Un paseo por calle Larios: estos son los rostros de la Feria de Málaga 2023
El corazón del Centro de Málaga alberga una amplia variedad de perfiles caminando por sus calles, ya sea trabajando o, como en la gran mayoría de los casos, por puro disfrute.
19 agosto, 2023 05:00Noticias relacionadas
Cuando uno sale de la parada del metro de Atarazanas, al filo de la una de la tarde de un viernes de feria, la Alameda le recibe con un relativo silencio, más allá del ruido que causa el tráfico y el vaivén de personas que caminan hacia el trabajo. Un puesto que vende flores para el pelo y abanicos, junto a Puerta del Mar, da alguna pista de que se están celebrando las fiestas de agosto, pero el jolgorio no se nota verdaderamente hasta que uno se adentra por la calle Larios, la céntrica vía que muchos definen como el corazón de Málaga.
Lo primero que se observa al atravesar la nueva portada de la calle Larios, donde se ha dibujado a dos malagueños bailando, es el puesto de Ana y su hermano. Ella empezó a echarle una mano con el negocio cada agosto desde hace seis años, pero él lo tiene desde hace prácticamente treinta. Son de Málaga y también cuentan con otro puesto de venta de chucherías durante la Semana Santa.
"La Feria va bien, aunque algo más floja que otros años, y eso que hemos mantenido los precios desde hace tres. Los productos estrella son las flores; también los abanicos se venden bien. Algún que otro catavinos, típico de Málaga, también ha caído", resalta.
A tan solo unos metros de su puesto, dirección a la Plaza de la Constitución, localizamos a Salvador, vendedor de la ONCE en Larios desde hace seis años. Está atendiendo a Toñi, Lola y Ana, tres señoras de origen marbellí que prueban suerte comprando unos números. Han venido a la Feria del Centro a pasarlo bien y "a beber Cartojal y todo aquello que vaya encartando". Aunque, eso sí, no tienen claro si tendrán fuerzas para seguir la fiesta en el Real.
Por su parte, Salvador reconoce que en feria se incrementan las ventas, aunque en ocasiones son tantos los estímulos que tiene la arteria principal de Málaga que le cuesta que el cliente se fije en él. "En Semana Santa es más duro porque al ser calle Larios parte del recorrido oficial te trasladan a otro sitio, pero aquí, dentro de lo que cabe, no me quejo. Estamos en medio de la fiesta", cuenta este vendedor, que en febrero de 2019 dio un primer premio de un Sueldazo del domingo --vendió 10 cupones premiados con 20.000 euros cada uno--.
A la altura de la cafetería Lepanto, es imposible no fijarse en Katiuscia y su marido. Están abriendo con cuidado una botella de Cartojal. Que no comprueben que está lo suficientemente fría antes de abrirla, ya anuncia que no son de Málaga y que, previsiblemente, es la primera vez que lo toman. "Somos de Italia, es nuestra primera vez en la feria, pero también nuestra primera vez tomando Cartojal", declara Katiuscia, con una sonrisa, mientras pide con mucha amabilidad que les tomemos una fotografía para recordar aquella cata para siempre. Por sus caras, parece que les ha gustado.
Lástima que las fotografías no se escuchen. La panda de verdiales que toca en mitad de la calle Larios hubiese sido una gran banda sonora para esa estampa que los italianos no olvidarán nunca. Al acercarnos al corrillo, Paula nos mira con una sonrisa. Tiene veinte años y, pese a su juventud, lleva en la sangre algo tan tradicional y clásico de Málaga como los verdiales. Sus tíos y ella forman parte de Raíces de Almogía.
"Yo no soy de Almogía, pero mi familia sí. Disfruto mucho de esto, es algo muy nuestro. No entiendo a los jóvenes que dicen que los verdiales son más de personas mayores. Aquí hay hasta niños de tres o cuatro años. Esto no entiende de edades, sino de la zona donde te críes y la tradición de tu familia", declara la joven.
También se acercan al corrillo José y Pili, naturales de Barcelona. En los brazos de José, Sofi, una pequeña perrita con una flor de flamenca de color rosa entre oreja y oreja. Es la primera vez que visitan la feria y apenas llevan media hora en la ciudad. "Nos la hemos traído a ella también para no dejarla en el hotel. Ella siempre está con nosotros y tenía que estar a punto", cuenta esta pareja de turistas, a quien aún le queda mucho que descubrir de esta gran fiesta.
¿Y cómo no íbamos a toparnos por Larios con una despedida de soltera? Un grupo de siete chicas vestidas de flamenca se toman una foto con un señor que se las encuentra por la calle. "¡Me caso yo! ¡Me caso yo!", grita Amparo, con falda blanca con dibujos de color negro, al igual que el corpiño. "No sé cuándo me casaré, cuando haya dinero, pero tenemos que celebrarlo, que ahora me voy un año a vivir a Nueva Zelanda", declara, hasta que su madre la interrumpe. "Sea como sea, tú te casas, ya tenga que hacer yo lo que haga falta", le espeta entre risas.
La mayoría son de Málaga, aunque hay alguna infiltrada madrileña. "Llevamos nueve años viniendo juntas en grupo y, evidentemente, la despedida de Amparo tenía que ser aquí. No cabía otra opción", suelta otra de ellas.
Y del traje de flamenca, a la danza del vientre. En nuestro particular paseo por el corzón de Málaga, encontramos a un grupo de pequeñas de apenas cinco o seis años bailando esta disciplina artística que combina rasgos del Norte de África y otros del Medio Oriente. "Si es que en la Feria de Málaga hay hueco para todo el mundo. ¡Claro que sí! Mira qué lindas son y que bien lo hacen", dice un chico a su grupo de amigos mientras ven la actuación de las niñas.
Junto al escenario, una operaria de Limasa limpia una de las calles colindantes con Larios. No charlamos con ella para no molestarla en su labor, pero su rostro habla por sí solo. No debe ser sencillo trabajar durante esta semana entre el gentío, especialmente a última hora de la tarde, cuando el Cartojal que se estaban tomando los italianos a muchos ya les ha subido a la cabeza.
A unos metros, también patrullan tres policías locales. Parecen tranquilos y charlan pausadamente entre ellos. En este sentido, está siendo una feria tranquila y se nota en sus caras. A excepción de alguna pelea y robos, las fiestas se están desarrollando con tranquilidad.
Y prácticamente el último puesto antes de llegar a la Plaza de la Constitución, el epicentro de la fiesta en la Feria del Centro, con artistas cantando en directo y un botellón improvisado por parte de los más jóvenes, es el que tiene montado una familia de Sevilla, David y Baiana, y un pequeño de un año y medio que juega con el móvil sentado sobre el puesto de chucherías. "Este ha hecho más ferias ya que toda esta gente junta", dice Baiana señalando al menor.
David y ella están cubriendo a su tía, que está enferma, vendiendo productos como patatas, golosinas y bebidas. Han adecuado su puesto en Larios a las medidas estéticas que pide el Ayuntamiento, aunque cuentan en el Real con un remolque mucho más amplio. "Aquí quieren una forma especial que no es la de la feria. Más bonita y recogidita. Nos da la impresión que lo hacen solo para fingir que el centro se parece a la feria del Real", comenta la joven.
Sobre las ventas, relata que es la primera vez que vienen a Málaga, pero que no se están cumpliendo las previsiones que su tía les había comentado en relación con años anteriores. "Además, está siendo una feria con no demasiado calor y eso se nota, especialmente en el tema de la bebida, que no compran tanto", prosigue.
Así, reconocen que el Real se está comiendo poco a poco al Centro, que ha quedado reducido, a su parecer, en un entorno destinado a "los guiris". "Me esperaba a gente de Málaga disfrutando de la Feria, gente vestida de flamenca... pero nada de nada. Lo que hay está en el Real. El primer día aquí sí fue algo más animado, pero poco más", zanja la familia, que espera que en su próximo destino, Murcia, las ventas mejoren.