"Yo corría y miraba solo hacia delante, tenía que ir con esa mentalidad, porque si miraba atrás veía a la muerte detrás de mí", con estas palabras define Hady Coulibaly, el Rey Baltasar de la Cabalgata de Málaga de este año, su salto a la valla de Melilla hace casi una década, la madrugada del 23 de junio de 2013, en pleno Ramadán.
Con apenas 20 años, huyó de la guerra en Mali, dejando atrás a sus hermanos y a su madre mientras que miraba hacia al frente, aunque la muralla de soldados marroquíes, los 'pinchos' de la propia valla y la Policía Nacional de España no pusieran "sencillo" cumplir el único objetivo que tenía en su vida.
Hubo un momento en el que creyó que en el intento de aquella noche de junio no iba a conseguir atravesarla. "Tenía a un policía español a un palmo de mí cuando aún no había entrado al campo, por así decirlo. De hecho, me frené y me dije que aquel día no era el día para entrar y que ya lo volvería a intentar en otra ocasión. Pero no sé, algo me empujó. Fue extraño. Todo pasó en unos segundos. Sentí una fuerza muy extraña que me hizo correr más y lo conseguí", recuerda emocionado.
Casi una década más tarde, después de tanto sufrimiento, no termina de ser consciente de lo que vivirá la tarde del 5 de enero en las calles de Málaga. Nunca ha vivido una cabalgata y pensar que él será uno de los protagonistas le provoca una mezcla de sentimientos. Asegura que "no se quedará ni un caramelo en la carroza" y que dará todo de él. Tampoco se olvidará de regalar una gran sonrisa a todos los niños que abarrotarán la ciudad por verle a Melchor, Gaspar y a él, pese a que con su timidez y el pasado que carga a la espalda no sea una persona que sonría demasiado.
Se enteró de la noticia de que había sido elegido como Baltasar unos días antes del inicio de las fiestas navideñas. El coordinador de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Málaga, donde Hady trabaja, le llamó para avisarle de que el concejal Nicolás Sguiglia, de Unidas Podemos, tenía una proposición para él. Estaba buscando a un trabajador del centro para cederle su papel como Baltasar en la Cabalgata de Reyes de Málaga.
No dudó en aceptar. Ni conocía a Sguiglia ni es militante de su partido, pero no le da importancia a esto. No podía decir que no a llenar de ilusión a los niños malagueños. "Estoy muy agradecido con el gesto de elegir a alguien del CEAR. Además, creo que es mucho más creíble que una persona negra haga de Baltasar en lugar de alguien con la cara pintada y los brazos blancos, ayuda si es más, a mantener la ilusión del niño; es muy acertado por su parte o eso creo yo", aclara. Sguiglia le acompañará como uno de los integrantes de la carroza repartiendo caramelos. Como pajes llevará a un ciudadano senegalés y a otro colombiano.
Ya vivió en sus primeros años en Málaga una experiencia muy bonita gracias a otro amigo que se la ofreció. Encarnó al Rey Baltasar en un acto pequeño de un colegio de El Palo. "Me han dicho que no va a tener nada que ver. Llevaré ropa impresionante diseñada por Jesús Segado a medida. Mis compañeros de clase me han retado a llevarla a la vuelta de vacaciones a clase, aunque creo que esto será complicado", dice con una sonrisa.
Hady es un currante. Reconoce que no sale mucho de su piso compartido en La Palma, de ahí a que no conozca algunas fiestas de Málaga como la cabalgata. Por la mañana trabaja en el CEAR como mantenimiento y limpiador -antes de conseguir su puesto, con el que lleva cinco años, pasó un tiempo cubriendo las vacaciones del conserje-. Por la tarde, estudia en el instituto Sierra Bermeja de Ciudad Jardín para convertirse en integrador social.
"Me frustra mucho el tema de los estudios. El idioma se me resiste, entiendo más que hablo, y me considero muy torpe para estudiar", dice Hady. Pese a martirizarse en este sentido, reconoce que aún sin tener el título de integrador, ya hace prácticas indirectas de ello. En el centro de refugiados los chavales le piden consejos al conocer su historia cuando hablan con él. Empatiza especialmente con sus paisanos, los malienses, con los que habla en bambara, su lengua materna, común en la zona oeste de África, principalmente en Mali.
Apunta que a veces es bastante complicado darles consejos. Siempre tiende a preguntarles sus ideas, si quieren quedarse en Málaga o marcharse a países como Francia, Países Bajos o Alemania. "Si me dicen que quieren quedarse aquí, empiezo a contarles lo que yo he vivido. Si se van fuera, también les cuento la realidad de otros amigos que se marcharon para que ellos elijan qué les conviene más", cuenta Hady.
"Muchos, me incluyo, llegan pensando que de un día para otro va a ser todo sencillo, pero nada de eso. Crees que en cuanto llegues vas a vivir de lujo, y no es así. Pero vamos, que igualmente no tiene nada que ver con la vida que llevaba en mi país. Vivir en un país en guerra es no vivir tranquilo y al estar aquí sientes paz", añade.
Cree que pese a que son nueve años los que lleva en Málaga, sigue viviendo todos los días lo mismo. La primera vez que pisó esta ciudad fue como usuario en el lugar donde hoy trabaja. Pasó nueve meses duros allí aprendiendo español y buscando formación para salir adelante. "Cuando no cubría las vacaciones como conserje los primeros años, iba a visitarles; era mi casa, allí estaba mi familia. Por eso siento que llevo casi diez años allí", explica.
Su idea al llegar al CEAR era marcharse a Francia, pero la ciudad de Málaga le ganó. "A veces uno cree que tiene un camino, pero las cosas cambian. Málaga tiene un clima maravilloso y me encanta el mar. Pero creo que me quedé por la gente. Es una ciudad muy hospitalaria, que acoge", cuenta.
Hady se siente "un malagueño más", precisamente, por esa inclusión que ve en la ciudad. Es musulmán, pero el hecho de que se le haya ofrecido vivir la experiencia de ser Baltasar cree que dice mucho de esta ciudad. "Un día como el de la cabalgata no entiende de creencias; de si eres católico, musulmán o ateo, es un día para la ilusión y la alegría de los niños, se trata de eso y no mezclar ni dar importancia a nada más", zanja.
¿Y Baltasar? ¿Le pide algo a Melchor y Gaspar?
A nivel general, paz y felicidad en todo el mundo, especialmente en mi país, que lleva en guerra desde 2012. A nivel personal, sería un sueño conseguir convertirme en integrador social porque jamás creí que podría hacerlo. Siempre me ha gustado estudiar, pero me cuesta un mundo. Me saqué la ESO, luego me saqué en tres años Bachillerato, que me costó... y ahora me queda este paso.