Las ayudas al transporte en Málaga multiplican los viajes en EMT y Metro, pero no sacan los coches de la calle
Entre septiembre de 2022 y el pasado mes de agosto han sido 55,5 millones los pasajeros que se han movido en bus o ferrocarril urbano.
20 octubre, 2023 05:00Noticias relacionadas
Un año después de que el Gobierno central, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga aplicasen importantes bonificaciones en el precio del transporte público de la capital de la Costa del Sol, puede extraerse una doble conclusión. La primera es que el número de pasajeros que se han subido a los autobuses de la EMT y a los trenes del Metro se ha disparado de manera considerable. La segunda, que las ayudas millonarias no han logrado que los principales ejes viarios de la ciudad se hayan vaciado de coches.
Atendiendo al impacto positivo que estas bonificaciones han generado sobre el acercamiento a los dos principales medios públicos de Málaga, los datos son incontestables. Y corroboran que el abaratamiento del coste atrae de manera evidente a muchas personas que hasta ese momento habían eludido estos formatos.
De acuerdo con los datos oficiales publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), entre septiembre de 2022 y el pasado mes de agosto (con las ayudas vigentes) son casi 55,5 millones las personas que han optado por moverse en autobús o ferrocarril urbano.
El valor absoluto representa 12,3 millones más (28,6%) que en el intervalo de septiembre de 2021 a agosto de 2022, cuando el precio del billete era el ordinario. El alza es de casi 33.800 viajeros diarios.
Si bien la confluencia de los dos medios es favorable, los valores son especialmente reseñables en el caso del Metro, capaz de mover en el año de referencia (con las ayudas en vigor) casi 10,5 millones de pasajeros. La variación respecto al mismo periodo previo, en el que tuvo casi 6,1 millones de usuarios, se traduce en un crecimiento cercano a los 4,4 millones de usuarios (+72%).
En el caso del suburbano, además de la rebaja sustancial del coste del viaje, establecido en este momento en 0,33 euros, hay que agregar el impacto positivo que ha tenido la prolongación del trazado hasta el Centro histórico. La puesta en explotación del kilómetro que separa la zona de El Perchel hasta la Alameda Principal se ha dejado sentir en un incremento exponencial de la demanda.
El comportamiento de la Empresa Malagueña de Transportes (EMT) es igualmente favorable, aunque con porcentajes algo inferiores. En el periodo de análisis son 45 millones de usuarios los que han hecho uso de los buses, casi 8 millones más que el año previo. Ello supone una subida del 21,5% y del orden de 21.800 viajeros más cada día.
Las condiciones económicas del transporte en bus son ciertamente ventajosas, como demuestra que la tarjeta transbordo, con 10 viajes, cueste apenas 4,2 euros (8,4 menos que antes de las bonificaciones); la mensual, con viajes ilimitados, vale 19,95 euros, 14 menos que con las tarifas normales, y la tarjeta joven, 13,5 euros frente a los 27 euros del periodo previo.
Objetivos, a medidas
Por el contrario, en línea con los estudios realizados en otras ciudades como Madrid, lo que no parece haber conseguido la medida de las Administraciones públicas es rebajar el peso del tráfico motorizado en el interior de la capital. Así al menos se deduce del análisis de los datos de intensidades medias diarias del segundo cuatrimestre (mayo-agosto) de 2023 en relación con el de 2022.
Si bien hay puntos concretos en los que sí se aprecian descensos marcados, como el Paseo Marítimo Antonio Machado, la calle Pacífico o el sentido sur de la Avenida Juan XXIII, con caídas superiores incluso al 30%, en ejes como la Avenida de Andalucía, la Alameda Principal o la Avenida Valle Inclán se aprecia un mantenimiento de los niveles de tráfico o ligeros aumentos en las intensidades diarias.
Y ello va en consonancia con lo que algunos expertos venían apuntando desde hace algunos meses, hasta el punto de considerar improbable que la rebaja de precios trajese consigo una disminución del tráfico privado. En este sentido, ejemplos como los de Luxemburgo o Tallín, en los que se pusieron en marcha acciones parecidas, constataron que pese a que el transporte público ganó usuarios, el uso del automóvil no disminuyó. En buena medida porque los usuarios de mayor renta y con mayor tiempo disponible prefirieron seguir usando sus vehículos.