Rafael Urquiza es, desde hace años, uno de los nombres protagonistas de la arquitectura en Málaga. Su proyecto con Mayoral en los antiguos suelos de Intelhorce ha trascendido el ámbito de local, alcanzando reconocimiento internacional. Desde el edificio en el que se encuentra su estudio puede presumir de unas vistas extraordinarias de la urbe por la que camina a diario. Pisa la Alameda, consciente del valor de su transformación, a sabiendas de que habrá días en los que le resultará difícil encontrar un sitio donde tomar un café y un pitufo. Es, apunta, el "peaje" que se ha de pagar por la evolución de la ciudad.   

¿Urquiza no es apellido malagueño, no?

Es un apellido vasco. Pero yo soy malagueño. Nacido en Gálvez. Como mis tres niñas. O sea, que más malagueño no puedo ser.

¿Sus padres son de aquí?

Son de Granada. Pero parte de mi familia venía de Madrid y otros ancestros venían del País Vasco. En Madrid había muchos Urquiza. De hecho, hay una calle dedicada a los Urquizas

¿Viven ambos?

Mi padre es médico. Otorrino. Es catedrático de la Universidad de Málaga. Ya está en fase de retirada. Ha estado muchos años en el Hospital Costa del Sol. Ha dedicado mucho tiempo a la investigación, sobre todo a los audífonos digitales. Hicieron y patentaron el primer audífono digital junto con la UMA. Ahora está de retirada. Hace poco contratamos una grúa de 3.000 kilos para meter un piano por la ventana. Y mi madre ha ayudado a mi padre en la parte de la clínica privada y ha criado a cuatro hermanos.

Por lo que me cuenta, nada de arquitectura en su familia.

No. Mi padre dice que es un arquitecto frustrado. No han influido en mí. Siempre me han dejado hacer lo que yo he querido. De pequeño, cuando veía los dibujos, me ponía a dibujar. Lo he recordado porque veo a una de mis hijas, la de 7 años, que cuando se pone delante de los dibujitos, se pone a copiar los personajes. Y es justo lo que yo hacía.

En mi caso, había carácter empresarial, porque luego los vendía en el cole. Con eso me sacaba unos donuts de la máquina. Y es una cosa que ha venido muy vocacional, porque además que esta profesión es por vocación, al menos ahora (queda raro). Imagino que hace 50 años el arquitecto era el ‘señor arquitecto’, como cuando en el pueblo se hablaba del médico… Ahora la profesión ha pasado a otros términos. Hay cada vez más estudiantes universitarios. 

Dígame qué es para usted la arquitectura.

Para mí la arquitectura tiene la capacidad de modificar la vida de las personas. Es el más necesitado arte, porque puedes vivir sin un cuadro en una pared, pero no puedes vivir fuera de una casa. La arquitectura es la forma que tenemos de poder cambiar la vida de las personas a través de un habitáculo, el que sea. Y eso desde la forma de vivir hasta la forma de trabajar, hasta la forma de pasar unas vacaciones… Debe reunir la técnica y el arte y si lo logra es capaz de cambiar la vida de las personas.

Rafael Urquiza, junto al nombre de su estudio de arquitectura. Álvaro Cabrera

¿Se siente realizado con lo que hace?

Me siento plenamente realizado con lo que hago. Creo que he nacido para ser arquitecto. Pero antes de ser arquitecto soy hijo, esposo, padre… En ese orden, además. Me siento realizado con la arquitectura, pero trato de buscar un equilibrio en mi vida, porque es una profesión que absorbe, muy vocacional, a la que dedicamos muchas más horas de las que nos pagan. Y eso hay que saber llevarlo. Estoy buscando ese equilibrio. Para mí la vida son tres patas. El desarrollo personal, y ahí entra lo profesional; el desarrollo familiar y de los amigos, y el desarrollo espiritual.

"Creo que he nacido para ser arquitecto. Pero antes de ser arquitecto soy hijo, esposo, padre. Me siento realizado con la arquitectura, pero trato de buscar un equilibrio"

Cuando paso más tiempo de la cuenta en el estudio hay una pauta que se descompensa y tengo que dar marcha atrás. Porque para mí la arquitectura es muy importante, me realiza como profesional, pero como persona me realizan muchas otras cosas. En el estudio somos tres socios. Recuerdo un día que había unas olas fantásticas en Benalmádena. Tenía en uno de los grupos de WhatsApp a gente mandando fotos y yo trabajando. Y uno de mis socios me preguntó: '¿Por qué no te vas?'. Le dije: '¿Cómo me voy a ir si es lunes y son las 11:00?' El estudio tiene una exigencia importante. Pero al final me fui dos horas a surfear y empezaron a cambiar muchas cosas.

Buena parte de sus inicios profesionales los ha vivido fuera de Málaga y fuera de España. Londres, Australia…

He tomado muchas decisiones profesionales basadas en aspectos familiares y personales. No es lo mejor desde el punto de vista teórico, pero a mí me ha funcionado. Nosotros. Hablo de mi mujer, cuando aún no era mi mujer, y yo. Teníamos un plan: estudiar fuera. Era el primero o el segundo año de las becas Talentia de la Junta de Andalucía. Los dos las solicitamos y la presentamos en diferentes universidades de Estados Unidos, Londres, Australia…

La condición que nos pusimos era que nos teníamos que ir juntos. Recuerdo que me admitieron en Columbia, en Nueva York. Estaba loco de contento, pero a ella la admitieron en Boston. Renunciamos a eso y optamos por la única ciudad donde nos dieron a los dos juntos, en Melbourne. Y nos fuimos a Australia.

Pero no se arrepiente de aquella decisión.

No me he equivocado. No sé lo que hubiera pasado, pero tengo claro que no me arrepiento. Recuerdo que estando en Australia un amigo de Coín vino a vernos y se quedó una temporada y me dijo que había salido la posibilidad de colaborar con Arquitectos sin Fronteras. Me fui a India, donde estuve varios meses con un proyecto de reconstrucción de escuelas infantiles. Me voló la cabeza totalmente porque el contraste era brutal. Trabajaba en las zonas más deprimidas, en todo un barrio de chabolas. Después he vuelto dos veces más. Aquello me dejó tocado, había mucho por hacer. Pero una persona me dijo 'Mira Rafa, India va a ser lo mismo contigo que sin ti'. Lo que me aconsejaba era que mirase a mi alrededor y tratase de ayudar a esas personas.

El desafío era asumir el rol que le correspondía.

Cuesta mucho trabajo. Después de todo eso llegué aquí y quería irme a Los Asperones y quería hacer mil cosas. Pero he ido entendiendo que al final son las cosas las que llaman a tu puerta.

Hablábamos de su perfil internacional y de su vuelta a España.

Había muchas fórmulas para seguir en el extranjero, pero recuerdo que en aquel momento mi hermana iba a dar a luz a su primer hijo. Aquello coincidió con que la abuela de mi mujer estaba muy mayor y decidimos volver a España por cuestiones personales. No llegué por un día al nacimiento de mi sobrino. Me pilló en el avión y tomamos la decisión de volver. He vivido en muchas ciudades del mundo y en ninguna se vive como aquí. Eso nos motivó a montar un estudio en el año 2009, cuando estaba toda la crisis.

"Me fui a India, donde estuve varios meses con un proyecto de reconstrucción de escuelas infantiles. Me voló la cabeza totalmente porque el contraste era brutal"

No parecía el mejor momento.

No, de hecho, fue muy duro. Empecé en el Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial, con una oficinita que nos dejaron, contratando becarios. Y siempre con las maletas hechas, porque si aquello no funcionaba tenía que irme fuera. Tuve una oferta para irme a Dinamarca, a Larsen Architects; pude irme a Kuala Lumpur, de profesor. Tenía opciones, pero aposté por esto.

Y en ese proceso, ¿qué supone Mayoral?

El punto de inflexión.

¿Cuándo surge esa relación con Mayoral?

El 2015-2016. Estábamos haciendo proyectos pequeñitos. Y entonces veo en el periódico el titular Intelhorce se salva de la piqueta. Se veía la nave entera. En aquel momento dije que ese proyecto lo íbamos a hacer nosotros. Se reían de mí. Fue una fijación. Coincidí en una comida con Manolo Domínguez y me dijo que ese proyecto estaba en proceso de aprobación del estudio de detalle y que aún no iban a hacer nada. Aquello se quedó dormido, pero cada dos por tres llamaba para preguntar. Y al final creo que derribé por pesado.

Nos contaron que iban a organizar un concurso privado y que nos iban a invitar. De todas las propuestas que se presentaron, la nuestra era la más cara y la más arriesgada. Me asocié con Arup. Iba a muerte, iba con toda la artillería. Luego me dijeron que fue Rafael Domínguez quien tomó directamente la decisión, quien apostó por gastarse más dinero.

"(En Mayoral) Vendí la idea de que la arquitectura tiene una parte artística, una parte técnica, pero también es marketing. Un ejemplo es el Guggenheim, en la ría de Bilbao. Una ciudad súper industrial, con poco atractivo turístico, se convierte en la capital de la modernidad con Frank Gehry"

Vendí la idea de que la arquitectura tiene una parte artística, una parte técnica, pero también es marketing. Un ejemplo es el Guggenheim, en la ría de Bilbao, que cambia la ciudad. Una ciudad súper industrial, con poco atractivo turístico, se convierte en la capital de la modernidad con Frank Gehry. Les dije que había que vender diseño con la arquitectura.

Rafael_Urquiza, con el edificio de La Equitativa a su espalda. Álvaro Cabrera

Por eso propusimos la opción de la falda plegada de la nave de Mayoral. Aunque a efectos de prensa no ha tenido tanto reconocimiento como la última nave, a efectos de premios y de la profesión, ha tenido tanto o más. Porque incluso fue nominada a los Premios de Arquitectura de la Unión Europea Van der Rohe. Imagina lo que suponía para nosotros ganar ese cliente. era el punto de inflexión. Era el cliente con mayúsculas, en Málaga no había otro cliente mejor que este. Y desde entonces tenemos un compromiso con Mayoral, aunque atendemos a otros clientes y hemos participado en concursos, como el de la Manzana Verde. Siempre agradeceré a Mayoral que buscase la excelencia.

Años atrás usted ponía en valor justamente que Mayoral apostó por la singularidad de vuestra propuesta. Entiendo que no es lo habitual.

Es lo excepcional, sobre todo en una industria, donde se echan los números y se analizan los balances. No todos los promotores tienen esa visión. Pero hay que tener en cuenta la repercusión que este último edificio ha tenido en todo el mundo.

¿Está más orgulloso de la primera o de la segunda nave?

Tengo amigos que me dicen que les gusta más la primera. Otros, que les gusta más la segunda. A la primera tengo un cariño especial. Pero entiendo que jugaba con ventaja, porque operaba sobre un edificio que era una obra de arte. Cuando entras en la nave de Vázquez Molezún… Eran 240 metros de profundidad con los vanos esos de 30 metros de luces, el hormigón hecho polvo, la historia que había allí detrás.

Pero en la segunda ya…

En la segunda no hay duda, porque es desde cero, como un lienzo en blanco. Hicimos una propuesta con una doble fachada, que es más cara. Tuve que justificar los números, pedir que confiaran en mí otra vez. Y ahí está. Las dos tienen sus cualidades. La primera nave supuso el cambio para mi estudio. Y nos abrió las puertas para estar con un plan estratégico de crecimiento. Queremos cambiar un poco las dinámicas del estudio en cuanto al mercado, porque está muy raro. Creo que somos arquitectos que podemos hacer una obra singular y hacerla muy bien. Lo hemos demostrado.

En cualquier campo de actividad.

Si es singular, sí. Lo que pasa es que es muy difícil hacer un edificio plurifamiliar singular.

Llevamos unos años hablando de Málaga. De su éxito empresarial, de su crecimiento, del impulso tecnológico y cultural. ¿Cree que esa evolución ha llevado aparejada una mejora desde el punto de vista de la arquitectura?

No creo que sea por eso. Creo que ese cambio puede traer capital y ese capital puede hacer que la ciudad evolucione, avance y espero que eso se transforme en mejor arquitectura. Creo que para eso tiene que haber un buen promotor que no esté mirando solo una cuenta de Excel o que, si la mira, sea capaz de ver más allá. Lo que haces en un edificio se publica en todo el mundo. Hay que tener la visión de entender que eso no es un gasto, sino una inversión. Si apuestas por convertir un proyecto en algo singular, estás invirtiendo y eso no todos los promotores saben verlo. No creo que la evolución de Málaga haya traído mejor arquitectura. Y si hablamos de concursos, pues no todos tienen sentido. Por ejemplo, en el Astoria una de las propuestas no ha estado valorada bien técnicamente y ha sido premio internacional.

Hace unas semanas hicimos una entrevista a José Luis Puche y salió a relucir el asunto del arte del like ¿Explicas qué es? ¿En arquitectura también ocurre?

Lo hemos visto sobre todo en tiempos pretéritos. Claro que hay una arquitectura del like, pero tiene solo el momento del like y luego se termina.

¿En Málaga observa ese tipo de arquitectura?

Creo que hay más por la costa. Si pasas por Benalmádena, vas hacia Cádiz y tienes un montón de arquitectura del like.

"Me hubiera encantado firmar algunos de los edificios de Foster y de Zaha Hadid. Y algunos de Renzo Piano"

¿Cuál es ese proyecto arquitectónico que le hubiese gustado hacer a usted?

Es que tengo varios. Soy un enamorado de la arquitectura de Foster. No todos sus edificios me gustan, pero tiene una combinación muy buena. Y eso viene de toda la arquitectura futurista. Siempre he ido buscando esa arquitectura más del futuro. Luego aparece Zaha Hadid, que tiene edificios flipantes. Me hubiera encantado firmar algunos de los edificios de Foster y de Zaha Hadid. Y algunos de Renzo Piano, también.

Hablemos un poco de Málaga. ¿Le gusta lo que ve? ¿Le preocupa el devenir de los acontecimientos?

Málaga ha pegado un cambio, eso es evidente. Como malagueño, en algunas cuestiones, nos ha perjudicado. Pero el progreso, la evolución, también tiene un peaje. Y tienes que estar dispuesto a pagarlo. El hecho de que haya más turistas, por ejemplo, ¿es bueno o es malo? Pues para algunas cosas es bueno y para otras es malo. No creo que exista una respuesta categórica.

El turismo nos ha dado cosas, pero también nos las ha restado. Que bajes a la Alameda a tomar un café y no tengas donde ir a sentarte porque ha llegado un crucero, por ejemplo… Eso es un problema. No es un drama. Y como ciudadano de a pie, que quieras comprar una vivienda y que los precios se hayan multiplicado porque han venido fondos.

Rafael Urquiza durante la entrevista. Álvaro Cabrera

El que tiene un restaurante, que lo tiene lleno siempre gracias al turismo, dirá que no le quiten eso. Pero también sufre las consecuencias. Jugamos con lo bueno y jugamos con lo malo. Lo malo es que el precio de la vivienda se ha disparado. Y si quieres comprar algo medianamente asequible, olvídate. Los que vienen detrás de nosotros, ya ni te cuento si se lo van a tener crudo aquí en Málaga. No sé si se tendrán que ir, yo que sé, a Ciudad Real y venir en AVE. Lo que no podemos es no evolucionar. Es un error quedarnos anclados en el pasado; las ciudades evolucionan, lo quieras tú o no.

Todo tiene sus pros y sus contras.

A las ciudades les pasa lo que a las personas cuando tienen un trauma y eso les hace replantearse cosas. En la ciudad se están viendo algunos traumas, algunas patologías que tendremos que tratar. Pero es evidente que Málaga está mejor. Hay que regular bien, saber dónde falla y ser reactivo. Hay que ser ágiles a la hora de plantear los tratamientos necesarios. Y esa es la pega que veo aquí, que a veces no somos ágiles a la hora de resolver los problemas locales surgidos de esta evolución. Y al mismo tiempo, ser honestos y justos y admitir que esto nos ha traído muchas cosas buenas.

Quería conocer su opinión sobre uno de los proyectos más polémicos de la última década en Málaga: la Torre del Puerto.

No me gusta hablar de lo que no sé. Puedo saber de arquitectura, pero no he estudiado la Torre del Puerto. En muchas comidas me preguntan por ese proyecto. Y siempre digo que primero debería estudiarlo bien. He vivido en La Malagueta toda mi vida, y he visto ahí llegar cruceros más altos que la Torre o casi tan altos. Allí cambiaba el skyline continuamente y no pasaba nada. Lo que sí creo es que debería ser un edificio singular, debe ser un edificio del que digas 'estoy orgulloso'. No me quiero lanzar a dar una opinión porque es que no la tengo. Tendría que hacer un estudio en condiciones para mojarme.

Pero ¿el calificativo de singular lo aplicarías a lo que hasta el momento has visto de la Torre del Puerto?

Eso no. Estamos en una etapa tan incipiente de anteproyecto que solo tenemos tres o cuatro renders, cuatro infografías. No he hablado con Pepe de hasta qué punto le han dado una vuelta al diseño, pero no veo ahora mismo que sea un edificio singular desde el punto de vista arquitectónico. Veo que es un edificio correcto.

"Se puede pedir el parque se quiera en Repsol, pero cuando se presentó el Plan General hubo un tiempo de exposición pública. Los parques son necesarios, pero también son necesarias las viviendas y los espacios de oficina"

¿Y conoce el debate existente en torno a las torres de Repsol?

De eso estoy más desconectado todavía. He visto algunas imágenes del proyecto de Urbania. Pero ¿cuál es el debate?

(En ese momento de la conversación se le explica la existencia de Bosque Urbano y el contencioso solicitando la anulación de la venta de los terrenos municipales y que todo el sector sea destinado a parque)

Pero si hay un plan general, podrá pedir el parque que quiera, pero hay un plan general que dicta una cosa. Cuando se presentó el Plan General hubo un tiempo de exposición pública. Tendría que haber presentado alegaciones, no cuando ya está el proyecto y el Plan General aprobados. Es verdad que hay que ser dialogante. Es verdad que los parques son necesarios, pero también son necesarias las viviendas y los espacios de oficina. Lo que sí veo es que no hay ninguna torre de un arquitecto en Málaga. Cuando me preguntaba antes por la evolución de Málaga… Un ejemplo es el proyecto de Mayoral. Arquitectura malagueña, ingeniería malagueña, constructora malagueña y promotor malagueño. Si quieres promover la evolución de todos los sectores de Málaga, hay que apostar por los arquitectos malagueños, porque hay gente muy buena. Queremos que Málaga prospere, pero no solo como ciudad, sino para todos...