El túnel de 2,3 kilómetros de longitud que el Ayuntamiento de Málaga proyecta bajo Muelle Heredia, el Paseo de los Curas, la Avenida Cánovas del Castillo y parte del Paseo Marítimo Pablo Ruiz Picasso aspira a convertirse en una especie de "laboratorio" de pruebas de nuevas formas de generación de energías alternativas y tecnologías de comunicación.
Al menos este es el deseo de los responsables técnicos del Plan Málaga Litoral, nombre con el que ha sido bautizada la gran operación de transformación del Centro urbano de la capital de la Costa del Sol. Si bien la intervención, valorada de inicio en cerca de 400 millones de euros, es una especie de mosaico con numerosas actuaciones, el eje soterrado es el elemento clave.
Su ejecución, de acuerdo con las primeras estimaciones, puede requerir de una inversión de 190 millones de euros. Un esfuerzo mayúsculo que obliga al Consistorio a recabar fondos europeos y del propio Gobierno central para pensar en su materialización. Una necesidad que eleva aún más si cabe el aspecto medioambiental del que se quiere dotar a la infraestructura.
El coordinador general de Infraestructuras y Proyectos del Ayuntamiento, Pablo Otaola, pone en valor la labor que ya se está realizando en el objetivo de maximizar el aprovechamiento del túnel como generador de energías alternativas.
Uno de los campos de acción se vincula directamente a la posibilidad de implantar determinados sistemas en los muros pantalla que darán forma al paso soterrado del tráfico mediante los que captar el calor que irradia el subsuelo y el propio paso de los alrededor de 55.000 vehículos que a diario podrían transitar por el eje.
Lo que ya se estudia en la capital de la Costa del Sol es objeto de propuesta en Madrid desde hace años. De hecho, en el pliego de condiciones redactado para la construcción de la línea 11 del Metro se ha llegado a incorporar como elemento añadido el aprovechamiento térmico del subsuelo. Y es un mecanismo también analizado en la M-30.
La idea fue puesta sobre la mesa años atrás por Madrid Subterra, un grupo de organizaciones públicas y privadas que buscan un modelo energético más autónomo, limpio y sostenible para la capital española. Para obtener energía limpia se planteaba la creación de lo que denominaron Intercambiador Geotérmico.
En esencia es un proyecto de geotermia, una infraestructura de tubos que puede instalarse en parkings, cimentaciones o túneles, y que llevaría agua a temperatura del terreno. Posteriormente, se trasladaría a una bomba de calor y se utilizaría, por ejemplo, para abastecer de agua caliente sanitaria y calefacción a los edificios del entorno.
Razones de la propuesta
"Es verdad que eso puede tener un coste añadido a la infraestructura, pero es pequeño y nos permitiría aprovechar la energía del terreno para mejorar la eficiencia de los sistemas de climatización y agua caliente sanitaria de edificios cercanos", explica Otaola, quien admite que una de las cuestiones a resolver es la necesidad de que esa energía tiene que ser utilizada por edificios cercanos. "Hemos visto unos primeros números y vemos que hay un gran potencial y esa fuente de energía se encontrará siempre disponible", añade.
Pero no es el único campo de análisis en el que se encuentran actualmente inmersos los responsables del Plan Málaga Litoral. De hecho, el coordinador general de Infraestructuras habla de que se han mantenido contactos con empresas especializadas e incluso con la Universidad de Málaga para abordar otros posibles aprovechamientos.
Uno de ellos es de lo más singular. "Hay métodos que te permiten aprovechar la presión que genera el paso del tráfico sobre el asfalto para generar energía cinética", explica Otaola. Una innovación en toda regla en el caso de Málaga.
Atendiendo a la literatura existente sobre este tipo de sistemas, objeto de estudio desde hace años, los dispositivos integrados en el asfalto pueden transformar en energía eléctrica la presión y la vibración de los vehículos. Y ello a razón de 1 kWh por cada 12 metros de carretera.
A nivel europeo ya se está analizando la posibilidad de que las carreteras funcionen como cargadores de baterías eléctricas en tiempo real. Ejemplo de ello es lo que ya sucede en las ciudades suecas de Lund y Maristad, donde han sido construidos varios kilómetros de carreteras Elonroad. Son vías que consiguen recargar los vehículos eléctricos al mismo tiempo que circulan por su asfalto.