La Peña Juan Breva es de esos pocos sitios que quedan en Málaga donde todavía puedes escuchar flamenco como se hacía antes. Sin micrófonos, altavoces ni grandes artificios. Dos sillas, una mesa, un guitarrista y un cantaor. Un ambiente íntimo de respeto absoluto por los artistas donde la tarima se parece más a una corrala andaluza de vecinos que a un escenario a los que estamos acostumbrados hoy en día.  

El martes de feria la institución estaba hasta la bandera. Gente se quedó fuera sin escuchar el espectáculo de Manuel de la Curra y Nane Lucas, y según puntualizaba Francisco Javier Sánchez, directivo de la peña, esto llevaba sucediendo toda la semana. Nada más empezar el espectáculo se advertía a los espectadores, “esto es flamenco y cante puro ortodoxo. Sin aditivos ni cruces de ningún tipo, para que no haya confusiones”.

Ambiente en la Peña Juan Breva Adrián Gámiz

En el subsuelo de la peña, donde se celebran los conciertos, se retrocedía 50 años. Será porque no hay cobertura en el móvil o porque la música se empapa con manzanilla y gritos de “olé”, pero el ambiente se sentía verdaderamente comprometido con el espectáculo.

Francisco era uno de los que más disfrutaba de la jornada, el directivo se sentía vivo al ver su peña así de animada. Sin embargo, esto no le pillaba de nuevas. La Peña Juan Breva lleva abierta desde 1958 sin interrupción y enlazando lleno tras lleno todos días. Esta, además de como tablao flamenco, funciona como museo de la historia del género en Málaga.

Francisco Javier Sánchez en la entrada de la Peña Juan Breva Adrián Gámiz

“Somos la única peña flamenca que tiene una programación diaria durante la feria y además gratuitamente”, contaba muy orgulloso. El único inconveniente que está sufriendo la peña estos días es que siempre hay gente que se queda fuera. El aforo es muy limitado porque se busca conservar la cercanía con la música y pureza del estilo, por eso a la hora señalada, las 14.00, no cabía ni una silla más en el subsuelo de la calle Ramón Franquelo.

Fuera de los días de feria, la peña funciona igual de bien. El turismo que busca escuchar flamenco como elemento cultural de Málaga genera un gran movimiento en la institución. “Afortunadamente, los cruceros son una bendición para nosotros. Los turistas son súper respetuosos y hacen que tengamos esto lleno todos los días del año”, confesaba Javier a este periódico.

La Peña Juan Breva es el referente del flamenco tradicional en Málaga, pero antes que eso es un lugar de comunión entre familias y amigos. Antonio Rubio es peñista desde hace más de 25 años, y ya jubilado disfruta de su gran afición al flamenco junto a toda su familia. Abuelos, padres y nietos, tres generaciones unidas bajo una tradición.

La familia de Antonio disfrutando del flamenco en la Peña Juan Breva

“Es una pena porque las peñas de Málaga van cerrando poco a poco y venir aquí con la familia es de las cosas más bonitas que hay. Hoy estoy con mis nietos, a ver si consigo que se aficionen también al flamenco y se metan en el ambiente”, comentaba Antonio con una sonrisa cómplice junto a su hija.

Manuel de la Curra salió a cantar acompañado a la guitarra de Nane Lucas. Dos gitanos exuberantes de piel morena que quedaron bañados en sudor desde el minuto en que se subieron al escenario fruto de la pasión vertida.

Vino, jamón, cerveza, buen arroz y un vozarrón que hacía vibrar los tímpanos de todos los asistentes. Hasta los niños que allí presentes estaban en silencio y compungidos ante semejante celebración. Los abanicos volaban y la conexión entre el público y los artistas era total. Un diálogo que solo necesitaba de los “dale Manue” y los zapatazos y palmas para ser entendido.

Manuel de la Curra y Nane Lucas Adrián Gámiz

La peña sigue siendo hoy el exponente de pureza y riqueza cultural que fue Juan Breva en los años 30 para la capital. Un adelantado a su tiempo que creó la malagueña flamenca entre algunos estilos y que, a día de hoy, después de más de 100 años de su muerte, sigue siendo una de las figuras más recordadas e importantes de la cultura de nuestra ciudad. Larga vida a nuestra tradición.

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