A El Virtual a veces le escriben mensajes bienintencionados deseando que se ponga triste. Hace no mucho subió una historia a Instagram con el manga Buenas noches, Punpun, cargado de drama. "Todo el mundo me respondió en plan: Tío, me alegra que te leas eso porque te va a inspirar, es súper triste. O la gente me pide que suba otra de Depresión Tropical, y yo Depresión Tropical me la hacía cuando estaba literalmente deprimido. No, no me desees eso, no quieras otro tema de eso", defiende.
Muchas de sus canciones más exitosas han coincidido con momentos de tristeza, pero para El Virtual tampoco es un problema. Con una particularísima mezcla entre los memes, la transparencia desbordante y los tatuajes rozando los párpados, este malagueño nacido en 1998 se ha convertido en un tótem generacional que canta explícitamente sobre la ansiedad, su propia salud mental y su proceso de resiliencia.
Este lunes actúa en la Sala París 15 de su ciudad dentro de la fiesta del cuarto aniversario de Fiebre Club; pero antes habrá pasado el fin de semana en Madrid, el viernes, y Zaragoza, el sábado. Atiende a EL ESPAÑOL de Málaga en una larga entrevista en un bar-cafetería de La Unión y antes avisa por Whatsapp de que se llama Guille. Y que le flipan las entrevistas escritas.
Sé comunicarme con el tiempo
Cuando tenía nueve años, Guille pidió a la profesora subirse al escenario del salón de actos en la fiesta de fin de curso para rapear una canción que, prometió, no decía palabrotas: "Venga, no tengo base, pero hacerme palmas", dijo desde la tarima, y todo el colegio comenzó a tocar las palmas.
Mi nombre es Guille, vengo de Málaga,
escúchame y ponte a hacer gárgaras.
Solamente tengo nueve años,
pero te clavo las frases que hacen más daño.
El pequeño Guillermo se crió en Eugenio Gross, era creativo con los Lego e inquieto respecto a la vida —"mucha ansiedad para bien y para mal"—. "Mi madre no sabía qué hacer conmigo. Me apuntaba a esto, a lo otro... Era muy artístico y muy feliz", afirma. Los orientadores y los psicólogos le dijeron que tenía trastornos de ansiedad y conducta: "Soy una persona altamente sensible. Y ya desde chico, con retrospectiva, me doy cuenta de que todo me afectaba mucho".
Se introdujo en el rap cuando era un niño, y como adolescente vivió su particular reseteo cultural al oír el trap de Pxxr Gvng o Cecilio G. "Hablaban de fumarse cuatro porros, hacer un caballito con la moto y vender droga. Y yo me dije: ¡¿Cómo?! ¿Esto se puede decir?", relata.
"Fue un cambio total; de ver que no era tan rígido todo, que podía ser más flexible, que podía hacer música de cachondeo y pasártelo bien... Pero dentro de esa despreocupación hay flow y estructuras de rima guapísimas, que te salen sin querer incluso", diferencia, frente al antiguo rap virtuoso que se tomaba muy en serio a sí mismo.
Quiso ser creador de videojuegos, pero lo descartó cuando se enteró de que había que manejar las matemáticas. Se planteó ser mozo de almacén para poder trabajar escuchando música a su aire e incluso estudió para ser doblador, pero la música se fue abriendo camino: pese a que no tenía un grupito de amigos raperos, comenzó a grabarse a sí mismo, de forma autodidacta, bicheando con el Autotune. Y, así, se creó como El Virtual.
Si tengo ansiedad, hablo de que tengo ansiedad. Y si veo Los Simpson, voy a hablar de que veo Los Simpson
"Ha sido deconstrucción pura y dura, mantener la humildad, aprender y ser muy consciente de mí mismo: cómo es mi vida, cómo lo siento. Cuando empecé a entender que yo era una persona más sensible de la cuenta, no me lo tomé ni como un don ni como una enfermedad, sino un rasgo de mi personalidad. Comencé hasta a tenerlo en cuenta para no pasarlo mal", explica.
Así, dejó de cantar sobre peleas o ser camello "porque pensaba que era lo que había que hacer", y se pasó a su vida real: "Empecé a profundizar en, a través de la sensibilidad, quitarme la vergüenza. Si tengo ansiedad, hablo de que tengo ansiedad. Y si veo Los Simpson, voy a hablar de que veo Los Simpson".
Se rebautizó como El Virtual por haberse criado frente a la pantalla del ordenador, pero ahora lo ha resignificado: "La realidad puede ser chocante muchas veces y supera la ficción. En lo virtual, tú puedes ser quien quieras, puedes hacer lo que quieras, o, no sé, puedes seguir siendo tú (...) Hoy en día todo va muy rápido. El Internet nos ha insensibilizado mucho, y trato de traer de vuelta lo más puro de la vida, hacer sentir a las personas, personas".
Tantísimas cosas que al final no hay ni cosas
Guille no era capaz de interiorizar que hubiera gente yendo a ver a El Virtual en concierto, así se convencía de que debía ser por el DJ que salía después. Años después, y ya asentado como referencia de la escena underground nacional, sigue luchando con su propia autoestima.
"No sé cómo lo hago, te lo prometo de verdad. Aún teniendo tatuajes en la cara, que me miran mal las viejas por la calle y no se fían de mí... Me da igual, pero luego me rayo mucho, así que son ejercicios que hago para no rayarme", explica: "Es cincuenta-cincuenta que me la suda el mundo y me importa demasiado. Es una mezcla rara y va variando el porcentaje. Desde pequeño tenía complejo con mi forma física, porque siempre he estado gordo y me han sobrado 10 kilos. Siempre tenía barriga, papada, no sé qué. Y me daba ansiedad".
—Mi propio yo me dijo: "Haz videoclips sin camiseta". Y tengo más videoclips sin camiseta que con camiseta, ¿sabes? Hasta tengo un tatuaje que dice Fat life. Cero complejo, encima voy a poder ayudar al chaval que no se quita la camiseta en la piscina. Eso me llena. No soy aquí la mejor persona del mundo, pero me gusta servir de avanzadilla para muchas cosas de esas... y ya el trabajo que me hago de paso gracias a eso.
Así, ha convertido su propio proceso interno en su firma. "Si tienes ansiedad, si has pasado por ciertas cosas, si te agobia la vida o el futuro, vas a empatizar con El Virtual", resume.
—Tengo ansiedad social y lo paso fatal en grupos de gente, pero de algún modo me ha gustado la atención también, de forma sana. No me ha importado llamar la atención tan emocionalmente y visceralmente. Si puedo comercializar mis pensamientos, me parece la polla. Obviamente estoy en contra de convertirme yo en un producto, pero si le puedo sacar dinero a lo que hablo para vivir, para comer, para pagar mi piso... No me preocupo, la verdad. Y tampoco dependo de estar triste ni rayado para escribir, ya no, antes sí. Ahora es un día más en la oficina.
El Virtual respira, cierra los ojos e improvisa por líneas a ver qué sale. La escritura automática y la asociación libre son sus formas de crear sus letras de forma intuitiva. Hay quien considera que su estilo recargado e introspectivo —que él define como "sencillamente hip hop"— ha sido padre de la última ola de moda, el hyperpop.
"Todo lo que sume a la música y al arte, todo lo que enriquezca y esté acorde con el mundo en el que vivimos, perfecto. Si estamos locos, cómo no va a haber música loca. Está chulo, a mí me gusta. No lo consumo, pero me mola, hay temas que disfruto. Ya no sé si es la típica paranoia mía, pero veo mucho de la nueva ola que me suena a cosas que yo hago. Estoy cerca de eso y lejos a la vez", opina El Virtual sobre ese hyperpop.
Sí que siente una conexión muy fuerte con una generación que, al ver reflejada sus grandes temas en él, le ha otorgado un rol casi chamánico. Una vez, tras un concierto, Guille pidió un cigarro a alguien y una chica se sorprendió de verle a pie de suelo: "¡El Virtual es mundano!"
Eso es lo guapo del videojuego de la vida, que nosotros decidimos cuando empezamos otra vez
Estando El Virtual en una fiesta en la que tenía que actuar, todo el éxtasis que había tomado le sentó mal. Sintió una voz sin género dentro de él que, desde su propio estómago, le decía: "Guillermo, este no es tu camino, no puedes seguir así, vete de aquí". El Virtual daba pasos hacia el escenario y se desvanecía, se desmayaba: "Me tuve que ir sin cantar. Ya no sé si era mi propia ansiedad manifestada de esa manera, pero yo me lo tomé como una señal".
Desde entonces, se ha centrado en "mantenerse iluminado, mantenerse puro". Desde su adolescencia ha sido lector de autoayuda y ha notado la psicoterapia como un apoyo para deconstruirse, a lo que ha sumado su interés por la espiritualidad y su afán por "usar benévolamente" todo lo que le depare la vida.
—Yo me leía los libros y a lo mejor pensaba que le vendría bien a un amigo, pero sabía que no se lo iba a leer. Así que me hacía una canción hablando de lo que le pasaba a mi amigo y de la posible solución que yo había leído, sin que él lo supiese, ya enfocándolo a todo el mundo. Y me di cuenta de que servía, que era como una especie de figura orientativa, sin creerme nada, para los chavales que están perdidos como yo. Si me sirve a mí, a lo mejor a otro también.
En sus inicios, la madre de El Virtual estaba preocupada porque su hijo escuchaba música muy oscura y fumaba porros. Una amiga le dijo: "Pero está haciendo música y está haciendo algo bueno. Aunque esté en la oscuridad, en la oscuridad hace falta una luz".
—Ya me quedé yo con eso. Estoy en lo oscuro, pero sigo brillando. Yo no soy la oscuridad, yo la visito y veo qué pasa. Leí sobre el símbolo de la libélula. Me fui quedando con todos esos mensajes para sentirme una luz en la oscuridad, siempre sin ego y sin tonterías, sino como figura artística.
Después de haber pasado ya por la droga, por querer morirme, por querer matar a todo el mundo... Ahora mi piedra de pulir es ser consciente para no volver a ninguna de las anteriores
Sus próximos pasos profesionales son tres trabajos musicales ya preparados (uno de ellos, adelanta en exclusiva, se publicará a finales de año), la gira en la que está inmerso, más videoclips potentes, reinvertir las ganancias en su propia música, una fiesta de la Shine Gang —su colectivo musical— itinerante por España, e incluso el sueño de aliarse con algún dibujante y escribir un cómic.
¿Y su gran lucha final? "Ser consciente de mí mismo, de lo que hago, de lo que valgo. Ese es mi boss final, mi piedra de pulir: no quitarme valor, no autosabotearme. Después de haber pasado ya por la droga, por querer morirme, por querer matar a todo el mundo... Ahora es ser consciente para no volver a ninguna de las anteriores".
Guille también tuvo una época con bastante fe en Dios y otra con bastante odio hacia lo divino. Ahora, no cree en un señor con barba blanca que lance rayos, pero sí en las fuerzas o en el destino. Y recuerda una vieja máxima zen: "Si te cruzas al Buda, mátalo".