A Madrid le interesa Casado, como es lógico: el precio de la electricidad, los líos con el PSOE a cuentas del CGPJ o la constante gresca bipartidista. Es normal, es lo que vende. Y, claro, Pablo Casado vino como lo que es, líder popular, este viernes a Málaga, a Alhaurín el Grande.
Los famosos huevos fritos del PP volvieron tras la pandemia. Un año sin demostrarse el amor en público y ya tocaba: "Pablo, eres el siguiente presidente de España"... ¿¡Qué vas a decir si tienes al jefe delante, Juanma!? Los peperos tienen esas cosas, castizas a tope: sentarse en Alhaurín, escuchar a los que mandan y mojar pan en la yema. Eso sí, este año, en vez de freír los huevos en la cocina lo hicieron fuera, al aire libre, con unos inmaculados delantales blancos.
Casado se sentó en la mesa principal del restaurante en el que los populares se comieron los huevos. Sentado a su derecha, Juanma Moreno; a su izquierda, Elías Bendodo. Se fueron turnando en el atril y empezó Pablo: que si Moreno es un referente, que si tiene el apoyo y el cariño, que si besos, que si abrazos. Está claro, el presidente de la Junta está dando un ejemplo muy evidente de que el PP es capaz de ir a vela y a vapor; a Ayuso y a su pacto con Cs en Andalucía.
Y aprovechó el andaluz para venirse arriba, para lanzar esos mensajes que parecen de verdad: los datos económicos, los de empleo, los de la aparente relajación política... Juanma dejó claro delante de los suyos que su oasis es tal.
Lo interesante fue ver cómo Casado y Moreno se sentaban uno al lado del otro, se lanzaban mensajes de admiración y se amaban en público. Han pasado meses complicados en su relación: Sevilla, Granada y otros líos fueron enfangando la relación, pero parece que ya no queda nada. Negociación, conversaciones y eso de "dientes, dientes..." delante de las cámaras.
Aunque Casado vino a Málaga a dejar sus mensajes en clave nacional, los del viernes en Alhaurín fueron los huevos de Juanma, el acto en el que sacó su garrita y marcó territorio: aquí, en Andalucía, los aplausos son para él.