Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Es como la afición del Málaga CF, algo tendremos cuando todos los jugadores se quedan encantados de pasar por aquí. Ojo, que en las buenas es muy fácil ser una gran afición, que se lo digan a cualquiera de las que han jugado Champions y, por mor del destino, se han descalabrado unos años después.
Los malaguistas tenemos callo. No de ahora, aunque el de ahora sea más fuerte. Los malaguistas nos conformamos con muy poquito, de verdad. Con que un jugador, por malo que sea, se deje la piel en el campo ya somos felices. En La Rosaleda hemos aplaudido a futbolistas de los que hemos dudado no ya de su calidad, sino de sus aptitudes psicomotrices. Pero les hemos dado cariño a todo el que ha demostrado un mínimo de respeto por estos colores.
Ahora tenemos a Paulino, al que esta semana entrevistaba Jose Criado en EL ESPAÑOL de Málaga. Pau Paulino, balón de platino. Destellitos de calidad y La Rosaleda del revés. No hace falta mucho más.
Y este año es que nos ha tocado un Málaga CF del que no esperábamos nada y, pum, de repente Manolo Gaspar ha tirado de genio y se ha marcado una plantilla a la que no le ha hecho falta ni la guinda de Ontiveros... Quizá la de Amrabat hubiera sido una sobrada hasta bonita.
El equipo no tiene que hacer más que ser honesto. Pocos son los que van a exigir el ascenso sí o sí. Si se hace una buena temporada y se ganan en el campo jugar el playoff, maravilla. Pero, de verdad, este año tenemos un Málaga para divertirnos: Kevin haciendo diabluras, Escassi intentando que los malos no las hagan en contra, una buena defensa con un Víctor que sin ser una bala está en todos lados, Antoñín de vuelta... bueno, eso.
El Málaga tiene este año todos los ingredientes para ser un equipo divertido y con eso nos conformamos. Sin presión, que es como mejor se juega al fútbol.