La mayor operación de venta de suelo impulsada por el Ayuntamiento de Málaga en su historia, la que afecta a los antiguos suelos de Repsol, sigue sin quedar formalmente cerrada. Por más que desde finales del pasado mes de marzo existe una propuesta de adjudicación de los terrenos en favor de la empresa Urbania, la realidad es que casi 8 meses después la enajenación sigue pendiente de que sea aprobada por el Consejo de Urbanismo.
Aunque semanas atrás se apuntaba la posibilidad de que fuese la sesión de este mes de noviembre la que permitiera validar el acuerdo, la realidad es que no forma parte del orden del día que va a ser objeto de debate este jueves. De hecho, se ignora cuándo podrá producirse el cierre del círculo iniciado ahora hace casi dos años, cuando el Ayuntamiento puso en marcha el procedimiento de venta.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL de Málaga, el interés de Urbania por la bolsa de aprovechamientos municipales en la parcela que acogió durante décadas los depósitos de Repsol sigue intacto. Lo que al parecer está demorando la resolución final es la petición de la promotora de ciertas aclaraciones respecto a los plazos de pago de los 54,8 millones de euros (sin IVA) ofertados por los solares objeto del concurso. Demanda que está siendo estudiada por los técnicos municipales, que han de responder.
La venta de la parcela se ha convertido, en cualquier caso, en un azaroso procedimiento, salpicado de dudas jurídicas. En buena parte generadas por el movimiento judicial realizado por el colectivo Bosque Urbano, contrario a la enajenación del suelo y a favor de que el mismo, con una extensión de 177.000 metros cuadrados, sea reservado en su integridad como zona verde.
Una tesis que choca radicalmente con el planteamiento del Consistorio, que desde hace décadas propone la ejecución de un gran proyecto urbanístico, con edificios en altura como protagonistas. Y eso es justo lo que plantea Urbania en su ambiciosa propuesta, en la que resaltan los nombres de los tres equipos de arquitectos responsables de los anteproyectos: BIG ( Bjarke Ingels Group); Toyo Ito, premio Pritzker, y Morph.
Cada uno de ellos pone su firma a las tres torres proyectadas sobre el sector, que darán cabida a un máximo de 528 viviendas de renta libre, así como para unos 20.000 metros cuadrados para oficinas.
El bloque de más envergadura, de 32 plantas, ha sido diseñada por el estudio danés BIG, que apuesta por un modelo basado en un concepto de villas dispuestas en vertical. Para ello, el diseño amplía la huella del edificio en las plantas superiores, en las que se configuran terrazas a doble altura con una frondosa vegetación.
Toyo Ito, considerado uno de los arquitectos más influyentes del mundo, ha estado a cargo del proyecto de la parcela P6 (28 plantas) junto al estudio B720, despacho liderado por Fermín Vázquez. En el trabajo se apuesta por distinguir tres volúmenes cúbicos que se expanden de forma regular en altura y son recorridos por grietas de vegetación con un ecosistema propio.
Y Morph se encarga del diseño de las parcelas P3, P4 y P5. La torre residencial (P3) con 30 plantas de altura, imita a la ceiba, un árbol que se ensancha y se retuerce de manera orgánica, generando una atractiva forma curva. La edificación comercial (Parcelas P4 y P5), que genera un zócalo de cuatro plantas, se ha bautizado con el nombre de Hedera, la especie botánica conocida popularmente como hiedra, y completa el planteamiento vegetal del complejo bajo los mismos principios.