El nuevo disco de la banda malagueña La Trinidad, Sheriff Playa, nació de un naufragio. El productor del álbum y exvocalista del grupo gallego Novedades Carminha, Carlos Pereiro aka Carlangas, acababa de llegar a Málaga cuando sus anfitriones le llevaron a comer al chiringuito Las Palmeras, en Pedregalejo. Tras la sobremesa, malagueños y gallego decidieron montarse en un hidropedal con forma de unicornio rosa. Los caminos del rock son inescrutables. El encargado de las embarcaciones les avisó: "Para pedalear, hace falta raza", pero se lo tomaron a broma y la mar se revolvió, llevando la nave a pique contra el último espigón de El Palo antes de Playa Virginia. Al ladito del ya desaparecido restaurante Sheriff Playa.
El hombre de los hidropedales les rescató: "Ya os dije que hacía falta raza...", rumiaba. "Ahí empezó la aventura del disco", concluye el batería de La Trinidad, Carlos Guerrero, en el inicio de una larga entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga, en la que vuelven a encontrarse con aquel espigón en el que se vivió el mito fundacional de su nuevo álbum, lanzado el pasado 26 de mayo. El grupo elabora su discurso en casa, entre cervezas en un merendero paleño, y se siente a varias millas —náuticas— del oleaje que ellos perciben en los últimos tiempos en la industria musical.
"Me estrellé contra las rocas / me convertí en sal / en Sheriff Playa (...) Hace falta raza / hace falta raza / en Sheriff Playa", cantan en el tema inicial de la obra, en el que van un paso más allá de la realidad y describen su propia muerte durante el naufragio. "Hemos definido nuestro propio espacio a base de pegarnos hostias contra espigones. Hemos hecho nuestro propio mapa, y ahora sentimos que somos un grupo de pleno derecho", reflexiona el vocalista y liricista de la banda, Sixto Martín. Carlangas va más allá: "Si les agitas sale un clásico malagueño, de chancletas y El Palo, y si les miras a los ojos verás las pupilas del mejor grupo de rock del país. El resto me la suda".
Antes de estrellarse contra las rocas y convertirse en sal en Sheriff Playa, La Trinidad se encontraba en un momento "bastante desolador" en el que "lo que estaba saliendo era bastante mediocre", define Sixto. Para Carlos Guerrero, el punto de partida era "desorientación y un poco de hambre", mientras que el bajista del grupo, Jorge Zúñiga, se recuerda "súper perdido en ese momento, tanto a nivel personal como musical". Contempla la formación el teclista y guitarrista Carlos Salado, que no pudo sumarse a la conversación.
Recuerdan con orgullo el último trabajo previo del cuarteto, el EP ¡Qué asco de primavera!, pero Sixto admite que se sintió como "agotar el último respiro de creatividad que nos quedaba con base en lo que habíamos hecho anteriormente... y salió muy, muy bien, pero no fue un proceso fresco". "Sheriff Playa es un disco que creo que nos ha puesto en el mapa como grupo, personalmente y como músicos. No teníamos ni puta idea de qué hacer", sentencia. La propuesta de Carlangas para convertirse en su productor les proporcionó una salida a su bloqueo creativo.
"Es una persona que respetamos muchísimo, que ha escrito canciones que a todos nos encantan, y todos teníamos ganas de hacer algo diferente", resume Carlos Guerrero: "Carlangas nos ayudó mucho a la hora de entender el proyecto. Desarolló una especie de reglas del juego, como si fuese un pequeño rompecabezas. Quitamos y replanteamos elementos de las canciones, y todo era coherente porque tenía una norma esencial".
El decreto pasaba porque la batería tuviera muchos menos elementos, el bajo reenfocara sus melodías y el vocalista quedara liberado la mayoría del tiempo de la guitarra; hasta crear un ramillete de canciones prácticamente imposibles de interpretar en acústico. "Hemos sido muy disciplinados porque nosotros mismos queríamos hacer ese tipo de música. Tenía que ser un patrón muy sencillo, cuantas menos partes mejor... ¡Llevamos escuchando Gang of Four y grupos que hacen eso años, y son nuestros favoritos! Pero es muy fácil complicarse y querer añadir algo más pensando que va a ser épico", comparte Sixto.
"Te podrías meter en un estudio y grabar la batería con cien micros, pero vamos a grabarlo con tres. ¿Quieres sonar a The Slits o a El Canto del Loco? Si quieres El Canto del Loco, métele ochenta micros; si quieres The Slits, métele tres. Ese ha sido el funcionamiento, menos es más", relata el vocalista y liricista.
Las sensaciones fueron rápidamente buenas: "Tras la primera tanda de grabación, estaba muy seguro de que iba a funcionar e íbamos a hacer buenas canciones", recuerda Jorge. "Estábamos acostumbrados a concebir el grupo de una forma muy específica, muy clásica, y yo personalmente estaba un poco cansado. Aceptando las normas de Carlangas, encontré nuevas formas de expresión. Es un reto que todos nos tomamos como un pacto", valora Carlos.
"El compromiso con hacer canciones más bailables o rítmicas lo tomábamos también como una cosa que no podía estar reñida con que hubiera canciones más turbulentas o violentas. Había un ritmo, una urgencia por hacer canciones rápidas y que se entiendan de manera directa", amplía el batería.
Ejemplo de ese punto de la obra "un poco obsesivo por momentos, que da vueltas sobre sí mismo y muy envolvente" —como lo define Martín— es Convertidos en Estatuas, en el que se atreven con escalas de flamenco con guitarra invertida. "Convertidos en estatuas / Nuestros corazones seguían latiendo debajo de la piedra", reza el tema.
Para el liricista, el reto ha ido más allá del aspecto musical. Si en su álbum debut, Los edificios que se derrumban (2020), Martín había volcado toda su experiencia vital en la ciudad de Praga, algunos traumas personales y mucha influencia política hasta crear "casi un ensayo sobre un momento muy concreto" de su vida; en cambio, el actual disco representa "un momento del grupo". "Es un disco que solo se puede componer estando todos. Sin cada pieza, todo se desmorona. Es el disco propiamente de La Trinidad como grupo", expresa.
"Me di cuenta de que tenía que poner la letra al servicio de la melodía. He perseguido formas un poco más expresionantes y sugerentes a la hora de comunicarme. Aún no veo cuál es el hilo conductor del disco, sí que lo hay, pero verdaderamente lo he hecho de una forma mucho más libre. He compuesto las guitarras exactamente igual que las letras: me han salido del alma", reflexiona el vocalista. Su objetivo en Sheriff Playa ha sido articular una propuesta "profunda; no en el sentido intelectual, sino en el sentido de que tenga arraigo". El corte del que está más orgulloso a nivel lírico es Que las palabras broten.
Eso no supone que el enfoque sociopolítico haya abandonado sus letras. En Aprende a gestionar tu fracaso con nosotros, La Trinidad habla de "todas las cosas que España me debe" en referencia a los "servicios públicos, joder" —en palabras de Sixto Martín— y como guiño a Still Ill, de The Smiths, donde se canta que Inglaterra es suya y les debe un hogar. "Que nos ponga un sueldo el Ayuntamiento", bromea Zúñiga.
Esa lucha por unas condiciones materiales dignas es quizás también el eje principal de 6,30; el primer sencillo del álbum y también una de las primeras canciones que se escribieron. Sixto se basó en su propia vida: "Estaba en un trabajo de mierda que me estaba quitando las ganas de vivir. Tenía un contrato por horas y el resultado final era de 6,30 euros la hora. Me estaba volviendo una persona oscura, gris, que no tenía ilusión por nada". El estribillo lo grita: "Ahora solo tengo una certeza / Una hora de mi vida no vale 6,30".
La Trinidad echa en falta esa conciencia generacional y de clase en la escena musical independiente de España. "El underground se está comiendo con patatas, en el peor de los sentidos...", comienza Sixto.
—Con patatas no, con mierda —matiza Jorge.
"...todas las técnicas del mainstream", prosigue el vocalista: "Todos los grupos del undergound están básicamente copiando a Los 40 Principales o tienen una especie de pseudoaspiración a llegar a eso (...) La industria de Love of Lesbian, Vetusta Morla y tal al menos daba muchísimo dinero. Estamos consiguiendo ser igual de aburridos que ella, pero encima sin beneficiarnos económicamente. Salimos mucho más baratos porque somos muchos más precarios".
"Estamos cansados de las bandas que quieren sonar a El Canto del Loco y todas esas movidas. Tampoco hemos hecho este disco de forma intencionada contra nada ni nadie, pero también es verdad...", reflexiona Jorge. "Que estamos en contra de ellos", finaliza Carlos. "De una forma natural nos ha salido decir que le follen al muro de sonido, a la típica canción de tontipop con cuatro acordes de punkrock", plantea el bajista: "En la música de España, a cada tiempo tienen que surgir cosas nuevas que cambien un poco el juego".
Desde su perspectiva, ya hubo una ola de apogeo del garage con Los Nastys, Los Parrots y Las Hinds; y luego bandas como Cariño o Carolina Durante sentaron nuevas bases del juego: "Eso fue a lo mejor en 2017 o 2018, no hace tanto tiempo, pero ya es suficiente como para que a mí personalmente ya me empiece a aburrir esa fórmula. Hay muchos grupos que lo imitan, que es normal cuando una banda lo peta, pero creo que estamos en un momento en el que tiene que ocurrir o surgir algo", argumenta Jorge. "Repetir el primer disco de Carolina Durante no tiene sentido, precisamente, porque era muy bueno", puntualiza Sixto.
"Recordaremos esta época como un 'undergound' muy pobre y muy poco combativo, muy aspiracional en convertirse a las formas del 'mainstream'. ¿Qué sentido tiene que los grupos que no nos comemos una puta mierda compremos ese discurso?"
"Esta escena parece que está muy viva porque ves que hay mil cosas, pero en realidad está súper muerta. Está viva para el que vive en Madrid, se va de after con el cantante de tal grupo, se mete unas cuantas rayas y se cree que está en La Movida. Nosotros lo vemos desde la barrera que es vivir en Málaga y estar en un chiringuito, y decimos: Qué puta basura, esta mierda no tiene ya recorrido. A la línea estética que estaba bien hace cuatro años le queda súper poco recorrido, esa fórmula ya se agota y me aburro", asegura Jorge.
Para Carlos Guerrero, "la gente lo que quiere es ser famosa y petarlo". Continúa Jorge: "No tiene ningún tipo de interés artístico. Han visto que tocar en un grupo mola, que puedes hacer una canción con cuatro acordes, una caja de ritmos y a petarlo. La música no es eso, y al año y medio te vas a cansar porque te vas a dar cuenta de lo complicado que es realmente desde dentro tener un grupo y llevar un proyecto adelante. La gente quiere seguidores, no..."
—No quiere hacer un buen disco —le interrumpe Sixto.
—Es un discurso muy pollavieja, pero es la verdad —concluye Jorge.
El liricista y vocalista de La Trinidad habla de "situacionismo low-cost" para definir la tendencia de las bandas emergentes a "imitar una estructura que no te beneficia por tener algún tipo de rédito en redes sociales". "La pequeña parcelita que tenía el undergound se ha convertido en eso. Recordaremos esta época como un undergound muy pobre y muy poco combativo, muy aspiracional en convertirse a las formas tan pobres del mainstream. Yo lo veo como una cuestión de clase, de fabricación en serie, de franquiciado constante. ¿Qué sentido tiene que los grupos del underground que no nos comemos una puta mierda estemos comprando este discurso? Si no vamos a vender una puta mierda de ninguna manera, pues vamos al menos a arriesgarnos y hacer que esto sea interesante", insiste Sixto.
El hecho de ver el panorama desde un chiringuito en El Palo, al lado del ya difunto Sheriff Playa, ayuda: "Estar en Málaga a nuestras cosas es un hándicap, pero sobre todo un ventaja porque vemos que muchísima gente compra un ideario y un discurso que realmente está vacío. En Málaga, entender tu realidad es más sencillo porque no estás tan ensimismado en lo que es el rollo y ser guay", valora Carlos.
"El simple hecho de vivir en Andalucía a nivel socioeconómico no tiene que ver con vivir en Madrid. Eso moldea la realidad a tope. No nos impresiona el tonto que se va a Madrid y se junta con cuatro mataos. Es un mundillo que tienen montado unos cuantos pijos que viven ahí porque se lo pagan sus padres", añade Jorge.
Ellos no buscan "la fórmula del éxito", dice Carlos: "Creemos en el proceso, que las cosas vayan creciendo un poco de manera gradual y natural". La última gira en la que han estado embarcados, dos meses dentro del ciclo con financiación pública "Girando por salas", les ha llevado a distintos pueblitos de la geografía española a los que de otra manera no habrían llegado. Y notan ese bagaje: "Cada vez que tocamos, sonamos mejor. Se nota una banda que lleva meses girando; en el concierto se te olvida el cansancio, haces lo que sabes hacer y creo que estamos mejor que nunca", dice Jorge, seguido de una afirmación al unísono de los demás.
"Estamos en una labor de proselitismo y confiamos en que en un futuro no inmediato, pero sí a medio plazo, funcionen las cosas de una manera auténtica. El éxito ha sido que, la siguiente vez que vayamos a esos sitios, están evangelizados y difundirán la palabra", reflexiona Carlos. Próxima parada: evangelizar en las capitales, con actuación en el Canela Party de Torremolinos en agosto incluida.
Y seguir explorando la nueva vida que recibieron al estrellarse contra el espigón en Sheriff Playa: "Es un disco que nos deja muchas puertas abiertas, nos ha abierto mucho la cabeza a la hora de visualizar y entender la música en nuestro fuero interno", concluye Sixto.