La falta de vivienda a precio asequible, ya sea para comprar o alquilar, sumado al desmesurado nivel que siguen alcanzando los precios del residencial, han convertido a la sobredimensionada oferta de pisos turísticos en una especie de enemigo público número 1. La sospecha generada en torno a esta actividad ha sido tal que en municipios como Barcelona, el alcalde, Jaume Collboni, ya ha anunciado su doble intención de prohibir nuevas autorizaciones y no renovar las existentes.
El caso de la Ciudad Condal ha sido incluso puesto como ejemplo por la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, en su ataque a la posición del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, a quien este miércoles acusó de "culpar a otros" en este asunto, en lugar de asumir sus competencias.
Este último episodio, así como el hecho de que el pasado sábado miles de personas salieran a la calle en la capital de la Costa del Sol para protestar por el problema de vivienda, confirma la necesidad de centrar la mirada en esta cuestión.
Sin llegar al extremo barcelonés, el equipo de gobierno del PP en la Casona del Parque tiene tomada la decisión de "parar" y no conceder nuevos permisos para pisos turísticos, aplicando para ello el Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU).
De inicio, esta máxima es aplicable a todos los inmuebles, sea la zona de la ciudad que sea, que no dispongan de acceso propio e independiente. Algo que va a afectar a la gran mayoría de peticiones registradas desde el pasado 24 de febrero.
El siguiente movimiento estratégico del Ayuntamiento está al caer y será una ordenanza específica con la que intervenir en las zonas saturadas, regulando porcentajes máximos de uso en los barrios. Aunque sin ser oficial, se da por segura la declaración del Centro histórico como espacio saturado, lo que impedirá que se puedan permitir nuevas viviendas de este tipo.
¿Influencia en el alquiler?
Uno de los interrogantes que pesa sobre la influencia negativa de las viviendas turísticas es hasta qué punto afecta al precio de los alquileres en una ciudad con una evidente carencia de inmuebles de este tipo. A ojos del decano de la Facultad de Turismo de la Universidad de Málaga, Antonio Guevara, es evidente el papel de los pisos turísticos como factor tensionador del mercado residencial en el Centro.
"Si reduces la presencia de viviendas turísticas sí bajarás esa sobrecarga turística, pero eso no significa que vayan a bajar los precios de la vivienda"
"En otras zonas de Málaga, la vivienda turística es un factor más, a los que hay que sumar otros; a la vivienda turística no se le puede imputar de manera exclusiva el incremento de precios, por ejemplo, en una zona como Palma-Palmilla", ha explicado. De hecho, es categórico al afirmar: "Controlar la vivienda turística no implica que vayan a bajar los precios del alquiler".
Sobre ello, recuerda las dificultades que tiene la capital, dada la ausencia de oferta de vivienda de protección oficial, de suelos listos para desarrollar, que desde hace algunos años cuenta con un componente tecnológico evidente… "Todo eso sumado ha generado la tormenta perfecta", afirma, remarcando que "imputar todo a la vivienda turística es injusto".
Para Guevara, en lo que sí tiene una incidencia clara esta modalidad de alojamiento es en la sobrecarga de los territorios. "Si reduces la presencia de viviendas turísticas sí bajarás esa sobrecarga turística, pero eso no significa que vayan a bajar los precios de la vivienda", insiste.
Los datos publicados a fecha del pasado mes de junio en el Big Data de Turismo Costa del Sol situaba en 12.411 los pisos turísticos existentes en la capital, con un total de 64.710 plazas. No obstante, los expertos apuntan que del orden del 30% de los inmuebles registrados no están en explotación, lo que reduce la cifra. Sea como fuere, es más que significativo que esos 12.411 superan con creces los 10.803 con los que cerró 2023, o 8.387 de 2022.