en ese punto afloraron en 2020 las dos murallas del arrabal de Attabbanin de la época musulmana. Ambas están declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) y han sido objeto de una minuciosa labor de consolidación y protección.
[Así era la casa del siglo XIII rescatada por el Metro]
No es lo único que podrán ver los visitantes de este espacio una vez quede abierto. Porque el listado de piezas es más amplio, destacando un horno musulmán del siglo XI; una vivienda unifamiliar nazarí y una calle completa de la época nazarí de los siglos XI y XII; una calle completa de la época cristiana moderna de los siglos XVI-XVII, y finalmente los elementos de la curtiduría para tratar el cuero de los siglos XVIII-XIX con tinajas y piletas.
Acceso desde la estación Guadalmedina
El espacio expositivo estará abierto al público en el vestíbulo de la Estación de Guadalmedina, a través del acceso o edículo en la calle Armengual de la Mota. Pero, dicha boca de Metro constará de un acceso independiente a la línea de validación (tornos) del vestíbulo para posibilitar así que los ciudadanos puedan acceder dicho espacio expositivo sin tener que ser usuario del suburbano.
El proyecto pretende dar sentido a los restos arqueológicos para que sean capaces de describir la historia de la ciudad de Málaga de una forma pedagógica y comprensible, utilizando las nuevas tecnologías. De hecho, se expondrán más de un centenar de estructuras, muchas de las cuales formaban parte de antiguas viviendas del arrabal musulmán situado al oeste del río Guadalmedina.
Con este objetivo, los técnicos especialistas han seleccionado los vestigios que mejor estado de conservación presentaban y que, además, representaban diferentes elementos constructivos de la ocupación del arrabal de Attabanim, como la necrópolis en el siglo XI, con un vial como eje vertebrador del barrio desde sus orígenes hasta la época moderna como barrio industrial. A estos se suman elementos de referencia relacionados con el uso industrial del barrio de El Perchel: un horno o unas curtidurías.
Enclave Arqueológico de Malaqa
Una de las particularidades manejadas por la Junta es que este nuevo espacio museístico sea denominado Enclave Arqueológico de Malaqa, buscando con ello resaltar la presencia de la ciudad islámica con su muralla nazarí conservada in situ y un extenso arrabal con una intensa secuencia de ocupación.
Con esta apuesta, una de las posibilidades es la de poner en relación con otros enclaves en la ciudad de Málaga como el teatro romano (visitable) o la mezquita funeraria de la calle Agua (no visitable aunque recientemente musealizada).
La zona expositiva tiene unos 2.165 metros cuadrados de superficie, con una altura de 5,2 metros y una anchura media de unos 13. Con la intervención proyectada se persigue mantener su actual carácter diáfano, buscando "una integración desplazada de los restos encontrados bajo rasante". La idea, según se indica, es hacer algo parecido "a una cripta arqueológica".