Con los resultados electorales recién salidos del horno, se abre de par en par la puerta al sexto mandato consecutivo de Francisco de la Torre al frente del Ayuntamiento de Málaga. Y aunque son muchos los deberes pendientes asumidos de los últimos años que necesitan de una respuesta inmediata (véanse los proyectos paralizados), hay una operación de especial magnitud y significación como para que marque el desarrollo urbano de la capital de la Costa del Sol en la próxima década: el Plan Málaga Litoral.
Si bien las bases de esta iniciativa se han ido colocando a lo largo del mandato pasado, que vea o no la luz dependerá de las acciones que De la Torre asuma en el nuevo periplo ejecutivo. El principal obstáculo que se encuentra en el camino el desarrollo de este macroproyecto reside, precisamente, en los cerca de 400 millones de euros en los que está tasada la inversión.
Un volumen económico inabarcable para el Ayuntamiento en solitario, lo que le fuerza a depender de la llegada de fondos europeos (que no están para nada garantizados) y del apoyo del Gobierno central y de la Junta de Andalucía.
Asumida esta realidad, ¿qué debe hacer De la Torre? ¿Supeditar todo el Plan Litoral a disponer de la financiación o analizar la posibilidad cierta de desgajar aquellas piezas con posibilidades de ser ejecutadas de manera independiente?
La contestación a esta pregunta es clave en el futuro de la Málaga que él mismo ya ha ideado para los próximos 10 años y en la que se ha marcado el reto de extender el Centro urbano mucho más allá de las actuales fronteras físicas del barrio.
[Así es la Málaga que Francisco de la Torre proyecta para la próxima década]
La propia configuración del proyecto, que ya cuenta con una importante raíz técnica desarrollada, vincula el grueso de las actuaciones a la construcción del túnel de 2,3 kilómetros de longitud con el que se quiere soterrar el tráfico de Muelle Heredia y el Paseo de los Curas, entre otros ejes, con una capacidad prevista de hasta 60.000 coches diarios.
Sólo con su ejecución se podrá acometer la estación soterrada para autobuses en la Plaza de la Marina, así como la ambiciosa operación de peatonalización que permitiría ganar del orden de 70.0000 metros cuadrados de espacio ciudadano.
Esta gran alfombra, salpicada de zonas verdes y puntos abiertos, uniría el puerto con el casco antiguo, cumpliendo una de las antiguas asignaturas pendientes de la ciudad. Y, al tiempo, abre la posibilidad para reordenar todo el barrio de La Malagueta, con el cierre al tráfico de Cánovas del Castillo.
Esta descripción muestra a las claras la complejidad de esta intervención. Sin embargo, en todo este esquema existe casi a modo de isla una pieza igualmente sensible y de un potencial enorme que sí podría y debería impulsarse de manera independiente: el intercambiador de la Explanada de la Estación y la transformación de la parcela sobre la que se levanta la vieja estación de autobuses metropolitanos.
¿Afrontará De la Torre este paso adelante? Desde el punto de vista técnico y económico es, posiblemente, el elemento de más fácil materialización. La parcela sobre la que se plantea este gran equipamiento está liberado y ajustado en el plano urbanístico desde hace años, tantos como los que han transcurrido desde que por vez primera el Ayuntamiento planteó a la antigua Junta de Andalucía, con el PSOE al frente, su construcción.
A diferencia de lo que ocurrió en aquel entonces, cuando fue ignorado, el alcalde tiene ahora la comprensión de un gobierno amigo, con el malagueño Juanma Moreno al frente. Incluso, ya existe el compromiso de financiar la redacción del proyecto constructivo por parte de la Administración regional. Muestra de ello es la inclusión de una partida de 1,4 millones de euros para este encargo.
Conforme a las primeras estimaciones recogidas en el anteproyecto de la futura estación soterrada, su ejecución podría alcanzar una inversión cercana a los 75 millones de euros. Una cifra que supone una losa considerable para ser impulsada en solitario por las cuentas municipales.
Sin embargo, existe un comodín que De la Torre tendrá que aplicar y son los ingresos que pueda obtener por la venta a un tercero de los terrenos de la estación de buses. La previsión es que esta pastilla, estratégicamente posicionada en la ciudad, pueda albergar usos de oficinas y hoteleros con los que paliar las necesidades actuales.