Manuel Baca es jefe de Pediatría del Hospital Quirónsalud Málaga. Acumula 39 años en la profesión, siendo uno de los especialistas referencia en la provincia. Aficionado al baloncesto, enamorado de la Semana Santa, defiende una ciudad abierta al movimiento, capaz de reinventarse.
-Andan los pediatras liados estas semanas por el aumento destacado de casos de niños con bronquiolitis. ¿Era algo previsible?
-Era bastante previsible. Los pediatras estábamos acostumbrados a que cada año cuando avanzaba el mes de noviembre venía una epidemia vírica, fundamentalmente de patologías respiratorias, pero también de algunos otros tipos, y eso había que asumir. Esa parte la conocíamos.
Pero es verdad que tras la pandemia de la Covid los virus es como si se hubieran descontrolado, están distintos, y de hecho esta epidemia, que estamos acostumbrados a verlas en los meses invernales, ya el año pasado lo vimos en pleno verano, que era una cosa insospechada. Y tenemos otro antecedente próximo, porque en Australia y el cono sur van por delante y ya tuvieron lo que ahora tenemos nosotros. Se ha anticipado esta epidemia y ha sido explosiva, con una intensidad tremenda.
"Tras la pandemia de la Covid, los virus es como si se hubieran descontrolado, están distintos"
-¿Es para preocuparse?
-Hay que tomárselo con naturalidad, pero a los pediatras nos había llamado la atención que otros años se tomaba con demasiada naturalidad. Las enfermedades tienen cierto estatus y no sé por qué la bronquiolitis no tenía estatus dentro de la medicina. Y son epidemias importantes.
Es posible que la de este año sea más especial, pero nos da como un cierto plus de confianza o de tranquilidad ver que ya no es sólo algo que nos preocupa a nosotros, sino que es una preocupación compartida. ¿Eso significa que hay que tener alarma? No. Porque lo hemos manejado otros años y ha ido bien, pero efectivamente es algo relevante. Hay otro aspecto importante, porque según como sea la infección hay niños que quedan con cuadros respiratorios de asma durante mucho tiempo. Es algo muy relevante dentro de la pediatría.
-Hablamos en casi todos los casos de pacientes de poca edad.
-Son los más importantes. También lo padecen los más mayores, pero son principalmente los que tienen por debajo de 2 años y los que tienen menos de 1 año los que presentan los cuadros más importantes.
-¿El sistema está preparado para atender los picos actuales?
-Tenemos una base sanitaria muy buena y por lo que conozco cada uno de los elementos se prepara para tener sus planes de contención, pero cuando llega la crisis, por mucha preparación que haya, los momentos son duros. Contamos en general con la colaboración de la población, que entiende que las urgencias se superan, que hacemos adaptaciones para que no se note.
-Habla usted de esa relación entre población y sanitarios. Y lo hace en una época en la que son habituales las agresiones a profesionales de la sanidad. ¿Qué sensación le genera esto?
-Desgraciadamente esto hay que vivirlo. Toda mi familia es sanitaria con lo que tienes esa preocupación de lo que supone el contacto en primera línea. Y eso preocupa. No sé dónde ese punto de sinergia entre sociedad y el sector salud se rompe para que haya esos casos en que alguien puede pensar que la solución es una agresión. La población nos agradece el esfuerzo hecho en todo este periodo de pandemia, pero hay puntos de esa sociedad a los que no se es capaz de llegar.
"No sé dónde ese punto de sinergia entre sociedad y el sector salud se rompe para alguien piense que la solución es una agresión"
-Cuesta entender que uno tenga que esperar dos semanas para tener una cita presencial con su médico de cabecera.
-No soy un especialista en gestión hospitalaria ni en fármaco economía, pero como observador está claro que tenemos un buen sistema sanitario, pero que tiene unos recursos con una limitación clara. Y eso tiene como elemento colateral las listas de espera. Es un problema en todos los sistemas de salud y las soluciones son muchas veces complejas. Saber qué listas de espera es un buen termómetro porque eso nos dice claramente la situación.
-Tras la pandemia se ha dejado atrás la mascarilla y el temor a participar en eventos masivos. Y eso, entiendo, contribuye de manera clara en el aumento de patologías respiratorias.
-Muchas de las reglas que hemos necesitado en la Covid son aplicables a todos los virus. Estos virus en los años de pandemia no los hemos tenido, con lo que la relación es directa. Hemos vuelto a una vida relativamente normal y se ha vuelto a la antigua situación. ¿Se ha aprendido en el camino? Sí, porque deja cicatriz. Pero hay una parte de la población que quiere pasar página de aquello y olvidarlo.
Nuestro objetivo como médicos es conseguir que nuestros conciudadanos hagan una vida normal. Siempre le decimos a los padres que no queremos que sus niños estén en una burbuja. Pero la gente tiene que concienciarse de que las lecciones que hemos aprendido hay que fijarlas en nuestros cerebros. Si tengo un catarro importante no se me ocurre ir de visita a ver un bebé pequeño y si lo hago es a distancia y con mascarilla. Si eso no lo tenemos en cuenta habrá consecuencias.
-¿Cuántos años lleva ejerciendo la medicina?
-Terminé en el 83. Mi vida profesional es muy prolongada, son 39 años.
-¿Y desde siempre quiso ser pediatra?
-Sí. Tanto es así que en la facultad de medicina, desde primero estuve siempre en contacto con la pediatría. Siempre estuve en relación con ella.
-¿Y que le llevó a fijarse en esa especialidad?
-Siempre me han gustado mucho los niños, pero no sólo en el sentido de decir 'qué bonitos son', sino porque pienso que el futuro de la sociedad se fundamenta en los niños. No sé si estamos suficientemente concienciados de que ellos lo son todo. Y por otro lado es una especialidad que ha progresado mucho.
Un ejemplo sencillo. Hasta que el presidente Kennedy no tuvo un prematuro, no se le hacía caso. Está el monumento a los Kennedy en Arlington y hay una tumba pequeña que es del prematuro que tuvo. Cuando Jaquelin lo tuvo el presidente preguntaba qué se podía hacer y le decían que no se podía hacer nada. Y a partir de ahí se liberó un presupuesto y elemento para avanzar en la medicina. Si le preguntamos a nuestros padres lo que era la pediatría de hace 50 años, cuando ni siquiera existía el Materno Infantil… Veía que había una posibilidad de avance tremendo.
-¿En Medicina, se entiende Pediatría como una disciplina menor?
-No sé si menor, pero sí aparte. Nosotros tenemos una unidad de investigación potente y estamos en muchos proyectos, pero con frecuencia la Unión Europea tiene problemas para encontrar unidades de investigación potentes que hagan cosas vinculadas a la pediatría, porque no mucha gente se quiere meter en ello. Y un aspecto colateral es el llamamiento que hace la UE para que se prueben los medicamentos no sólo en los adultos, sino también en los niños. La UE está muy implicada en este tema.
-Seguro que en sus 39 años como pediatra las satisfacciones superan las decepciones y las frustraciones. Pero ¿cuál fue ese episodio que le marcó para siempre?
-Tenemos muchas y enormes satisfacciones, pero todos los años me llevo alguna situación muy negativa. La primera es cuando estaba en 1º o 2º de Medicina, que vi morir a un niño de cáncer de hígado…
(En este justo instante de la conversación, cuando la grabadora marca 19 minutos de charla, el doctor Baca calla y sus ojos se humedecen. Tras unos segundos de silencio, se levanta de la silla en la que está sentado y sale a la terraza. Regresa pasados algunos minutos).
-Son recuerdos que tienes ahí y salen después de más de 30 años.
-Es necesario acercarse a la persona.
-Se lo digo a mis compañeros: todos los años lloro alguna vez y eso no quiero perderlo. No debe ser uno insensible al dolor. Sobre todo para esta especialidad.
-Pero seguro que hay muchos médicos que se ponen una coraza.
-Los hay. Pero les animo a perder esa coraza. Los entiendo porque hay veces que lo pasas muy mal. Porque esto es apenas un minuto que me ha dado flojo, pero cuando vives esto no sólo con el niño, sino también con la familia un día y otro día, llega un momento en que, por el bienestar emocional propio, se necesita una coraza. Eso puede ser razonable como método de relación con lo que te rodea, pero no puede ser una coraza hermética, porque por encima de un cáncer sigue habiendo una familia que lo está pasando muy mal.
-Durante mucho tiempo se entendió la sanidad privada como algo reservado para las clases más pudientes. Eso hoy en día no es tan así.
-La sanidad privada ha tenido un crecimiento tremendo. Y es un crecimiento en volumen y en ocupar espacios que antes no ocupaba. Y creo que queda espacio para que siga creciendo. Eso ha hecho que no son determinados grupos los que van a esa medicina, sino que es bastante generalizado. ¿Tiene algún perfil distinto con la pública? Quiero creer que tiene algo más de agilidad. He hecho muchos años en la pública y ahí todo cuesta mucho mientras que en la medicina privada todo tiene más agilidad.
-Parece que tras décadas de reclamación, se han sentado las bases para impulsar definitivamente el tercer hospital de Málaga. ¿Qué valor da a ese equipamiento?
-Es importantísimo. Nuestra provincia tiene una expansión enorme y tiene que ir acompasando todos los servicios. Málaga tiene que acompasar la sanidad con el resto de la sociedad, pero por el crecimiento tecnológico, de nuevas actividades, tiene que convertirse en punta de lanza en la sanidad. En nuestro país el primer elemento de I+D+i es la sanidad. Nos tenemos que convertir en la punta de lanza de ese avance. Claro que estamos capacitados para serlo.
-Se puede pensar que con el tercer hospital se resuelven las necesidades sanitarias de Málaga.
-Digamos que es la piedra central y clave. Pero tal y como se concibe la sanidad tiene que tener muchos complementos. No se fundamenta tanto en tener un supercomplejo hospitalario, sino que se descentraliza acercándolo a quienes los necesitan y especializándolo. A partir de ahí tiene que haber un crecimiento alrededor de ese gran complejo.
"Si vuelvo la vista atrás y veo la Málaga que teníamos hace 25 años, la mejora ha sido espectacular; pero cuando algo crece mucho hay que ser capaz de coordinar ese crecimiento en una proporción adecuada"
-¿Le gusta Málaga tal y como está?
-Es una pregunta difícil. Si vuelvo la vista atrás y veo la Málaga que teníamos hace 25 años y la comparo con la de ahora, la mejora ha sido espectacular. Cuando se me ocurre dar un paseo por la calle Larios con respecto a la que teníamos, ha mejorado mucho. Ahora bien, cuando algo crece mucho hay que ser capaz de coordinar ese crecimiento en una proporción adecuada. En muchos aspectos, como lo difícil que es la vivienda para la gente joven hasta el no perder nuestras señas de identidad con el turismo hay una serie de intangibles, aspiro a verlo y que se haga con inteligencia.
-Habla de la pérdida de las esencias de Málaga. ¿En qué mota que se puedan estar perdiendo?
-Málaga ha tenido siempre una esencia cosmopolita, nunca ha sido una ciudad cerrada, hermética… Ese aspecto me gusta. Pero hay que tener cuidado. ¿Tenemos que tener una cultura culinaria propia de Málaga y no olvidarla? Sí. ¿Una Semana Santa propia de Málaga? Sí. ¿Me encanta que haya mucha gente en Semana Santa aquí? Sí, pero no perdamos nuestras referencias.
-¿Es usted muy de Semana Santa?
-Sí, soy cofrade, de Mena.
-Pero asume que hay gente a la que no le gusta.
-Perfectamente. El aspecto cosmopolita de nuestra ciudad es muy importante. Seguro que hay mucha gente a la que le gusta el Carnaval o la Navidad. Pero tenemos que tener la capacidad de asumir a todo el mundo. No sobra nadie. Seamos capaces de crecer para asumir que todo el mundo tiene un sitio y eso Málaga lo hace bastante bien.
-El problema del éxito de la ciudad es que no se puede alquilar un piso por menos de 800 euros…
-Seguro. A mí me encanta ir a votar cada 4 años pero lo que quiero es que al que vote tenga la inteligencia de darse cuenta de que esa es la realidad, que no esté recluido en un palacio sin enterarse de lo que está pasando. Las soluciones no siempre son fáciles pero cuando se tiene muy presente el problema antes o después terminan saliendo soluciones parciales o totales.
"Se me escapa si es la mejor solución (la Torre del puerto) pero me niego a tener una ciudad tipo casco histórico inamovible; la ciudad tiene que ser viva y hacer cosas"
-Seguro que ha podido seguir el tema de la Torre del puerto. ¿Tiene una posición al respecto?
-Lo que sé es como ciudadano y seguro que hay muchos aspectos que se me escapan. Pero si hicieras una encuesta, a una gran proporción de la ciudad tampoco le preocupa mucho que eso se haga o no. El segmento de personas que se preocupa de eso no es muy grande y seguramente la mitad se incluya por hacerla y la otra mitad por no hacerla.
Los cuerpos son vivos, hay que hacer cosas. Se me escapa si es la mejor solución pero sí me niego a tener una ciudad tipo casco histórico inamovible… La ciudad tiene que ser viva y hacer cosas y se cometerán equivocaciones. Si hay técnicos que dicen que sería importante para la ciudad no me niego a que se haga, aunque con cierto sentido. Si esa torre la pusieran al lado de la Catedral y no se viera…
-Hablando de la Catedral. No sé si es de los que sueña con verla terminada, con su segunda torre.
-Soy de hacer cosas. Es verdad que ha cogido una cierta personalidad con lo de la manquita, pero las catedrales se han construido en dos o tres siglos y no ha pasado nada. No sería un desafuero terminarla.
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