Recordarán su historia. Se llamaban Maxi Ludvik y Emmanuel Soria y tenían 29 y 34 años respectivamente. La mañana del 27 de agosto de 2023 salieron de casa buscando en el amanecer un rato de paz y calma. Pensaron que era un día perfecto para tomar mate sobre una tabla de paddle surf y disfrutar del espectáculo que regalaba el sol aquella mañana a los malagueños. El plan era volver pronto a casa para seguir con sus tareas y estar con la familia, pero nunca lo hicieron.

Aunque el mar estuviera en calma aquella mañana, la Agencia Estatal de Meteorología tenía activado el aviso amarillo por fenómenos costeros. La noche previa a sus respectivas desapariciones, Málaga capital registró casi un centenar de incidencias por fuertes vientos. Pero ninguna tan grave como la suya. Entraron al mar, pero nunca más salieron de él. La última imagen que su familia tiene de ellos la grabó un turista desde el paseo marítimo el día de la desaparición. Se les veía remando mar adentro y muy tranquilos.

El operativo de búsqueda arrancó el lunes 28 de agosto a las 3.15 horas, cuando el Centro de Coordinación de Salvamento de Tarifa recibía una llamada del 112 de Málaga alertando de que un particular les había informado sobre que dos amigos habían salido de la playa de la Misericordia en paddle surf a las 7.20 horas del domingo 27 de agosto para ver el amanecer y que no habían vuelto. Además, añadían que iban descalzos, en bañador y sin móviles. 

El motivo de la tardanza en avisar a las autoridades es que los familiares de ambos comenzaron a sospechar de que algo pasaba a partir de las cuatro de la tarde, cuando vieron que Maxi no se incorporó a la heladería donde trabajaba. Tampoco daba señales de vida su compañero, Emmanuel. Aún con esperanzas, trataron de buscarles por su propio pie y viendo que ninguno de los dos hacía acto de presencia, Camila, la hermana de Emmanuel, que se encontraba en España de vacaciones, fue de inmediato a denunciar la desaparición en la Comisaría Provincial de la Policía Nacional en Málaga. Así comenzó a ponerse en marcha el dispositivo de búsqueda.

El lunes 28 de agosto, un velero encontró la tabla donde ambos viajaban a 15 millas hacia el sureste de la costa malagueña, entre Benajarafe y Torre del Mar. Sus familiares sabían que era la de ambos porque sobre ella se encontraba la bombilla del mate que estaban tomando aquella mañana. Llegaron a pensar que uno de ellos la colocó estratégicamente para que se pudiera saber con facilidad que era la tabla que les pertenecía. 

Málaga, y más concretamente la comunidad argentina en la Costa del Sol, se volcó con ambas familias. Los familiares de Maxi volaron a España y los de Emmanuel prolongaron al máximo su estancia en Málaga con la esperanza de volver a Mar del Plata con los chicos. Fueron veinte días de búsqueda muy intensos donde trataron de mantener la fe para que se hiciera el milagro.

Pero el 16 de septiembre llegaba la peor de las noticias. Salvamento Marítimo anunciaba el fin de la búsqueda tras rastrear 9.000 kilómetros cuadrados, una superficie mayor que la de la propia provincia de Málaga. Según la organización, 12 unidades buscaron a los chicos alrededor de 15 horas diarias durante una veintena de días sin arrojar ninguna información fructífera.

La fuerte marejada de los primeros días de búsqueda, así como que la alerta se recibiera más de veinte horas después fueron los motivos que según Salvamento Marítimo dificultaron el hallazgo de los cuerpos de los dos jóvenes, que no tenían grandes conocimientos en nado y llevaban poco tiempo haciendo paddle surf

La decisión de cortar la búsqueda fue un jarro de agua fría para las familias de los jóvenes, que explicaron ante este diario en ese momento que no fue "una búsqueda detallada". "No se puede detener así, sin un final. Ni bueno ni malo. No van a buscar más profesionalmente con el barco y las lanchas", lamentaba uno de los hermanos de Soria entonces. Trataron incluso de rastrear el mar por su cuenta pidiendo informes a la Subdelegación de Gobierno, aunque aquello resultó muy difícil.

Desde entonces, ha pasado ya un año. Nada se ha vuelto a saber de ellos. A sus familias solo les queda de aquel día un vídeo donde Maxi y Emmanuel aparecen felices y en paz, una tabla y una bombilla de mate. También el dolor y la rabia con el mar, que les ha arrebatado a personas primordiales en sus vidas de la manera más horrible posible. Sin opción a despedirse.

Sin embargo, la vida sigue y han tenido que seguir sus vidas en Mar del Plata, sintiendo que dejaron en Málaga un trozo de su corazón. Uno de los hermanos de Emmanuel, residente en Málaga, suele compartir en Instagram cómo visita a menudo la playa de la Misericordia para recordarle y sentirle cerca. Otro, en cambio, se ha tatuado en el pecho la última imagen de Emmanuel y Maxi vivos para tenerles cerca del corazón.

Un grupo argentino llamado Perdido Eléctrico también ha querido rendir homenaje a los dos jóvenes desaparecidos con una canción, Playa Misericordiaun tema con el que recuerdan este triste suceso. "Más allá de los indicios, más allá de la verdad / En playa Misericordia, siempre vamos a esperar", cantan.

Este periódico ha tratado de contactar con la familia de Emmanuel, que solía hacer de portavoz del caso, pero esta ha preferido no hablar sobre cómo se sienten tras un año tan difícil y desgarrador. Aseguran que están rotos ante tanto dolor y agradecen, como siempre, el cariño del pueblo malagueño ante una desgracia tan grande que marcará para siempre a Huelin y a la siempre alegre playa de la Misericordia.

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