Carmen Gómez Alarcón es una mijeña que lleva casi doce años sin saber nada de su hermano Juan Antonio, un montañero, escalador y espeleólogo experto que se conocía mejor que la palma de su mano la sierra de Mijas. El caso de su desaparición lleva archivado desde 2012.
Era martes, 20 de julio de 2010. Juan Antonio, de 32 años, avisaba a su familia de que volvería "en dos o tres días". Se iba a la sierra de la localidad para hacer senderismo, algo muy habitual en él. Su hermana, Carmen, cuenta a este periódico que todo apunta a que aquel día Juan Antonio se dispondría a hacer una ruta circular ya que solo cogió dinero para el autobús de ida, que cogió dirección Fuengirola-Marbella.
"Si no se iba en furgoneta es que hacía rutas circulares. Creemos que hizo la de Ojén-Mijas, que sale en su libro", dice Carmen. Tanto era el nivel de conocimiento del espeleólogo que hasta escribió una guía para excursionistas donde repasaba las 54 cuevas que tiene la sierra de Mijas. Su hermana está convencida de que Juan Antonio descubrió la 55, "pero no pudo salir". "Amigos espeleólogos que él tenía también creen que Juan Antonio está en su interior", añade.
Esta es solo la principal hipótesis, porque al no contar con ninguna pista, la familia no tiene asegurado ni que el joven llegara a la montaña. La última vez que testigos lo vieron fue cogiendo el autobús.
Juan Antonio no llevaba documentación ni móvil, algo común en él, puesto que sabía de sobra que en esos puntos de la montaña no había cobertura. Cuando pasó el plazo de "dos o tres días" que el joven había indicado, la familia comenzó a preocuparse. Había que denunciar la desaparición.
La búsqueda
En este momento llega el calvario de esta familia. El joven se marchó un martes. La mañana del viernes sus familiares fueron a denunciar. "Nos dijeron que había que esperar 24 horas para denunciar, y los esperamos. Algo que jamás entendimos, porque las primeras horas, si mi hermano había tenido un accidente y tenía su mochila a mano con alimentos y agua podía sobrevivir", dice.
Carmen afirma con rotundidad que "no a todos los desaparecidos se les busca por igual", un lema que sostiene también el resto de familiares de personas desaparecidas. Entienden la falta de recursos, pero no creen que la búsqueda de Juan Antonio fuese del todo justa.
"A mi hermano no se le buscó con tanto ímpetu como a Blanca Fernández Ochoa. Ambos casos son casi idénticos, los dos conocían muy bien por dónde iban cuando desaparecieron. Creo que depende mucho del prestigio que tenga el desaparecido. Mi hermano era un joven humilde de Mijas Pueblo y ella era una medallista olímpica", asegura.
Carmen explica que solo fueron cuatro días de búsqueda oficial por parte de las autoridades, "algo muy frustrante para la familia". El sábado 24 se le buscó con un helicóptero, hicieron un día de descanso y, "cuando aparecieron medios como Telecinco, Canal Sur o Televisión Española le buscaron un par de días más". "Y se acabó", expresa, aún con resignación, Carmen.
La familia de Juan Antonio ha realizado desde entonces múltiples búsquedas por su cuenta, pero todas fallidas. "La montaña es muy complicada. El operativo se tenía que haber hecho con el objetivo de encontrar a una persona que podría estar herida en la sierra. Ahora, con el paso de los años, se ha comprobado que fácil no debía estar porque no ha habido un indicio en todo este tiempo, pero en aquel entonces nadie lo sabía", cuenta su hermana.
La hermana del desaparecido muestra rotundidad cuando habla del dispositivo. "En la Guardia Civil hay profesionales maravillosos, pero a nuestro parecer, el teniente que llevaba el caso no lo era, por poner un ejemplo. Él tenía hijas. Entran ganas de plantarse delante de él y preguntarle "si en el caso de que una de sus hijas hubiese sido la desaparecida en la montaña, también se hubiese ido de vacaciones y hubiese dejado de buscar", reflexiona, indignada.
Carmen estaba embarazada de ocho meses cuando su hermano desapareció. Era el primer sobrino de la familia. Lo que más echa en falta de él es que sus hijos no hayan podido disfrutar de su presencia. Cuando va con sus dos hijos a hacer alguna ruta y los ve algo cansados siempre les dice que "si estuviera tu tío Juan aquí con nosotros sí que tirarías".
La esperanza
Como hermana he perdido la esperanza de encontrar algo en una búsqueda. "Ya no vamos a buscarlo al monte, pero no pierdo la esperanza de que alguien por casualidad encuentre un día algo en la montaña que pertenezca a mi hermano, algún día aparecerá por casualidad un indicio que resuelva el caso como otros tantos", lamenta.
Así, Carmen realiza una petición a la población que acostumbre a realizar rutas de senderismo. Gómez pide que si ven un zapato, una mochila, o cualquier otro objeto que pudiera pertenecer a un senderista avisen a las autoridades. "Al principio pueden pensar que "vaya cosas tiran en el monte", pero puede que detrás de ese objeto haya alguien a quien le haya pasado algo", comenta.
Precisamente por este motivo, aunque no realicen búsquedas por la sierra, la familia trata de evitar que la población se olvide de su hermano luchando cada día porque su memoria no se pierda y que "todo el mundo sepa que sigue desaparecido".
De hecho, en 2020 le pusieron al mirador de Mijas su nombre. Todos los turistas que acuden allí pueden leer su historia y saber que el montañero sigue desaparecido. Así, cada vez que viajan a algún sitio tratan de pegar carteles con su rostro ya sea en Galicia, en Francia, o cualquier otro lugar. "Nosotros nos encargamos de traducirlo", dice.
"Tener a una persona desaparecida es algo muy complicado. No sabes si está vivo o muerto. ¿Y si tuvo un desmayo, sufrió daños cerebrales y sigue estando vivo?", reflexiona Carmen, que siempre apuesta por la frase "si no hay evidencia de muerte, hay esperanza de vida". "Aunque la hipótesis principal es el accidente, no hay nada confirmado. Para la familia es siempre una herida abierta", zanja.