Deben pensar muchos de los que pasan por su lado que el muro oeste del Fuerte de San Lorenzo, una construcción que data del siglo XVIII y que está catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), es una especie de Fontana de Trevi a la que lanzar una moneda al tiempo que se pide un deseo.
O al menos eso es lo se deduce al contemplar cómo son cientos los céntimos que se acumulan sobre este importante hallazgo del patrimonio histórico de Málaga. Monedas que se ven acompañadas de décimos de lotería desechados, una pequeña libreta, bolígrafos y hasta de una maquinilla de afeitar desechable.
Este es el lamentable tesoro que durante meses ha sido arrojado sobre esta parte de la histórica estructura de una fortaleza que, en su mayoría, permanece escondida bajo la Alameda Principal.
La imagen retrata un evidente caso de agresión al patrimonio histórico de Málaga, constatando, por un lado, el modo en que muchos vecinos de la capital de la Costa del Sol se relacionan con el pasado de la urbe y, por el otro, la labor de conservación a la que están obligadas las administraciones.
La estampa puede ser percibida a diario por los viandantes que recorren el lateral norte de uno de los ejes más transitados de la capital de la Costa del Sol. A través de la pirámide acristalada colocada en el extremo oeste de la Alameda, casi en el cruce con la calle Ordóñez, cualquiera puede ver el maltrato al que está siendo sometido el único elemento visible desde la superficie de tan significativa estructura, que data de principios del siglo XVIII.
La pieza de cristal fue, de hecho, uno de los aportes negociados entre el Ayuntamiento ý la Junta de Andalucía para poner en valor el resto arqueológico desenterrado durante los trabajos de construcción del Metro en esta parte de la ciudad.
La instalación de este elemento transparente se planteó en el marco del proyecto de reurbanización de la Alameda, una de las operaciones urbanas más destacadas de los últimos años en la ciudad, que ha permitido incrementar de manera destacada la superficie destinada al peatón.
La protección que pesa sobre la estructura defensiva, la máxima desde el punto de vista legal, obligó años atrás a ajustar la construcción del suburbano en su aproximación al Centro, de manera que los restos de muro localizados (el oeste y el este) no sufrieran afectación alguna.
Trocear los muros en piezas
La incidencia era tal que con el propósito de poder ejecutar el túnel del ferrocarril urbano, la Agencia de Obra Pública optó por trocear los dos tramos de muro y trasladar cada uno de los trozos a un almacén, donde permanecieron custodiados y conservados. Una vez finalizada la infraestructura soterrada, las máquinas, en una maniobra meticulosa, repusieron cada una de las piezas a su lugar original. Muestra de la envergadura de la actuación, es el peso de las diferentes piezas, que oscilaba entre las 26 y las 17 toneladas.
El muro que puede verse desde la calle es el situado más cerca del río Guadalmedina. El fuerte de San Lorenzo fue erigido con una función clara de protección de la ciudad por la zona occidental y servir de apoyo a las instalaciones portuarias. Tenía una planta irregular, con aposentos para las tropas y zonas de almacenes.
Las fuentes ubican el mencionado castillo en una isleta que ocuparía lo que en la actualidad es el extremo oeste de la Alameda Principal. El edificio se mantuvo en pie hasta que Godoy ordenó su demolición. El proyecto de reurbanización diseñado por el Ayuntamiento permite ver sobre el pavimento de la zona peatonalizada diferentes marcas que dibujan la traza del fuerte original.