Instalados en la costumbre de consultar a ChatGPT para casi cualquier menester de nuestro día a día, por qué no preguntarle al sistema de inteligencia artificial cuándo se tendrá lugar el comienzo del fin de Málaga. Partiendo de la premisa de que se trata de una respuesta instalada en la ficción más absoluta, resulta cuando llamativas las razones que emplea el programa para sustanciar su respuesta de manera cerebral y analítica.
De acuerdo con su contestación, tras el ejercicio realizado por EL ESPAÑOL de Málaga, será el año 2045, cuando el declive de una ciudad "que había sido testigo de siglos de historia, cultura y vida vibrante" pasa a encontrarse "en el umbral de su última temporada".
El diseño del final se parece en todo momento al guion de una serie futurista. Y no está exento de literatura. Ese año en el que se aproxima el declive de la capital de la Costa del Sol, ChatGPT observa que las calles y los edificios están envueltas de un "aura de melancolía", mientras los residentes "se preparaban para enfrentar un futuro incierto".
A ojos de la inteligencia artificial, el motivo principal de esta caída en barrena de la ciudad "no fue un desastre natural o una catástrofe repentina, sino una serie de eventos acumulativos a lo largo de décadas". "Cambios climáticos extremos habían debilitado la infraestructura de la ciudad, erosionando sus playas y afectando su capacidad para enfrentar las crecientes mareas. La combinación de urbanización descontrolada y la falta de medidas de sostenibilidad contribuyó a la degradación del entorno", afirma.
Nada que suene raro en 2023, cuando aún restan 22 años para llegar a la fecha límite. Una cuenta atrás en la que, se destaca, los últimos líderes de la ciudad, "conscientes de la situación, lanzaron un esfuerzo final para revertir el curso de los acontecimientos". Y ello por medio de proyectos "ambiciosos" de mitigación ambiental y restauración urbana.
Pese a los esfuerzos realizados, el destino estaba marcado y las comunidades costeras "se vieron obligadas a abandonar sus hogares debido al aumento del nivel del mar, mientras que otros barrios históricos enfrentaban inundaciones periódicas".
La ciudad, sin embargo, "no se rindió fácilmente" y los malagueños se unieron en un "último acto de resistencia", organizando eventos culturales, conciertos y exhibiciones para preservar la rica herencia que Málaga había acumulado a lo largo de los siglos. "Calles que antes estaban llenas de bullicio y alegría ahora resonaban con la música melancólica de guitarras flamencas y el eco de despedidas silenciosas", dramatiza el programa.
A medida que el último año avanzaba, Málaga empieza a sumergirse "en una especie de nostalgia anticipada". "Los habitantes compartían historias, preservaban tradiciones y honraban los lugares emblemáticos que, con el tiempo, desaparecerían bajo las aguas. Los museos y galerías de arte se convirtieron en lugares de peregrinación, y las plazas históricas fueron escenario de despedidas emotivas", destaca.
Y como si una de las trágicas imágenes de Deep Impact se tratara, ese último día, la gente se reunió en la costa para observar el último atardecer sobre el Mediterráneo, "mientras las olas acariciaban los cimientos de lo que una vez fue un hogar vibrante".