La ampliación del espectacular hotel Palacio de Solecio, asentado en un antiguo edificio de finales del XVIII de la calle Granada, entra en su recta final. La nueva construcción que le permitirá disponer de 50 habitaciones en la contigua calle Tomás de Cózar, situada en el antiguo barrio de la judería de la capital de la Costa del Sol, se encuentra prácticamente finalizado, lo que permite poner ya fecha a su puesta en funcionamiento.
De acuerdo con los datos facilitados desde la cadena Marugal, responsable de la explotación del Palacio de Solecio y de su futura extensión, la intención es que la apertura de puertas tenga lugar dentro de la primera quincena del próximo mes de julio. De hecho, la idea es que el hito se produzca el 1 de julio, si bien se admite la posibilidad de que la fecha sea retrasada en función de los permisos precisos para la puesta en servicio.
El Palacio de Solecio es un cuatro estrellas situado en pleno Centro histórico de la ciudad. Abrió sus puertas a finales de 2019, pocos meses antes de la llegada de la pandemia de la Covid. La previsión inicial es que la ampliación mantenga esta misma categoría.
Y todo ello bajo el mismo modelo que el Palacio de Solecio. "Va a tener el mismo mobiliario y decoración que el actual hotel de la calle Granada", explicaron meses atrás desde la compañía, que sí confirman la disposición de pequeñas piscinas en el nuevo edificio como valor añadido a la oferta.
Aunque es Marugal la firma que asume la explotación comercial del hotel, el promotor de la operación, como ya ocurriera con el Palacio Marqués de la Sonora, histórico inmueble de la calle Granada rehabilitado años atrás, es el grupo ASG Iberia.
El nuevo establecimiento se levanta sobre una agrupación de cuatro fincas, con 1.028 metros cuadrados de superficie. Los primeros pasos administrativos en esta intervención se dieron hace casi seis años.
El nuevo hotel va a contar con unas 50 habitaciones, así como baño termal-spa y solárium. Todo ello integrado en un edificio cuya fachada no supera los 16,98 metros de altura y cuyo presupuesto de ejecución material se estimaba, según la sentencia de obra, en unos 4 millones de euros.
La resolución emitida en su momento por la Consejería de Cultura obligaba a proteger y conservar in situ la muralla medieval localizada, recomendando su integración en las zonas comunes del inmueble y la conservación de las estructuras y sustrato romano debidamente protegidos. También se proponía la recuperación de las pinturas murales de la calle Tomás de Cózar, 27.
Una de las peculiaridades del proyecto es el trabajo inicial de los arquitectos encargados del mismo, que rescataron el estudio elaborado en 2008 por la Universidad de Milán en la apuesta por recuperar el entorno de las calles Tomás de Cózar y Beatas. Todo ello con el objetivo de reproducir las fachadas de las casas que había originalmente en esas parcelas, que fueron derruidas por su mal estado de conservación.