José Manuel Ruiz Fitness es uno de esos gimnasios tradicionales, de toda la vida. Ubicado en la barriada de La Luz, forma parte de esa lista de negocios locales y añejos que, durante años, han luchado contra las grandes cadenas y franquicias, en su caso, contra los gigantes low cost del deporte, los centros wellness.
Sin embargo, trabajando en silencio, con discreción, ha logrado convertirse en uno de los gimnasios más importantes de Málaga, conocido, principalmente, por los grandes logros de algunos de sus usuarios en el mundo de los artes marciales. Este 23 de julio echará el cierre por jubilación, aunque su propietario espera que el próximo dueño decida mantener la magia de su establecimiento y este siga manteniéndose como un centro deportivo.
Es pequeño, familiar y discreto. En su puerta no hay tornos de acceso donde poner tu huella ni un código QR. Cuando los clientes de José Manuel Ruiz entran a la sala de máquinas de musculación, estos le saludan con un cariño similar a como lo harían con un familiar. Más que un gimnasio, es la casa de cientos de personas que han pasado por allí en los últimos 29 años.
Una vida ligada al deporte
José Manuel Ruiz ha dedicado toda su vida al deporte. En concreto, a los artes marciales. Aunque lleva 29 años trabajando en su gimnasio, el proyecto de su vida, empezó su andadura profesional en el año 1977, en el club Kuay de la barriada de La Paz.
Viendo el éxito de sus clases, no tardó en fundar en el 1982 su primer gimnasio, el centro de kárate Toara-Hikari en la barriada El Torcal. Pasó una década formando a la chavalería en artes marciales. Sin embargo, en la década de los 90, se produce un "boom" en la práctica de la actividad física como ocio y empieza a ver necesario adentrarse en el mundo del fitness. Así, en 1995 abre el gimnasio José Manuel Ruiz Fitness de la mano de su mujer entre Ardira y La Luz.
"Siempre formábamos a alumnos en artes marciales en gimnasios pequeños, lo que queríamos era expandirnos un poco y entrar más en profundidad al sector del fitness, por lo que di el paso de abrir este gimnasio, pionero en Málaga en este sector", explica Ruiz a EL ESPAÑOL de Málaga.
Al principio, se aventuró a alquilar el local. No se atrevía a comprarlo porque no se imaginaba cuál iba a ser la respuesta del vecindario. Sin embargo, con el tiempo se dio cuenta de que aquel iba a ser "el proyecto de su vida". "Yo soy de Miraflores de los Ángeles, pero siempre he ejercido en la zona de Carretera de Cádiz. A mí me conocía aquí en La Luz o en La Paz todo el mundo y vi que tenía aquí mi clientela", cuenta, acerca de la ubicación de su negocio.
Desde la apertura, siguió centrando gran parte de su oferta en el kárate o el kick boxing, pero abogó por escuchar a sus clientes para ampliar aún más el abanico. José Manuel percibió que vecinos y vecinas de la zona se acercaban al local interesados por otras opciones novedosas entonces, como el aeróbic. Se dio cuenta de que era fundamental no dejarlos marchar. El que entrara, tenía que quedarse. "A nivel de impuestos y gastos, todo no se soportaba tampoco con una sola actividad, así que empecé a abrir públicos", asegura.
Tanto, que en su última etapa incluso ofrecía zumba o bailes regionales. Para José Manuel lo más importante de su gimnasio es que además de ofrecer una amplia variedad de disciplinas, siempre ha contado con profesores y monitores totalmente cualificados. "Nuestra cercanía con el cliente ligada a esa profesionalidad han sido claves para permanecer abiertos 29 años", asegura.
Fueron unos de los primeros en conseguir que personas mayores se inscribieran en su gimnasio, pero también jóvenes e incluso niños. Hizo de su gimnasio un lugar de todos y para todos en un barrio obrero como La Luz.
"Tenemos alumnas que comenzaron con nosotros incluso antes de 1995, estaban con nosotros dando gimnasia de mantenimiento en La Paz, creo que por el 1992. Ahora tienen entre 80 y 90 años y siguen siendo fieles", presume.
Para José Manuel, conseguir esa confianza de su público es todo un regalo. Cree que hoy en día estrechar esos lazos es verdaderamente complicado en un gimnasio masificado de una cadena low cost. Para luchar contra ellos, además, ha llevado a cabo estrategias de marketing y ha mantenido unos precios muy asequibles. "Pero insisto en que la atención personalizada y nuestros profesores han sido el mejor contraataque", expresa.
Sonríe recordando que en los inicios del gimnasio no existían las redes sociales para promocionarse. "Tirábamos mucho de la radio. Fuimos de los primeros en promocionarnos en Los 40 Principales. También, durante una etapa, usábamos mucho el buzoneo y sacar el gimnasio a la calle con exhibiciones. Necesitaba demostrar a la gente lo que hacíamos aquí", relata.
Durante todo este tiempo, el gimnasio se ha sustentado gracias a él, pero también a su mujer, María Eugenia. Ella ha sido la encargada de toda la parte administrativa y un gran apoyo para él. Además, también han contado con entre 12 y 13 personas que han sido fieles con ellos trabajando en diferentes clases.
Desde muy jóvenes, explica, ninguno ha tenido un horario laboral cerrado. Llegaban al gimnasio temprano por la mañana, sobre las ocho, y salían de allí sobre las nueve de la noche. "Esto ha sido nuestra vida", confiesa. De hecho, tiene que tragar saliva un par de veces cuando se le pregunta sobre el futuro. "Voy a echarlo mucho de menos, me va a costar, pero quiero entrar en proyectos de voluntariado para seguir ligado a las artes marciales y ser útil para los que me necesiten", expresa.
Orgulloso del trabajo
Para él, lo mejor de estos casi treinta años ha sido "velar por el bienestar físico de las personas y hacer que los vecinos de la zona se sientan mejor con ellos mismos mejorando su salud". En concreto, vuelve a emocionarse con la evolución de uno de sus alumnos, Javier Berenguer, un parakarateca que padece síndrome de Down y que entrena en su gimnasio desde que era pequeño.
"Para mí es como un hijo, lo cogimos en el gimnasio cuando era un niño y siempre me dice que se va a jubilar cuando yo me jubile. Le queremos mucho", dice, entre lágrimas. Berenguer ha sido el protagonista del "final apoteósico" de este gimnasio, según Ruiz. El parakarateca se ha convertido en el campeón de la I Copa Máster Internacional con la selección española, algo que le llena de orgullo.
Es positivo con el futuro y espera que la persona que se quede con él siga el camino que ha ido labrando estos años. Cree que frente al boom de las grandes superficies deportivas, pronto volverán a "pegar fuerte" los establecimientos tradicionales. "Me lo dijeron en París, la gente está obsesionada con los grandes centros comerciales, pero poco a poco está volviendo el pequeño negocio al barrio. Es algo fundamental. Creo que está dando la vuelta a la rueda y como allí, pasará aquí. Las boutiques y todo lo tradicional volverán a nuestras calles, quiero pensar así", zanja.